La hermana del Dragón Rojo [Akatsuki no yona x oc]

Capitulo 32

Algunos días pasaron en el viaje mientras caminaban por bosques, lagos, pueblos y ciudades. Se ocultaban constantemente a la vista de la gente, por lo que solo convivían entre ellos formando una relación de confianza mucho más evidente.

La princesa Yona ya se encontraba mucho más tranquila, por lo que los jóvenes aliviados volvian a conversar con naturalidad a las chicas. Sin embargo, Yune sentía algo de incomodidad y molestia, sentía como si una visión se le fuera a mostrar en cualquier momento, pero como si algo se lo impidiera no le permitía verlo.

Rezaba todos los días para eliminar esa horrible sensación de incertidumbre, hasta una noche mientras dormía los dioses decidieron mostrar esa parte en su pasado que cambiaría la forma de ver a su adorada familia, y sobre todo, a su adorado padre...

*Un fuerte e intenso viento hacía elevar las hojas que se desprendían de los árboles en esa época del año, donde pronto entraría el invierno. La imagen de su tío y padre llegó a su mente, mientras se acercaban a un barranco después de atar sus caballos a los árboles cercanos...

-- Me sorprendiste, es la primera vez que me invitas a dar un paseo ¿no?

-- Quería relajarme un poco... Y no había salido del todo desde que Kashi murió...

-- Ya veo... ¡De ahora en adelante llámame cuando quieras!

-- (serio) ¿Sabes hermano? Sobre mi esposa Kashi, era una sobreviviente del incendio... una doncella del santuario... ¿Lo sabías?

-- No...

-- ¿En serio? (agarró rápidamente una espada y apuñaló a su hermano mayor por la espalda)

-- I-Il...

-- ¿Por qué estas sorprendido? Somos hermanos... ¡Se cuando mientes, hermano!... Lo sabías ¿no es así? (Yu-Hon se enojó) No... terminaste descubriéndolo... y por eso, asesinaste a Kashi ¿no?*

A diferencia de las otras ocasiones donde se le mostraba el pasado o el futuro, ella no saltó asustada ni gritando... solo despertó, como si fuera un sueño normal, pero doloroso.

Se sentó con cuidado de no despertar a Yona o Yoon, que dormían tranquilos al lado de ella en la pequeña tienda que tenían, dejándola a ella al centro. Quitando las mantas las colocó en Yona para abrigarla, y sin siquiera colocarse su calzado tomó su abanico y comenzó a caminar.