Capítulo Dieciséis

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No fue un grito de dolor. Fue un grito de placer. De hecho, era un grito de éxtasis.

¿Las ladyfriends de Lena?

Probemos con el harén. No tardé en encontrar la habitación, aun en un palacio como este. Simplemente seguí los jadeos y los gemidos. Estaba absolutamente segura de que quienquiera que hubiera gritado no estaba en problemas, pero soy curiosa. ¿Y estaba molesta? - sí, era la mierda más grande vampírica, por qué Lena me tenía esperando. Abrí la puerta al final del vestíbulo y vi a Nia parada delante de una gran ventana. Se dio la vuelta, me vio, y extendió sus manos en señal disculpa.

- Están muy ocupadas - dijo. - No tuve mucha suerte cuando intenté conseguir su atención. Sólo tardarán unos minutos más.

Curiosa, me acerqué a ella y me situé a su lado. La ventana era transparente, como uno de esos cuartos dentro de otro cuarto que se ven en las estaciones de policía. Y a través de la ventana pude ver a Lena y a dos... - huy, había otro par de tetas - tres mujeres. Se contorsionaban, gemían y ronroneaban en el centro de una cama, que era, si es posible, más grande que un kingsize. Vamos, que se parecía a un acre, cubierto de raso. Era una cama imperial, y cada poste era tan grande como un tronco de árbol. Estaba cubierta con sabanas de raso color chocolate (bueno, al menos no eran rojas... tannn horteras), pero las almohadas - las nueve - estaban tiradas por el suelo. A Lena se le veia feliz. ¡Estaba casi sonriendo! Y debería de estarlo, en medio de un moreno nido como se encontraba. Las tres mujeres tenían el pelo largo y oscuro, con unas extremidades robustas... nada de modelos anoréxicas para ella. Una de ellas hasta tenía un vientre delicadamente redondeado. Dos de ellas eran de piel clara, y la tercera de color chocolate con leche, con los pómulos altos como una reina egipcia. Eran humanas. Estaba un poco sorprendida de la facilidad con la que lo podía decir. Tenían un resplandor, una vitalidad de la que Lena, Nia y yo carecíamos. Tal vez era porque sus corazones tenían que latir un poco más rápido y respiraban tantas veces. Tosí.

- Uh ¿deberíamos estar, así, espiándolas? - Nia pareció sorprendida.

- No nos pueden oír. Ese cuarto esta a prueba de ruidos, y este vidrio es de tres pulgadas de grosor. Además, a Lena no le importa. Usualmente tiene un observador.

- ¡Eso es enfermizo!

- No, es cauteloso. ¿Sabes cuántas personas poderosas han sido asesinadas en sus camas?

- Puedo decir sin peligro a mentir que no tengo ni idea.

- Pues bien, bastantes. Te dije que era una mujer cuidadosa. Bueno, nunca baja la guardia. Ni siquiera en momentos como este. - Me quedé en silencio. Era una de las peores cosas que había oído alguna vez. Si no puedes relajarte durante el sexo - en particular durante una fantasía inspirada en Penthouse, como esta - bien, eso no sonaba a que disfrutara demasiado de la vida. Tener cuidado era una cosa. Ser enterrada viva era algo distinto.

Una de las mujeres chilló, y eché un vistazo a tiempo de ver a Lena derribarla y empujar. Sus nalgas se flexionaron cuando empujó dentro de ella; haciendo que alzara las piernas y le rodeara la cintura. Podía ver los músculos de su trasero rodeado por los cintos de un arnés moviéndose mientras la follaba y, aunque me dolió en varios niveles admitirlo, la chica tenía el mejor culo que hubiera visto alguna vez. Tenso, musculoso, y dulcemente redondeado en exactamente los lugares correctos. Yum.

Vampira & SolteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora