Capítulo Dos

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Lo siguiente que recuerdo, fue abrir los ojos en una absoluta oscuridad. Cuando era una niña leí un cuento corto acerca de un predicador que fue al infierno, y cuando llego descubrió que los muertos no tenían párpados, así no podían cerrar los ojos para bloquear la visión del horror. De inmediato supe que no estaba en el infierno, ya que no podía ver nada. Intente moverme. Me encontraba en un espacio pequeño, cerrado, que era una intrigante combinación de suavidad y dureza. Estaba sobre algo duro, pero los costados de mi pequeña jaula eran acolchados. Si éste era un cuarto de hospital, era de lo más extraño. ¿Y dónde estaba todo el mundo? Tuve una brillante idea e intenté sentarme. Mi cabeza chocó contra algo suave y a la vez duro, que se movió cuando lo empuje.

Conseguí sentarme y parpadee en la penumbra. Al principio pensé que era una gran cocina industrial. Después me di cuenta de que estaba sentada en un ataúd. El cual había sido colocado en una mesa grande, de acero inoxidable. Eso significaba que no era una cocina, esto era... Casi rompí algo cuando salté hacia fuera. Salí demasiado rápido, por lo que el ataúd y yo nos dimos la vuelta y caímos al suelo. Cuando caí, sentí el golpe en mis rodillas, pero no me importó; en un segundo estaba de pié y corriendo. Atravesé las puertas y me encontré en una gran sala. Estaba aún más oscura; no había ventanas a la vista, simplemente filas y filas de perchas. En el extremo más alejado de la sala se encontraba una rubia alta, atemorizada, vestida con un ridículo traje rosado. Podría haber sido bonita si no se hubiera pintado con un colorete anaranjado y demasiada sombra azulada. Además su lápiz labial, rosa parduzco, estaba desdibujado. Se la veía chocantemente pálida y cualquier maquillaje le hubiera quedado mal. Se tambaleó hacía mí con unos zapatos comprados en las rebajas, donde si compras un par, el segundo te lo dan a mitad de precio. Su pelo si era bonito: con uno lindo ondulado en las puntas y con unos atractivos reflejos. Da color a tu pelo por veintitrés $ en Shade Lush Golden Blonde. La mujer de ese horrible traje era yo. ¡La mujer con los zapatos baratos era yo! Me tambaleé mientras me acercaba al espejo, con los ojos muy abiertos. Sí, era yo, y sí, me veía horrible. Bien, ¿por que no habría de estarlo? Estaba muerta ¿O no era así? Ese asno tonto del Pontiac Aztek me había matado ¿O no lo había hecho? Estaba muerta pero era demasiado estúpida como para quedarme así. Muerta y caminando por la funeraria con un traje barato y zapatos de cuero falso.

El entierro debía de ser a la mañana siguiente... u hoy, unas horas más tarde, pensé, mirando el reloj. Y mi tonta y maliciosa madrastra, debía haber elegido este traje para mí. Y... Me quité uno de los zapatos, y miré dentro. Propiedad de Cat Grant-Danvers ¡La perra tenía la intención de enterrarme llevando puestos sus zapatos de mala calidad! Esto me pareció mucho más injusto que incrustarme en un árbol mientras mi gato miraba.

¡Mi gato! ¿Quién iba a cuidar del pequeño monstruo? probablemente Imra, o tal vez mi madre... sí, mi madre probablemente. Mi madre. Se me ocurrió que debía buscar a mis entristecidos familiares y amigos y comunicarles que no tenía intención de ser enterrada. Pero lo pensé mejor. Estaba muerta. Había sido convertida en zombi o algo así, y necesitaba terminar el trabajo que el tipo del Aztek había iniciado. O tal vez este era el purgatorio y tenía alguna determinada tarea que hacer, antes de que Dios me abriera la puerta. Tuve el fugaz pensamiento de que los doctores en el ER se habían equivocado, pero lo descarte. Recordé, demasiado bien, el sonido de mi cráneo haciéndose pedazos. Si no me hubiese muerto, ahora estaría en la UCI, con más tubos que un aula de química. No pareciéndome a una prostituta. (Muerta) ...llevando puestos basura de mal gusto en mis (Muertos) ... pies. Aparte de todo eso, no podría soportar ver a alguien que luciera como yo.

Caminé hasta el final del vestíbulo, encontré la escalera, y comencé a subir. La funeraria tenia tres plantas - y no quería ni pensar para que necesitaban las otras dos - esperaba que fuera un edificio lo suficientemente alto, ya que pensaba tirarme de cabeza. Al principio pensé que la puerta estaba cerrada con llave, pero con un duro empujón se abrió complacientemente con un sonido de metal contra metal. Salí al exterior. Era una bella noche primaveral - toda la nieve de la tormenta se había derretido. El aire olía húmedo y calido, como si fuera fértil. Tuve la extraña sensación de que si esparciera semillas en el tejado de la funeraria, brotarían y crecerían. Nunca una noche había olido tan dulce, ni siquiera el día que me mudé a mi propia casa. Cuando me pare sobre la cornisa, ignoré la muy fuerte punzada de aprensión que corría velozmente por mi columna vertebral. Ésta no era mi última noche en la tierra. Esa había sido un par de noches atrás. No tenía ninguna razón para sentirme triste. Había sido una buena chica durante mi vida, y ahora iba a por mi recompensa, maldición. No iba a andar dando tumbos como una zombi, dándoles un susto mortal a las personas y fingiendo que todavía tenía un sitio en el mundo.

- Dios mío,- dije, vacilando mientras me balanceaba, - te veo ahora-. Me lancé desde el tejado y caí en la calle, de cabeza, como había planeado. Lo que no estaba en el plan fue el aplastante y crujiente dolor de cabeza que me inundó cuando choqué contra el suelo, pero ni siquiera perdí el conocimiento, y mucho menos vi a mi camarada Dios. En lugar de eso gemí, agarré firmemente mi cabeza, y finalmente me levanté cuando el dolor disminuyo. Sólo para quedar aplastada contra un camión de basura. Miré hacía arriba justo cuando el aterrorizado conductor gritó...

-¡Dios, señora, quítese de en medio! ... luego, mi frente golpeo con fuerza en el parachoques del camión. Me deslicé hacía abajo como un animalito atropellado en la carretera, cayendo sobre mi trasero. Cuando me levanté, limpiando la suciedad de mi horrorosa falda, el conductor miro hacía atrás y acelero bruscamente como si el infierno le persiguiera.

No le puedo culpar. Porque, ¿quién ha oído alguna vez, hablar de alguien atropellado por un camión de la basura, que se levantara y siguiera caminando?

Vampira & SolteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora