Capítulo 3

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Nunca sabemos lo aferrados que podemos estar a algo hasta que llega el momento de soltarlo, y no siempre podremos hacerlo.

—¿Axel?

Nuestro cuerpo no siempre estaría dispuesto a volver a la realidad.

—Axel...—el tacto cálido en mi mano me hace despertar de golpe. Mi respiración es incontrolable, observé el dolor provocado por mis uñas clavadas en ambas palmas de mis manos.

Mis ojos se dispersaron por el lugar, hallando a mi lado a Victor y Mishelle, ambos con la misma ropa que llevaban ayer.

—¿Qué pasó? —pregunto, realmente estaba perdido.

—Es lo que te pregunto, luego de la ceremonia no supimos nada de ti —Bill me da como respuesta.

—Estábamos preocupados y fuimos a tu departamento, supimos que algo estaba mal cuando nadie respondió, empezamos a buscarte y... se nos ocurrió que podrías estar aquí —Completó Mishelle, la hermana de mi prometida y novia de mi primo. Los principales sujetos por los que conocí a Violet.

—Axel creo que es importante que hablemos...—Mi primo sigue hablando pero su voz se pierde. Mis pensamientos roban mi atención y los recuerdos de anoche aparecen como el viento.

Frunzo mi ceño, miro al suelo donde antes descansaba ¿Había pasado la noche aquí? Visualicé lo ocurrido anoche, estaba a punto de saltar cuando escuché la melodía, los fuegos artificiales y... ¿La vi? Aquel tropiezo con esa pareja me había dejado desconcertado pero se había sentido real, como en ese recuerdo.

—¿Axel me estás escuchando?

—Vi a Violet anoche —Saqué de mis pensamientos—. Ella estaba aquí, habían muchas personas aquí como en el baile de primavera, estaban danzando, habían fuegos artificiales y ella... ella estaba igual de hermosa. Ella estaba aquí.

Mis palabras sonaron con emoción, incredulidad e incluso con un poco de locura, sin embargo, cuando ambos se miraron entre sí preocupados, entendí que no me creerían.

—Te llevaremos a casa ¿Vale? Ven, te ayudaré a levantarte —Bill me levanta, colocando mi brazo por encima de sus hombros, Mishelle se encarga del otro brazo. Ambos me guían fuera del parque hasta encontrar su coche estacionado.

Quise rehusarme a subir pero no quise comportarme como un adolescente inmaduro. Debía lidiar con esto hasta llegar al departamento. Bill subió al asiento del conductor y Mishelle se quedó a mi lado para que pudiera descansar de camino a casa.

En el trayecto miré al cielo, estaba despejado, sin una sola nube a mi alcance visual, el coche se mantenía en movimiento como tantas veces anteriores, sólo que esta vez no estábamos completos.

—¿Me veo bien? —Bill me preguntó por enésima vez.

—Si vuelves a preguntarme algo así, te prometo que te dejaré aquí e irás caminando al baile.

—Con que ahora si tienes motivación ¿Eh? Hace unas horas no querías poner ni un solo pie en ese lugar —Me recuerda. Pongo los ojos en blanco por dicho comentario y expreso mi fastidio total en mi rostro.

—Tienes razón, ya quiero regresar.

—Venga Axel, no seas aburrido, nunca rompes esa rutina tuya de trabajar y estudiar, aprovecha la noche, es joven y no puedes abandonar a tu primo favorito en su primera cita —Me guiña el ojo, no puedo evitar negar con la cabeza por esa vil mentira.

—¿A quien quieres engañar con eso de que es tu "primera cita"?  Lamento mucho el destino de esa chica.

—Mishelle. Y tienes razón, no es mi primer encuentro con una chica ¿Pero sabes qué? Realmente vale la pena llamarlo una primera vez cuando es con la persona correcta.

—Eso no lo entiendo —me sincero, me parecía absurdo lo que decía la mayor parte del tiempo.

—Quizás esta noche puedas entenderlo —Escuché su risa y yo me centré en el volante y en la carretera oscura que conducía.

Me recosté en la cama, Bill me había ayudado a subir todas esas escaleras y lo agradecía, mi cuerpo no daba para mucho últimamente. Lo miré mientras me quitaba los zapatos y se encargaba de hallar mi comodidad, no pude evitar recordarnos esa noche en la carretera y lo que horas antes de conocer a Violet había dicho. Aquello que me había parecido una estupidez, minutos después se había convertido en una realidad.

—¿No me crees o si?

Él detuvo sus movimientos, me observó dubitativo, apretó los labios por no saber que decir o como decirlo.

—Axel, es justo de lo que quise hablarte en el parque. Sé que esto es difícil, no es el mejor momento pero...

—No quiero palabras de consuelo, Victor. Sé lo que vi anoche.

—Pero también la viste en un ataud —Sus palabras me impactan, son claras y tajantes, puedo ver que luego de pronunciarlas el arrepentimiento cruza su semblante—. Lo siento.

No respondo, mis ojos pesan y mi mirada se encuentra en el piso, sin pensar, sin sentir, aquel estado inerte vuelve a recorrer mi cuerpo.

—No estoy loco.

—Y no es lo que quiero decir. Axel, sabemos que esto te está doliendo, nosotros también conocíamos a Violet y esta perdida fue impactante para todos. Por lo mismo te pido que no nos causes un dolor más masivo y te cuides —Me pide. Él no parece comprender lo que le digo así que prefiero mantener mi silencio—, Tu padre ha dejado bolsas de comida en la cocina, te he dejado una en la mesa.

No respondo, él no espera mas de mí y se despide con un abrazo, espero a que salga por completo de la casa para poder reaccionar. Mi cuerpo estaba agotado, mas allá que un simple cansancio físico, era sumamente difícil ponerme de pie o mover algún músculo así que no hice ningún esfuerzo. Clavé mis ojos al techo, cuestionando si lo que había visto la noche anterior era siquiera posible.

Victor me había regresado a la realidad de una manera cruda pero sincera. Sin embargo sabía lo que había visto, lo que había oído, incluso lo que había alcanzado a tocar. El ambiente que había creado, los sonidos, la música; todo era lo suficientemente realista para creerlo, inclusive Violet.

Metí ambas manos en los bolsillos, mi angustia fue reemplazado por confusión cuando sentí algo frío al final, al sacarlo en mi puño supe que era el reloj de Violet.  Lo miré sin algún tipo de dedicación hasta que observé las flechas que marcaban los minutos y los segundos.

Fruncí mi ceño, acerqué el reloj y la hora se había detenido a las 7:57. Mi semblante se relajó por la sorpresa, era la hora en la que la había conocido y precisamente donde el recuerdo empezaba.

No era más que una confirmación a lo que había visto la noche anterior.

Me levanté de golpe, el dolor retorció mi cuerpo por un momento que ignoré.

¿Qué probabilidad hay de que esto me haya llevado a la noche en que nos conocimos?

Sujeté el reloj con fuerza, a este punto no tendría nada mas que perder pero si que podía ganar.

Observé la hora en el reloj que colgaba en la pared, faltaban 20 minutos para las 7:57 y el reloj de bolsillo en mi mano empezó a andar otra vez, a diferencia de un reloj común empezó como una cuenta regresiva hasta llegar a dicha hora una vez más.

Sea lo que sea, pese a cualquier cosa, si esto no era un producto mas de la locura y me llevaría con Violet una vez más, estaba dispuesto a correr el riesgo o creer en lo que fuese para volver con ella.

—Llévame a la noche donde la conocí, Llévame a Aquella noche nuestra.

Aquella Noche NuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora