Capítulo 4

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Las canciones contienen significados especiales y buscan siempre llevar un mensaje específico que se transmiten en su letra, ritmo, melodía y voces... Y desde que el reproductor se activa y los discos empiezan a girar estas tonalidades abrazan tu alma, borrando el dolor de los corazones rotos y mentes agotadas que buscaban sin cesar regresar a los recuerdos que tanto anhelaban y preservaban como un tesoro.

Sabemos cuando escuchamos una buena canción, y conocemos su real valor cuando nuestra alma descansa y solo escuchamos la melodía al compás de los latidos de nuestros corazones. Y the night we met, definitivamente era una de esas.

Cerré los ojos al escuchar las primeras palabras y ese murmullo que da inicio, era la primera vez que la conocía y no sería lo primero a lo que le daría un valor especial y significativo esa noche.

El ambiente había cambiado, no era
una sensación nueva pues anoche había experimentado algo similar, escuché las risas, el cantar de las aves y el soplar del viento que jugaban con la canción. El miedo y temor me recorrió todo el cuerpo cuando quise abrir los ojos, temía estar loco, temía estar imaginándolo todo y temía que sólo mi mente estuviera jugando con mi tristeza; pero no fue así.

Al abrir los ojos me adentré a aquella noche, mis pies avanzaron entre el césped y entonces dejó de ser un recuerdo para convertirse en una realidad.

Las parejas bailaban con entusiasmo, otros hablaban y correteaban con alegría, dándole la bienvenida a la primavera. Mis ojos se abrieron al igual que mis labios se separaron, no pude evitar mirar a mi alrededor y apreciar cada detalle.

De alguna manera había conseguido viajar al pasado aunque la incredulidad
no me permitía aceptarlo del todo.

—¡Axel! —Bill alzó la mano desde la distancia, empezó a correr a mi dirección con una sonrisa—. Eres un idiota, te he dicho que no me dejes sólo.

Mi lengua se enredó en mi corta búsqueda de palabras. Intenté hablar sin tartamudear pero no fue más que un intento fallido y gané una mirada confusa de mi primo.

—¿Estás bien? Sé que no querías venir pero actúas mas raro de lo normal.

—Estoy bien.

—Pues muy bien porque ya ha llegado mi cita —Su tono burlón se había convertido instantáneamente en uno seductor lo que me hizo reír por segunda vez, era tal como lo recordaba.

La mano de Bill le dió dos palmadas a mi hombro, el tacto me erizó la piel, se sentía real y no era más que una confirmación a lo que estaba ocurriendo, sin embargo seguía escéptico.

Observé el lugar, recuerdo lo que sucede luego de esto y la emoción me recorre al igual que una ola de nerviosismo que en la noche original no había sentido por mi indiferencia.

—¿Estoy presentable?

Memoricé las palabras.

—Estás menos feo que ayer —mi tono burlón no salió, todo lo contrario, la nostalgia me llenó.

—Eso me sirve, lo haz dicho con un tono poético así que te voy a creer —sonreí por lo que dijo—. Allí está ella, deséame suerte, primo.

Él abotonó su saco y preparado
se acercó a Mishelle, al instante

ambos se sonrieron.

—No la vas a necesitar...—murmuro para mis adentros, conociendo la historia
que llegaría con el tiempo.

Metí las manos en mis bolsillos, caminé por el parque apreciando las linternas amarillentas que agregaban una luz tenue perfecta.

Adoré cada detalle insignificante que esta misma noche años atrás no me había dedicado a admirar, miré las estrellas e intenté contarlas todas sabiendo que el tiempo no me alcanzaría y me acerqué a la pista de baile conociendo lo que vendría después.

Aquella Noche NuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora