Capítulo Siete

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Después de discutir durante un rato, Imra y yo tomamos distintos caminos, y conduje hacía la casa de mi madre.

Ahora que había decidido forjarme una vida nueva (no tenía ni idea de cómo), no podía dejar que pasara otro minuto con mi madre pensando que todavía estaba muerta.

- Eso está bien, - había dicho Imra, - pero podrías haberles explicado a tu padre y Mrs. Danvers que la razón por la que todavía estas por aquí es porque eres un vampiro. - Su voz se rompió en "vampiro" sofocando una risa tonta. No la podía culpar. Sonaba ridículo.

-Tú los viste, - repliqué. - ¿Parecían capaces de escuchar alguna explicación? Mi padre ni siquiera salió a decirme adiós.

-Tienes razón. - Le había pedido a Imra que le contara las nuevas noticias a aquellos que ella pensara que necesitaban oírlo, pero se había horrorizado ante la idea.

- En el cine, los vampiros siempre pasan a la clandestinidad - me discutió. - Permanecen muertos para sus amigos y su familia.

- A) esto no es el cine y B) no quiero que mis amigos y mi familia piensen que estoy muerta cuando todavía estoy por aquí. ¡Esto no es un secreto! No quiero andar escondiéndome por las sombras como una anémica idiota, durante los siguientes doscientos años.

- ¿Que pasará con el gobierno? ¿Y los científicos? ¿Qué ocurre si quieren capturarte para estudiarte? Además, hay un certificado de defunción. Así es que tu número de seguridad social no sirve, cortaron tu crédito... no puedes continuar donde lo dejaste Kara, piensa eso.

No había pensado en eso. ¿Cómo iba a ganarme la vida? Tal vez podría trabajar en el turno de noche en un motel, o en algo parecido.

- Pues díselo o cállatelo, me da lo mismo. Solo te digo que no me voy a quedar escondida en la más oscura de las sombras. ¿Que te parecería si no te lo hubiera dicho?

- Eso es diferente. Somos casi hermanas.

-Toda la gente lo dice - dije agudamente, - por el gran parecido familiar que tenemos, ¿Verdad? - Imra puso los ojos en blanco.

- Solamente digo, que no tienes por qué decírselo a todo el mundo. Tal vez únicamente a tu familia y a mí. Y puede que también al Oficial Mike. ¡Podrías invitarlo a tu casa... poner música seductora, algo horrible parecido a Sade, y luego al ataque! Él podría ser tu primera comida.

Traté de no pensar en eso, aunque una parte de mí se despertó hambrienta ante la imagen mental del oficial Mike siendo el primero.

- Estás enferma, - le dije. - Vete a casa y duerme un poco.

- No estoy enferma, tengo miedo. Lo cuál es bueno dado las otras alternativas. Saluda a mamá Danvers de mí parte. Y piensa en lo que te he dicho, charlatana. El cine no puede estar equivocado del todo. - Mira quien lo dice, Imra nunca va al cine.

* * * *

Estacioné en frente de la pequeña casa donde vivía mi madre, una vivienda de dos pisos de altura, en Hastings, un suburbio de St. Paul. Aunque era casi medianoche, todas las luces del nivel inferior estaban encendidas. Mi madre debía de tener insomnio, en el mejor de los casos. Pero estaba segura de que no era eso. Casi corrí por el porche, llamé dos veces y luego moví la manija. Abierta, una de las cosas que me gustaban de Hastings.

Di un paso en el cuarto de estar y vi a una mujer mayor sentada en la silla de mi madre. Tenía el pelo canoso de mi madre (había comenzado a encanecer en la escuela secundaria), y llevaba puesto el traje negro de mi madre, y las perlas de mi madre, un regalo de bodas de sus padres.

- ¿Quién...? - « ¿... eres tú?», casi pregunté, pero, por supuesto que era mi madre.

El trauma y la pena la habían hecho envejecer veinte años. Había quedado embarazada de mí un mes después de terminar la escuela secundaria, y a menudo habíamos sido confundidas por hermanas.

Vampira & SolteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora