Voy a ti

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Inbox recibido: "Hola Morena: ¡Tu respuesta ha sido un grato regalo navideño! Créeme que me hace muy feliz tener noticias y espero no perder el contacto contigo si estás de acuerdo, de ser así déjame tu E-mail para que pueda escribirte de manera más privada. Como sabrás, mi cuenta de Facebook es utilizada por mi equipo de trabajo, espero confíes en mí y comprendas.

Estaré de vacaciones durante todo el mes de enero y hasta entonces no puedo prometer respuesta. Pasaré tiempo con Marcia. Feliz Navidad. Ronnie."

Recordaba mi cuenta de E-mail pero no recordaba el password, lo que realmente sería un problema... o no; bien podía abrirme una cuenta nueva o pedirle ayuda a... "¿A quién podría pedirle ayuda?" Era extraño, me sentía perdida como nunca antes; odiaba la medicación, me enojaba no tener la capacidad de reaccionar ante las dificultades. Antes de la operación siempre sabía qué hacer, o creía que sabía; y con eso era suficiente ya que la seguridad me allanaba el camino la mayor parte del tiempo. En cambio ahora estaba bloqueada ante un asunto relativamente simple y lloraba... todo, absolutamente todo desembocaba en un mar de lágrimas, incluso la emoción del mensaje de Ronnie y la incertidumbre de que pudiera ser alguien más y estuviera jugando conmigo. "¿De verdad eres tu Ronnie? Ojalá lo seas. ¡Necesito un santo de turno que preste atención, por favor! Si no estuvieran muy ocupados allá arriba ¿Podrían ayudarme?"

"Tadeo fijó su mirada en mí con los ojos vidriosos y semblante de quien está viendo agonizar a un ser amado. Me refugié en sus brazos y me besó la frente con especial cuidado. Hacía frío en nuestra playa, el viento de invierno no daba tregua al temblequeo de mis manos heladas; acaricié su mejilla y sequé una lágrima.

-Estoy bien mi amor. No llores.

Me hablaba pero su voz se hacía ininteligible y aún así me sentí tranquila, al menos esos lapsus de tiempo en que lo tenía frente a mí, sin más que unas palabras, una mirada... hubiera preferido que sonriera, que caminásemos juntos en la playa... que tocara en su guitarra nuestra canción sin saber la letra.

Lo besé con la pasión con la que hubiera querido despedirme aquella vez en la frontera, hundiendo mis manos en sus rizos negros; su cabello se desvanecía entre mis dedos, y sus labios eran como besar un espejo. Desaparecía...

-Tadeo, no me dejes de nuevo. No te vayas todavía..."

-¡Diablos! ¿Qué haces Gio?

-Disculpa. Solo vine a cambiarme el uniforme. –Dijo mi compañera apenada.

-No... no. Tú discúlpame. –Le pedí tratando de incorporarme mientras me tocaba los vendajes húmedos en la cabeza. -¿Qué hora es?

-Como las tres de la tarde. ¿Te sientes bien?

-¿Tú qué crees?

-Te ves alterada. –Comentó mientras buscaba ropa limpia en el closet.

-Lo estoy. –Dije. –¿A ti que te pasó?

-Shadow saltó encima de mí. Odio a esa bestia.

Me dio risa, pero el intento de carcajada me provocaba dolor.

-¡Qué bueno es verte reír! –Comentó con ironía. – Ahora que tienes mejor humor ¿me dices que diablos te pasa?

-Recibí un mensaje...

-¿De Ronnie?

-Sí. Oye. Parecerá una tontería pero no recuerdo el password de mi E-mail y lo necesito.

-Usa tu teléfono.

-Ni siquiera lo he encendido desde la internación.

-Pues, va siendo tiempo de que lo hagas. –Parecía ansiosa. –Cuéntame...