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Desperté con el aroma de un café recién hecho, la luz del sol se colaba entre las cortinas y el sonido del mar invadía la habitación de Christian; su silueta dando vueltas en la cocina me resultaba interesante.

—¿Estás despierta? —cuestionó ladeando la cabeza. Me había descubierto observándolo.

—Buenos días —le saludé acomodando mi cabello, parecía que estaba hecha un desastre.

—¿Café? —se acercó ofreciéndome una taza.

—Gracias, ¿qué hora es?

—Son casi las once

Casi escupo el café al escuchar esa declaración. ¿Cómo se había hecho tan tarde?

—¿Vas a ir a trabajar?

—No, llamé para avisar que tuve una emergencia.

Me sentí totalmente avergonzada, no pretendía que esta persona tuviese que cambiar su rutina por causa de mis problemas de salud.

—No deberías... —me interrumpió antes de que pudiera completar la frase.

—¿Qué es exactamente lo que está pasando contigo? —preguntó, no parecía molesto pero su interés era auténtico.

Tuve que respirar profundamente, ni yo misma podría explicarlo a detalle porque había dejado de escuchar al médico cuando escuché hablar de mi "expectativa de vida".

—El doctor lo llamó GBM IV o en etapa 4...—declaré sin mucho ánimo de entrar en detalles.

Christian me miraba atento, probablemente le estaba hablando en chino.

—Es un tumor cerebral... —aclaré.

—¿Es doloroso? —preguntó.

—A veces...

—¿Te apetece desayunar fuera? —le agradecí el cambio de tema.

Apenas media hora después estábamos "almorzando" en un pequeño restaurante local. A esta hora era difícil llamarlo desayuno. Me sentía apenada por haber hecho que Christian no se presentara a trabajar; aunque él no parecía estar molesto en absoluto.

Comimos con tranquilidad, y omitimos hablar de lo que ahora llamaba "mi condición". Sentí la alarma vibratoria de mi teléfono móvil y no pude evitar sentir cierto entusiasmo imaginando que por fin Sam se había decidido a contactarme. Maldije mi hábito de arrojar el teléfono a la bolsa, y tener que "escarbar" en ella para poder encontrarlo. El nerviosismo me hacía revolver las cosas al interior de mi bolso ante la mirada entretenida de mi acompañante, sin tener éxito en mi tarea; cuando al fin pude encontrar el teléfono, éste había dejado de sonar. Me sentí un poco decepcionada cuando vi el número de mi madre en el registro de llamadas perdidas.

Creo haber hecho una mueca, pues Christian no tardó mucho en cuestionarme por mi reacción.

—¿Te molesta que tu madre te llame?

—No, claro que no... Supongo que esperaba otra llamada —murmuré.

—¿De él? —inquirió.

No tuve que decir nada, mi silencio resultaba muy evidente.

—¿Por qué no lo llamas tú? —sugirió—, a estas alturas ya debe estar preocupado.

"Si estuviera preocupado ya me habría llamado", pensé.

—Debo devolver la llamada —declaré incorporándome para salir del local.

Christian hizo un ademán de aceptación.

—¿Hola?, soy yo

—¿Estás bien? —cuestionó mi madre con voz angustiada.

—Sí, ¿por qué preguntas?

—¿Dónde están?

—Almorzando frente a la costa., ¿pasó algo?

—Vine a verte porque tu amigo me avisó que te sentiste mal anoche y que se quedaría a cuidarte; y llego, y no hay nadie en este lugar.

—¿Christian te llamó? —reclamé.

—Sí...

—¿Cómo es que tiene tu número?

—No lo sé, tal vez lo vio en tu móvil.

—¿Te llamó desde mi teléfono?

—¡No!, ¿por qué te enojas? Es obvio que tenía que llamarme, soy tu madre.

—Sí, pero... —me interrumpió.

—Al menos es bueno saber que estás con alguien responsable. Por lo que escucho, no estaba en tus planes decirme nada. Y eso no es justo dado que...

—¿Qué, que me estoy muriendo?

Hubo un breve silencio en la línea antes de que escuchara a mi madre decir:

—No me hables así... No me digas eso —la había lastimado, estaba actuando como una estúpida y en realidad era porque estaba enojada con Sam por no haberme llamado hasta ahora.

—Perdóname... No era mi intención lastimarte; en realidad estoy bien pero te agradecería mucho si pudieras venir a acompañarme durante el día. No quiero que Christian siga ausentándose en el trabajo.

—¿No quieres venir a quedarte a la casa?

—Mamá, todavía quiero sentir que tengo un poco de libertad... Lo siento —estaba siendo egoísta; yo quería sentir que era libre y ella quería recuperar los años que me alejé de su vida para seguir "mis sueños".

—Está bien... Yo entiendo; los espero aquí. Tal vez me tome un café en el restaurante que está aquí. No se apresuren.

—Gracias —terminé mi llamada y regresé a la mesa en la que Christian aguardaba por mí.

—¿Todo bien? —quiso saber.

Sonreí y asentí con la cabeza; el resto de la conversación giró en torno a nuestros empleos y lo que habíamos pensado que seríamos en el futuro cuando teníamos quince años. Él me habló de su empleo como pianista en el restaurante de un hotel, y yo fingí estar sorprendida; aunque la sorpresa me la había llevado el día que accidentalmente había coincidido en su centro de trabajo.

Aunque sólo había comido tostadas francesas y café, tenía la sensación de haber tenido un desayuno excelente, y sabía que no tenía nada que ver con lo que había comido.

Regresamos a pie quejándonos de los paseantes que solían dejar basura en las playas y muelles; Christian se quejó de aquellos jovencitos que disfrutaban de su vida sexual los fines de semana a las cercanías de "su casa", creyendo que tenían privacidad. Reconoció que, a pesar de no haber sido muy diferente en su juventud, tener que experimentarlo ahora como un "viejo que tiene que levantarse temprano", era realmente incómodo. Por mi parte sólo pude reír y esperar a experimentarlo el fin de semana.

Mi madre nos saludó a la distancia, agitando su brazo por lo alto. Se veía entusiasmada. Mi acompañante esbozó una sonrisa y devolvió el saludo con su brazo.

—¿Cómo están? —cuestionó ella con la sonrisa más pícara que le había visto alguna vez.

—Muy bien, ¿y usted? —Christian la invitó a pasar a la "casa".

Mi madre parecía sorprendida por el espacio; sin embargo, no se veía incómoda. Aseguró estar teniendo un día excelente y le pidió a Christian poder tener una "tarde de chicas" con su hija. Él no parecía tener ninguna objeción, y nos vio partir con rumbo al salón de belleza.

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