Capítulo Quince

801 137 34
                                    

Ese alguien resultó ser una muchacha.

Bien, podría tener cien años por lo que sabía, pero daba la impresión de que podría ser multada si se le ocurría comprar cigarrillos. Aunque el hoyo estaba bastante oscuro, mis ojos no muertos funcionaban realmente bien, y pude distinguir sus delicados y pálidos rasgos: barbilla afilada y grandes y oscuros ojos. Creo que se les llaman ojos de pensamiento, grandes y bonitos y bordeados por unas pestañas maravillosamente oscuras.

Estábamos de pie en el hoyo, juntas y mirándonos la una a la otra. Ella parecía tan joven, tan fresca; si de repente hubiera sacado un par de pompones y hubiera comenzado saltar como una animadora no me habría sorprendido.

En lugar de eso, se arrodilló e inclinó de modo tan respetuoso que su frente tocó el fondo del hoyo.

- Majestad, le imploro su perdón... no la pude ayudar arriba, había muchos de ellos.

- Levántate, no me llames así, y no te apures. ¡Vamos!, ¿te levantaras? Este suelo es asqueroso. - Me moví tentativamente; Si. Mis zapatos, definitivamente, se pegaban. Era como estar en un cine después de medianoche saliendo de la función del The Rocky Horror Picture Show - En serio: Levántate. - Me agaché, agarré su brazo y la coloqué en posición vertical.

- Majestad....

- Kara.

- Reina Kara...

- Ka-ra. Ves. - Ella miró hacía otro lado, entonces tímidamente me volvió a mirar.

- No puedo. ¿Puedo lllamarla Señorita Danvers en lugar de "Kara"?

- Pues, no, - admití, - aunque algunas personas efectivamente lo hacen. Y no soy la reina.

- Todavía no, - dijo ella misteriosamente.

Deje pasar eso.

- ¿Dónde estamos? ¿Y por qué estoy aquí abajo? ¿Esto es una mazmorra?

- Ojalá, Majestad. El Amo aloja a sus Demonios aquí abajo. En este momento corre para tirar de la palanca. La puerta de la jaula subirá, y los Demonios estarán sobre nosotras.

- Bien, ese es un hecho extraordinario. - Estaba un poco nerviosa, pero no totalmente aterrada. Todavía no. Encontré a la animadora sumamente interesante. ¿Por qué saltó conmigo? ¿Y por qué tenía metido en la cabeza que yo era una reina? Ni si quiera era Leo. - Las paredes son bastante abruptas aquí adentro... apuesto que es así para que no tengamos tiempo para salir trepando. ¿Alguna sugerencia?

- Sí. - La animadora buscó en el bolsillo de su pantalón vaquero y saco un sobre pequeño, densamente acolchado, del tipo que se usa para enviar discos por correo. Prácticamente me lo tiró, de tan ansiosa que estaba por deshacerse de él. - Para ti. Sólo tú puedes esgrimir eso.

- ... gracias Uh. Córcholis, no tengo nada para ti. - Abrí el sobre y miré adentro. Y sonreí. Puse al revés el sobre y sentí deslizarse la fresca cadena de oro en mi mano. Era una bella cruz de oro con una cadena tan fina, que yo, con mis súper ojos, tuve problemas para verla. Me la puse, palpando el pequeñito broche de presión con mis grandes dedos y colocándola alrededor de mi cuello después de algunos segundos de intentarlo.

- Muchas gracias. Dejé la mía en casa.

- Esto es por qué es la reina. O lo será. Usted fue profetizada, ¿sabe?

Vampira & SolteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora