Capítulo 22

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El objeto de valor en mis manos intentaba caerse por el sudor, producto de mi nerviosismo.

Había escuchado mil palabras, he recibido cien abrazos de consuelo, diez consejos, he divagado en las pocas soluciones que la vida me ha concedido. Me he perdido en el incierto tiempo, jugando con él tanto como él jugó conmigo, saltando del presente al pasado e ignorando al futuro devastador que me esperaba, lejos de todo lo que antes conocía como un lugar seguro.

Y, en mi último viaje, luego de tener nuestra historia de amor en mis propias manos y perderla nueve veces, de enamorarme una vez mas, vivir la historia como si fuese un lector encantado y apasionado, esperando no salir nunca de ese viejo paraíso, no estaría dispuesto a volver a mi habitación y hundirme en la desesperación.

Mi último viaje sería el inicio de todo.

Abro el reloj, los detalles grisáceos de estos llaman mi atención de manera inconsciente y no me detuve a pensar en algo más, admiraba al que se había convertido en un amigo y aliado que había llegado a darme el consuelo que nadie mas obtendría, mi único acompañante en todas estas noches eternas.

Las manecillas congeladas me tientan, el corazón grita lo que las palabras no pueden, mis ojos solo transmiten lo que mi corazón desea y las manecillas empiezan a girar en su dirección habitual.

Mis parpados caen en el silencio de un viaje veloz y mi mente se prepara para esta nueva realidad en busca de enmendar los errores pasados.

¿Esta vez sabía lo que hacía? No tenía una idea fija, pero mi deber siempre fue protegerla y salvarla, cosa en la que fallé y que hoy arreglaría.

¿Estaba listo? Eso ya no importaba, hace mucho que no tenía relevancia ese tipo de emociones cuando tener a Violet entre mis brazos, verla sobre un escenario, verla danzando y riendo era el único sueño que perseguía.

No importaba lo que pasaría, estaría dispuesto a cambiar mi vida por la suya, por tener la certeza de que siempre ella será feliz.

Abro los ojos, atento a la atmósfera en la que me encontraba, mi ropa era la misma, el estado de mi cabello despeinado seguía igual, incluso mi desgastado ánimo era el mismo, pero fui consciente de lo que pasaba cuando escuché el sonido de un coche salir del estacionamiento del departamento.

Corrí a la ventana, mi coche salía del estacionamiento y avanzaba con tranquilidad.

Violet.

Miré la hora por el rabillo del ojo; 8:30. Mis pasos se aproximaron a la puerta, la abrí sin más y corrí por los pasillos del piso, corrí hasta llegar al estacionamiento y mirar a un joven entrando a su coche, me aproximé sin más a él.

—Necesito tu coche —le informé al chico castaño que estaba en el asiento del conductor. Su aspecto era desgastado, casi igual al mío y me sorprendió ver como solo bajaba de su coche sin ningún problemas ni protesta, cediéndome el coche.

No me detuve a pensarlo, asentí con la cabeza como símbolo de agradecimiento y me subí, tomé el volante y solo pisé el acelerador, adentrándome así a la carretera poco iluminada, aceleré como pude, era ridículo aceptar que era inexperto solo porque había evitado a toda costa conducir desde el accidente, era una barrera que rompía ahora.

Tomé un atajo, iniciando la ruta de una carretera con solo un estilo de dirección, me dediqué a mirar en los alrededores pero no encontraba ni a mi coche ni a Violet en ninguna parte, por otro lado, miraba la hora, los minutos, tratando de que el tiempo no me ganara en esta carrera y poder acabar con todo esto. Pisé el acelerador hasta que llegué al punto exacto del accidente.

Detuve el coche, observando la carretera.

8:40

¿Dónde estás, Violet?

Mi semblante preocupado empeoraba, mientras mi mirada rebuscaba sin detenerse. Y, casi como por arte de magia un coche pasó a mi lado, las luces delanteras me cegaron, pero otras a mis espaldas llamaron mi atención.

Violet.

¿Qué hacía yendo en dirección contraria? ¿Que no se había fijado? ¿Había estado distraída?

Enseguida vi el accidente venir mucho antes de que sucediece. Giré mi cabeza, todo parecía ir en cámara lenta.

Ambos coches se aproximaban a sí mismos, mi boca se abrió en protesta, quería gritar y lo hice unas cuentas veces pero la bocina del coche contrario me interrumpía. Avancé, corrí para evitarlo, y entonces vi como el coche se detuvo, más sin embargo, Violet seguía avanzando.

—¡DETENGANSÉ! —saqué, pero la bocina volvió a interrumpir.

Mis piernas corrieron aunque mi cuerpo y mi mente intentaran conectar para saber lo que estaba pasando.

Aunque corrí y grité, aunque me esforcé y observé todo como un miserable observador; Violet no se detuvo, ambos coches se estrellaron y caí al suelo por el impacto.

Mi mente inconsciente y débil solo me permitió ver  el fuego que salía de uno de los coches y los pedazos de estos en el suelo, colapsé.

—¡VIOLET! —Grité tan fuerte que sentía como mis cuerdas vocales se desgarraban.

Mis ojos se cristalizaron y una gran punzada en mi pecho me hizo retorcer de dolor en el suelo. Mis ojos se cerraron, lo último que pude ver eran las luces y escuchar las sirenas de la policía y ambulancias que venían a socorrer.

Lo último que sentí fue el brutal cambio en la atmósfera y ambiente, junto a una culpabilidad que no me cabía en el cuerpo y lo destrozado que estaba para siquiera respirar.

Lo último que pensé fue en preguntas sin respuestas:

¿Por qué no se detuvo? ¿Por qué avanzó? ¿Por qué siguió? ¿Por qué ella? ¿Por qué no yo? ¿Por qué no hice mas? ¿Por qué en mis manos no está el poder de cambiar todo?

El tiempo había ganado una vez más.

Aquella Noche NuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora