Estaba tan feliz que no podía dejar de reír de todas las cosas que comentábamos sobre el viaje. Christian bajaba las maletas del auto mientras "lo ayudaba" sosteniendo las cajas de los discos que habíamos comprado. Era un día soleado en Santa Mónica.
— ¡Sienna! —escuché la voz de mi madre llamándome.
Di media vuelta para verla y pude sentir cómo la sonrisa de mi rostro se desvanecía. Sam estaba junto a ella y no pude evitar voltear a ver a Christian. Estaba de pie junto a las maletas y sus ojos se mantenían fijos en dirección a Samuel quien, de forma extrañamente efusiva, se aproximó a mí buscando abrazarme.
— ¡No sabes cuánto te he extrañado! —declaró —¿Te divertiste en tu viaje? —me tomó por los brazos
— ¿Qué estás haciendo aquí? —no estaba de ánimo para sus idioteces, si me hubiera extrañado tanto me habría podido llamar.
—Vine a verte, ¿no es obvio? —Christian pasó detrás de mí y pude verlo llevar las cosas al interior de la casa, mi madre lo ayudaba con la bolsa en la que habíamos metido mi ropa sucia.
—Pensé que ya habíamos superado esto —emprendí el camino a casa, necesitaba sentarme y la presencia de Sam bien ameritaba un vodka, era una lástima tener que tomar medicamentos. ¡Cómo me hacía falta el alcohol!
—Te veo mañana —dijo Christian abandonando la casa y lo único en lo que podía pensar era en que no quería que se marchara, mi cerebro gritaba "no, no, no" pero mi estúpida boca permaneció en silencio. Creo que tuve miedo de que el imbécil de Sam hiciera algo estúpido; después de todo ya lo había dejado sin empleo.
El sonido de la puerta principal cerrándose tras el paso de Christian fue realmente desalentador. Mi madre me observaba sin saber qué hacer.
— ¿Cuánto tiempo llevas aquí? —estaba harta
—Llegué hace un par de días, quería verte... la última vez no supe explicarme. ¡Lo siento! Fui un estúpido y lo sé, pero es que me asusté mucho cuando me di cuenta de lo que estaba pasando —no dejaba de manotear en todas las direcciones.
— ¿Te asustaste? —bufé—, ¿cómo crees que me sentí yo, ah? —me dejé caer en el sofá.
—No sabía qué hacer para ayudarte...
— ¿Y ahora lo sabes? —tomó mis manos entre las suyas y dijo:
—Sólo sé que quiero hacerte feliz lo que nos quede de tiempo —quería patearlo, miré a mi madre; estaba de pie en el marco de la puerta y nos observaba confundida.
—Sam, yo ya no estoy para... —me interrumpió.
—Voy a hacerte la mujer más feliz de este mundo —creo que estaba buscando calmar su consciencia y limpiar su karma.
—Porque no la dejas descansar un poco y después le cuentas de todas esas cosas que has planeado —interrumpió mi madre en un tono cariñoso, se acercó a Sam y lo tomó por los hombros. Él pareció entenderlo y se despidió dándome un beso en la mejilla, resultaba un poco obvio que él tampoco me seguía considerando su pareja.
¿Qué mierda se le había metido en la cabeza? Comencé a llorar en cuanto lo escuché marcharse, ¿por qué las cosas tenían que darse de esta manera?, ¿por qué el universo conspiraba para alejarme de las cosas que realmente me importaban ahora? Hubo un tiempo en el que habría esperado esto de Samuel Ackermann, había soñado con verlo buscarme con ese entusiasmo cientos de veces durante los diez años que ahora veía desperdiciados a su lado, ¿qué le hacía pensar que podía regresar así cuando quisiera?
ESTÁS LEYENDO
I'll follow you
ChickLitSienna es una mujer que ha vivido los últimos diez años de su vida enamorada de Samuel. Cuando un diagnóstico desafortunado la hace cuestionarse sobre el rumbo que va tomando su vida vuelve a casa en donde conocerá a Christian quien la ayuda a repla...