Las multitudes nunca me disgustaron, podía estar en lugares concurridos y tolerarlo con facilidad. ¿Lo raro? Esta vez no soportaba tal escenario.Antes me había enfocado en lo que dejamos pasar, en lo que no siempre le damos la importancia necesaria, y hoy, hoy me había fijado en los sonidos, en las risas de los niños al caminar de la mano con sus padres.
En el sonar del viento.
En el canto de las aves, y en el sentimiento que traiga consigo todos estos sonidos que llegaban a mis oídos, podía cerrar los ojos y escucharlos todos, como también podía abrir los ojos y olvidarlos por completo cuando veía a Violet entre las personas y mi cuerpo buscaba seguirle el ritmo.
Estar loco, era algo nuevo a lo que podían llamarme con toda libertad, pero podría reemplazar esa palabra y decir que sólo soy un alma en pena que extraña a cada minuto a su amada. Cosa que no todos podrían comprender.
En un pestañear el clima cambió, el sol volvió a esconderse y la noche se aproximaba a mi cita esperada.
Cerré la puerta de nuestro departamento, lancé mi chaqueta al sofá mas cercano y me lancé en otro. Miré de cerca el reloj, esperé pacientemente a la hora hasta que el timbre sonó.
Me levanté inconscientemente para abrir la puerta, una vez hecha esta acción me arrepentí al instante, mi padre estaba frente a mi con unas bolsas de comida, similares a las de su primera visita, como si de alguna manera quisiera borrar el pasado y brindar un nuevo comienzo al tema.
—Papá.
—Me alegra que estés en casa, hijo, la comida está caliente, pensé en que ambos podríamos cenar juntos, traje arroz chino —Expresó contento. Y, sin esperar algún tipo de permiso avanzó hasta la sala de estar.
Esto no iba a funcionar muy bien.
Leí la hora del reloj, todavía tenía una hora antes de las 7:43.
—¿Como has estado? —Escucho a mis espaldas antes de cerrar la puerta. Era una pregunta que mi mente tomaba como una estupidez y a la vez como algo desconcertante.
—Bien —mentí.
—¿Seguro? El que no salgas de estas cuatro paredes me demuestra lo contrario.
—Padre, si has venido a tratar de convencerme yo...—No logro acabar, él alza las manos y me interrumpe.
—Oh no, yo sólo he venido a comer —se excusa—. Y como sé que no lo harás por tu cuenta pues que mejor excusa ¿No? Ven, siéntate a comer.
Su palma toca el espacio que queda del sofá, obedezco pues supongo no tengo nada que perder con intentar tener esta conversación.
Tomo el plato cuando se me es entregado, se ve realmente delicioso, no recuerdo con sinceridad que comí la última vez.
—Axel yo... yo quiero hablarte de algo —Su luz verde es verme asentir con la cabeza mientras sigo comiendo. Él duda, lo que me hace pensar en las millones de probabilidades que puedo obtener en sus próximas palabras.
Revisé su lenguaje corporal, como movía las manos sin parar, sus ojos estaban inquietos sin saber a donde mirar y aún no decía lo que pensaba, todo eso me llevaba a pensar en el único tema al que papá reacciona así: Mamá.
—Cuando tu madre falleció... sé que fue de gran impacto para ambos, sobre todo para ti y sé que no fui un padre presente, estaba muy ocupado viviendo mi dolor que me cegué totalmente al tuyo. Tu madre era la luz de nuestro hogar y sé como se siente que esa luz se pierda. Hijo, sé como te sientes por Violet.
Detengo el último bocado que llevaría a mi boca al escuchar su nombre, mas que nada en este tema en específico porque no podía siquiera expresar lo que mi cuerpo sentía cuando la relacionaban a este tema. Lo tomaba como un recordatorio mas.
—Sé lo importante que era para ti, lo que querías hacer con ella, sé como la amabas —Negué con la cabeza, me rehusaba a sus palabras. No podía creer que alguien en este mundo pudiera sentir la magnitud de dolor que mi cuerpo y mente sufrían por esto.
—No lo sabes —Respondo.
—Hijo, lo sé.
—No, si lo supieras sabrías lo mucho que me duele tocar este tema.
—Hijo, sé que es así, pero mi intención es ayudarte.
—No. Intentas enmendar el error que cometiste como padre cuando yo tenía nueve años. Sólo estás utilizando esto a tu conveniencia —Zanjo.
—No es lo que busco.
—¿Entonces que quieres? —Mi semblante pasa a uno serio.
Lo cierto era que mi padre y yo nunca habíamos tenido una relación cercana y el motivo se resumía en la muerte de mi madre por una enfermedad de la cual jamás quise conocer. Mi padre amaba a mi madre, era demasiado amor, supongo que el saber amar lo aprendí de él y con Violet pude entender mejor su significado.
Mi padre se echó para atrás, miró alrededor buscando las palabras correctas.
—Los oficiales quieren hacerte un interrogatorio.
Confundido vuelvo a mirarlo ¿Por qué quisiera hacer eso?
—No le veo la necesidad.
—Ellos si la ven, Axel.
—¿Si? Pues ellos también vieron la necesidad de que tuviera que ver a mi futura esposa postrada en una cama sin signos vitales y solamente para reconocerla. Tuve que ver como el color de su rostro se desvanecía poco a poco ¿Y eso no es suficiente? Yo ya ayudé todo lo que debía y podía ayudar.
Empecé a caminar por la sala, necesitaba calmarme.
—Axel sólo es un procedimiento, sé que quieres olvidarte de esto lo mas rápido posible pero...
—¿Olvidar? —Repito, incrédulo— No, padre, no quiero olvidar. Quiero que todo el mundo respete mi duelo y que me dejen en paz, ni las palabras, ni la comida, ni todo el apoyo del mundo puede ayudarme ahora, ni tampoco una estúpida investigación sobre algo de lo que ya sabemos.
—Déjate ayudar —Mi padre se pone a mi altura, sus manos alcanzan mis hombros y sus ojos llegan a los míos. No quería quebrarme, no quería ser vulnerable ahora.
—Nada puede ayudarme.
Doy por terminada la conversación, lo miro una última vez y decido dar la vuelta e ir rumbo a mi habitación. Allí cierro la puerta con seguro, saco el reloj dorado de mi bolsillo y la poca luz de la luna me deja ver la hora.
Solo un minuto.
Escuché a mi padre cerrar la puerta desde la sala, respiré hondo y pensé en sus palabras, pero debía aceptar que la ayuda no serviría para escapar del dolor y que ninguna solución secaría el mar de lagrimas que he dedicado por su ausencia. No tengo mas por lo que luchar ni mas que perder, sólo soy un hombre enamorado, un viajero en el tiempo que no ha pagado su deuda y que ahora sólo quiere regresar a la noche donde nos conocimos.
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Aquella Noche Nuestra
RomanceExtrañar es un sentimiento profundo que, con el paso del tiempo se convierte en algo más intenso. Irónico ¿Cierto? Pero todos hemos extrañado algo alguna vez, todos hemos añorado con todas nuestras fuerzas recuperar aquel tesoro perdido que... en s...