Capítulo 10

7 1 0
                                    

7:43

El reloj giró sus flechas una vez hasta llegar nuevamente a la hora destinada, escuché su sonido y al abrir los ojos la casa de los Reynolds me recibió, me costó trabajo entender de que se trataba este quinto viaje. Era cierto que yo podía manejar el reloj y los viajes, pero surgían ocasiones donde estaba de más escoger la fecha, el día y el año, la verdad era que, pese a tantos días buenos y malos el objetivo y el mayor regalo era pasar tiempo con Violet y este recuerdo en especial era uno de mis favoritos.

—¿No crees que esperar afuera de la casa de los Reynolds es algo raro? —se escucha mi voz, estoy relajado y nervioso a la vez, pero me centro en Bill, quien descansa apoyado en mi coche.

—¿Por qué sería raro? Se llama caballerosidad, a ver si aprendes un poco y sales de esa cueva que llamas casa —pongo los ojos en blanco.

—No lo digo por eso, Bill, lo digo porque una cita es de dos y tú sigues allí parado como idiota — recrimino con los brazos cruzados y la ceja arqueada, él como respuesta separa sus labios y me mira indignado.

—Que hermosa manera de darle las gracias a tu primo por su increíble apoyo moral.

—Ambos sabemos que no estás aquí por mí. Vas a ganarte un problema si los padres de Mishelle se enteran que hablan por el balcón —Él se apresura a taparme la boca pese a que todo este tiempo he hablado bajo y estamos a metros de la entrada. Mi mirada le exige que quite su mano de mi boca y él entiende perfectamente el mensaje.

—Vale, ya te dejo ¿Pero puedes ser más discreto? Seguro que harías lo mismo por estar con Violet más tiempo.

—Te equivocas —mentí descaradamente. Claro que lo haría, pero no le daría la razón.

Por suerte dejamos el tema allí, nuestras miradas se enfocaron en la puerta de la casa que se abría poco a poco hasta dejar ver a Violet, a lo lejos pude notar como me sonreía y el efecto que ese pequeño detalle causa en mi cuerpo volvió a aparecer. Estaba preciosa, y joder, esa palabra era corta. Llevaba un vestido blanco que cubría hasta un poco mas arriba de las rodillas junto a una chaqueta corta y de tela delgada de color  celeste, resaltaba su cabello y ojos a la perfección.

Mi corazón se aceleró, pero eso ya era costumbre cuando ella aparecía en mi campo de visión. Separé mis brazos y metí mis manos en los bolsillos, mis reacciones nerviosas me impedían pensar con claridad.

—¿Nervioso por la primera cita, Axelito?—Bill se acercó en tono de burla, no tenía tiempo de darle un puñetazo, estaba ocupado viendo a Violet, pero sí que lo aparté lo más rápido posible.

—Hola chicos —nos saludó a ambos, su mirada se posó en Bill hasta llegar a mí, no dudé en sonreírle, fue correspondido una vez más—. Hola, Axel.

El tono de su voz dulce me eriza el bello de la piel, es una melodía interminable que no quería parar de escuchar y que me atrapaba en cada letra. Por suerte, Bill clavó su codo bajo mi costilla, haciéndome regresar.

—Las flores —Tosió sin algún tipo de discreción, pero fue audible. Recordé que detrás de mí de encontraba un ramo de flores.

—Oh, sí, las flores —Violet rió, yo también lo hice para ocultar mi vergüenza.

Rápidamente me giré, abrí la puerta del coche, sacando los tulipanes morados y blancos que había comprado a pocas calles de la casa. Me giré nuevamente para verla, sus ojos brillaron cuando llegaron al ramo, era una de esas tantas veces que la había notado tan fácil y cautivada al mismo tiempo.

—Son preciosas —Murmuró.

—Me alegra que te gusten, las compré muy cerca, de hecho,supuse que te gustarían y ahora lo he comprobado, aunque esa información está de más...—Dije, torpemente y hablando con velocidad, pude escuchar a Bill soltar un suspiro.

Aquella Noche NuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora