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Volver a la normalidad no sería simple; el señor Michael no me permitió trabajar otra vez y empecé a sentirme ansiosa y los accesos de llanto inexplicables se hacían más frecuentes, escondiéndome en el baño para evitarles preocupaciones a todos.

Allí frente al espejo, la situación empeoraba; mi pelo era un desastre y aún crecía lento alrededor de la cicatriz. Peinarlo se me hacía martirizante ya que sentía un terror infundado de abrir la herida con el roce de las cerdas o algo parecido; me imaginaba empapada en sangre y lloraba sin parar y en el más absoluto silencio posible.

-Morena, ¿estás bien? –Preguntó Giordana tocando a la puerta.

-Sí. –Respondí, secando las lágrimas con el puño. "¡Diablos, no podré disimular estas ojeras!"

Me lavé la cara antes de salir, me peiné con especial cuidado, cambiando la caída del pelo hacía el lado izquierdo de manera que cubriera la cicatriz. Me até el pañuelo a la cabeza y salí con el mejor semblante que logré practicando unos segundos frente al espejo.

-El señor quiere verte. –Dijo mi amiga, no bien abrí la puerta. –Pero no te presentarás así. ¿O sí?

-Por favor Gio, evítame el sermón. ¿De acuerdo?

-Se preocupará... -Dijo. –Tómate un rato. Te excusaré con él, pero vuelvo en seguida y me lo cuentas todo.

Tardó unos diez minutos en volver; se sentó en la cama donde yo me encontraba vestida, estirada con una pierna sobre la otra y con la laptop sobre ellas, mirándome con aire interrogante y urgente:

-¿Entonces?...

-¿Entonces qué? –Sabía que sería imposible tratar de mentirle. –Extraño a Tadeo...

Su mirada cómplice y desconfiada parecía quemarme.

-No hagas eso Gio. Sabes qué me pasa.

-La verdad no. –Me dijo. –Creí que estarías feliz.

-Pues, ya ves que no. –Dije. –Y en parte sí es por Tadeo.

-Lo sé. –Dijo. –Pero no es "solo" Tadeo. Cuéntame...

-Es... es todo... es Tadeo y Ronnie no ha vuelto a escribir... Es que quiero trabajar; me siento una inútil. –Empecé a llorar desconsoladamente. –Y mi cabello es un desastre, no encuentro manera de arreglarlo... Quiero a mis amigos. Esta soledad me está matando...

Giordana me abrazó como quien abraza a un niño para consolarlo y me acarició el pelo sin decir ni una palabra.

-Quiero continuar, y en estas condiciones me veo imposibilitada. ¿Lo ves? Continué sin parar de llorar.

Ella me miró a los ojos, tomo mi rostro con ambas manos y secó mis lágrimas con sus dedos pulgares para luego obligarme a mirarla a la cara:

-Escucha bien lo que voy a decirte. –Dijo con voz firme. –Ya déjate de estupideces ¿De acuerdo?

Me limpié la cara con el puño e intenté abrir la boca para inventar alguna excusa tonta, pero ella me interrumpió rotundamente:

-Si no continúas; si no llegas a Ronnie ahora cuando estás tan cerca; si no vuelves por Tadeo y tus amigos te mataré con mis propias manos ¿Me oyes? –Su voz se quebró. –Jamás había conocido una persona más valiente y con más fe en sus sueños...

Fue hacia el baño y volvió unos minutos después con una caja de pañuelos descartables para compartir. Nos abrazamos un momento y luego de un rato de silencio puse algo de música de Ronnie; pero me arrebató la laptop y eligió ella, mostrándome las canciones del nuevo trabajo.

Voy a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora