La cantidad de personas a mi alrededor no me sorprende cuando mis pies tocan el suelo, no tenía muchas pistas sobre donde estaba, pero tampoco las necesitaba, si había un lugar en el mundo y un instante que jamás podría olvidar era este.
La atmósfera, los colores que resultaban del escenario, la emoción y los sentimientos que todos compartíamos hacía de este recuerdo uno de mis favoritos, aunque si puedo ser franco, no es lo que realmente me hace especialmente afecto a este momento.
—¡Axel!
Encuentro a Violet a poca distancia, ella levanta la mano y poco a poco mi mirada desciende a sus pies, notando como tiene que ponerse de puntitas para facilitarme la búsqueda. Debo hacer un inmenso esfuerzo por no burlarme de ello mientras me acerco a nuestros asientos.
—¿Te estás burlando otra vez de mi altura? —ella bufa en regañadientes.
—¿Por qué me lo preguntas? Sabes que sí —no alcanzo a siquiera hacer un pequeño conteo antes de recibir un pequeño golpe de su parte en el brazo—. Eso no podría afectar ni a una hormiga.
—¡Axel!
—Venga, ya, lo siento, las hormigas estarían orgullosas de tus intentos de boxeo —le digo, esbozando una sonrisa y rodeando su cintura con ambos brazos.
—No sé si me he enamorado de un pianista o con un humorista.
—Y hasta ahora no he notado ni una sola queja.
—Ni la habrá —afirma en voz baja, sonrío por ello, mis ojos alcanzan los suyos y distingo un brillo especial, como de costumbre, solo que esta vez el grisáceo de sus ojos es mas claro, mas profundo y mas hermoso—. ¡Mira, ya están por comenzar! —exclamó emocionada mientras señalaba al escenario y al grupo de músicos que yacían sobre este.
A veces me costaba aceptar que ella no podía leer mi mente, que no podía enterarse al instante de todos los pensamientos que llegaban a mi cabeza cuando ella estaba a mi lado, incluso cuando la perdía de vista ella seguía siendo el centro de mis pensamientos, y solía observarla, no de una manera común, no con un roce momentáneo de miradas, sino como una persona profundamente enamorada solía hacerlo.
Observaba su cabello, su tono castaño y los leves reflejos mas oscuros que tenía, no siempre estaba perfectamente arreglado y lo prefería así la mayor parte del tiempo, porque sabía que Violet era la clase de chica que se preocupaba más por lo que sentían en el momento que del como se veía, al menos, eso pasaba un 99% de las ocasiones.
Observaba sus ojos y sus pestañas que descansaban cada cierto tiempo sobre sus mejillas, me encantaba verla a los ojos y descubrir una parte de ella que solo yo tenía.
Observaba sus mejillas, en muchas ocasiones solían cobrar un color rojizo a causa de mi y no podría negar que era un obsesionado a ello.
Observaba sus labios y su voz, amaba escucharla reír, gritar, cantar, hablar. Me enamoraba de su sonrisa cada vez más, a cada segundo y a cada minuto como en la primera vez, cuando decidí que quería ser el causante de cada una de ellas.
Y aunque ella no lo supiera siempre, eso era en todo lo que pensaba cuando mis ojos tenían la dicha de mirarla a ella, muchas veces tenía que decirlo en voz alta porque con solo sentirlo no bastaba.
Y... en otras ocasiones, solo bastaba con decir un...
—Te amo.
Murmuré, hipnotizado por ella. No sabía cuanto tiempo me había dedicado a mirarla, el tiempo no parecía ser una completa molestia en momentos así y después de cuatro años juntos esto era algo normal para mí, incluso para ella, así que cuando Violet se giró para mirarme ya sabía que estaría sonrojada, con los ojos cristalizados y apenada por esa misma reacción. Una vez mas evité reírme por ello.
—También te amo, pero no me hagas llorar en público —me rio de su vergüenza sin razón, pero no protesto, digo que sí con la cabeza para tranquilizarla, lo que funciona perfectamente y su atención vuelve al concierto.
Lord Huron ya estaba por su quinta canción o quizás llevaban más, Violet seguía siendo de gran distracción para mi, y más que eso, era consciente de lo que haría esta noche y lo que estaba escondido en el bolsillo derecho de mi chaqueta, también de los nervios tan escalofriantes y repentinos que recorrían mi cuerpo. Sabía que sin importar cuantas veces lo hiciera, incluso si supiera exactamente su respuesta, todo lo que incluía a Violet me debilitaba, era incierto y curioso a su vez porque me hacía hacer cosas que jamás pensé que haría y esta era una de ellas.
Antes de comprar las entradas al concierto quise asegurarme de las canciones que tocarían esta noche y con suerte entre ellas se encontraba The night we met, lo tomé como una pequeña señal de Dios para tomar esta decisión y cuando aquella canción empezó a sonar supe que estaba listo.
Sentí como Violet se emocionaba, sonrió con toda alegría y con nerviosismo. Sólo ambos sabíamos el significado que esta canción tenía para nosotros, lo que los primeros ritmos, el primer susurro y verso causaba en nuestros corazones, era como un lazo inquebrantable que nos ataba y que lo seguiría haciendo por siempre.
Tomé su mano, sus ojos ya estaban cerrados mientras pronunciaba la letra de la canción y quise también unirme a esa ola de sentimiento que ambos compartíamos.
—I had all and then most of you
Some and now none of you...—Oh, Take me back to the night we met...—susurró Violet, aunque estuviera una multitud entera a nuestro alrededor, podía distinguir su voz. Sonreí al ver que seguía con los ojos cerrados y con todas mis fuerzas retrocedí cuatro pasos.
Escuché el coro una vez más y antes de que se adentraran a los últimos versos solté un suspiro, me puse de rodillas y saqué el pequeño estuche que había sido el protagonista de tanto nerviosismo esta noche. Algunas personas ya se habían fijado en mi, algunas me iluminaron con la linterna de sus móviles, eso, en ese mismo instante fue lo que marcó la diferencia, lo que llamó la atención de Violet, y en tan solo unos cinco segundos ella ya se había girado.
En esos cinco segundos pensé en lo mucho que la amaba y en lo mucho que quería tenerla en mi vida hasta los últimos minutos de la misma.
Violet llevó ambas manos a sus labios, cubrió su boca de la impresión y sus ojos no tardaron en cristalizarse al igual que los míos antes de pronunciar las siguientes palabras:
— Violet, hace cuatro años en un baile peculiar y con esta misma canción de fondo descubrí al tesoro más hermoso en este mundo, te descubrí a ti y desde la primera mirada, las primeras palabras y el primer roce que tuvimos supe que quería estar contigo y que quería amarte hasta morir. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero si de algo estoy seguro es que mis sentimientos no han cambiado y no lo harán jamás —tragué saliva, sonreí con delicadeza y todo el amor que podía expresarle antes de decir las últimas palabras— ¿Te casarías conmigo?
—Dios...—la escuché decir, solté una leve risa aún de rodillas y al verla asentir con la cabeza mi corazón dió un brinco, el miedo y el temor se habían ido—, Sí.
Me puse de pie para besarla y colocarle el anillo, mirar su carita y hallar tanta felicidad me hacía el hombre mas afortunado en la tierra. Las personas alrededor nos regalaron una lluvia de aplausos por unos segundos, la canción culminó en las últimas notas y tras un beso ambos sonreímos para el otro.
En ese momento comprendí lo que por tanto tiempo me había dedicado a aprender con ella, comprendí que el amor es mas que una simple palabra o afirmación y que existían muchas explicaciones que podrían ser perfectas para describirla, pero la mía sería la que hoy había entendido.
Que amaba a Violet tanto como ella amaba a The night we met.
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Aquella Noche Nuestra
Любовные романыExtrañar es un sentimiento profundo que, con el paso del tiempo se convierte en algo más intenso. Irónico ¿Cierto? Pero todos hemos extrañado algo alguna vez, todos hemos añorado con todas nuestras fuerzas recuperar aquel tesoro perdido que... en s...