IX
"Hachikō" estuvo bien, triste como en cada ocasión; pero por alguna razón era una de esas películas que disfrutaba cada vez que la veía. Tal vez era masoquista. Creo que mi madre la veía con la esperanza de que, en cada ocasión el final fuese diferente.
Tenía mucho sueño. Se suponía que comeríamos algo después de ver la película pero mi cabeza se sentía llena de aire, y mis ojos parecían haber sido alcanzados por los "polvos de Morfeo". Mamá me dejó dormir y acordamos que no diría nada a mi padre respecto a lo que había ocurrido con Sam.
En mis sueños me reunía con mi hermano; era curioso porque él se veía exactamente como la última vez que lo había visto, y yo parecía tener la edad de la mujer que había pasado más de diez años junto a Sam.
Él se veía radiante y alegre, me tomaba de la mano y caminábamos por la orilla del mar; pude ver Santa Mónica Pier, y en mi sueño buscaba encontrar a Christian haciendo algo en la punta del muelle, pero no lograba verlo. Mi hermano me sonreía y me entregaba una carta. Tuve la intención de leerla pero el sonido de la puerta principal cerrándose me despertó.
Mi padre había vuelto a casa.
—¿Cariño?, ¡ya llegué! —se anunció a sí mismo justo como lo hacía en mi infancia.
Traté de incorporarme pero parecía que el suelo me atraía hacia él. Estaba muy mareada y no podía articular palabras. Escuché sus pasos acercándose a través del pasillo, y escuché a mi madre bajar las escaleras corriendo para pedirle que no hiciera ruido porque yo estaba durmiendo.
Quise pedir ayuda pero sólo un largo "hilo" de saliva resbaló por mis labios, esto era tan humillante. ¿Por qué no había podido controlar eso?
Limpié mis labios y barbilla usando el anverso de mi mano derecha. Aún no lograba equilibrarme, pero al menos ya había podido llamar a mi madre.
No creo haber lucido muy bien, pues su reacción fue preguntarme si quería ir al hospital. Yo no quería nada de eso; al menos no, si no estaba experimentando dolor alguno. Recordé que no había estado tomando los antieméticos y le pedí a mi padre que me ayudara a llegar a mi habitación.
No tenía hambre pero comí un poco a fin de poder tomar mis medicamentos.
Pasé el resto del día durmiendo. Quería pensar que mi reciente malestar había sido producto del alcohol que bebí en la cena con Christian, y no que "mi condición" estaba empeorando.
Cuando desperté estaba en una habitación de hospital, y podía ver a mi padre hablando con un médico; me tomó algunos minutos entender la situación. Mi madre estaba sentada a mi lado y sus manos apretaban con fuerza mi mano derecha.
—¿Qué ocurre? —cuestioné con cansancio.
—Convulsionaste durante la noche, mi amor —besó mi mano —, te trajimos de inmediato.
Miré a mí alrededor, odiaba este lugar, odiaba la vista desde aquí. Quería salir de inmediato y me aterraba pensar que los médicos insistieran en mantenerme aquí.
—El doctor cree que deberías permanecer en observación —explicó mi padre apenas cruzó la puerta—, cree que deberían hacerte algunos estudios a fin de descubrir qué fue lo que pasó.
—¿Para qué quiere hacerme estudios?, tengo un tumor, eso es todo lo que pasa —estaba angustiada, no quería pasar ni un minuto más en este lugar—, ¡dile que me deje ir!
Mis padres me observaban detenidamente, parecían temerosos de pedir mi alta hospitalaria, podía entender su postura; pero a no ser que el doctor pudiese ingresar a mi habitación con una cura milagrosa que me devolviera mis planes, no sé qué más podía esperar de este lugar.
No quería comer, la comida de este lugar me hacía sentir enferma y, para colmo de males, tratándose de un domingo parecía que toda la burocracia y papeleo se retrasaban más de lo normal.
Mi madre buscaba distraerme con películas que encontraba en la programación de la televisión, pero en mi cabeza lo único que tenía era la idea de salir corriendo de aquí. Para mi fortuna, papá logró conseguir mi alta un poco antes de las seis de la tarde, y no tuve que pasar la noche en una cama de hospital y una habitación que parecía haber sido decorada por Sam.
Estaba agotada, y una vez que supe que podría salir, también me sentí hambrienta. Descendimos por el elevador y fingí no sentir mareos cuando éste se movió; no quería dar pretextos a los médicos para retenerme más tiempo. Para mi sorpresa, Christian aguardaba en la sala de espera. Él no me había visto todavía, pero mi madre supo que yo a él sí cuando busqué acomodar mi cabello.
Me tomó por los hombros, me acomodó el cabello con sus dedos, y confesó haber sido ella quién lo llamó. No sabía si estar contenta o incómoda.
Nos acercábamos a la sala de espera cuando una enfermera se acercó a Christian de una forma muy "familiar"; parecían conocerse, y por la forma en que ambos sonreían imaginé que había algo entre los dos. Detuve mis pasos y escuché a mi padre anunciar que iría por el auto.
Me sentía estúpida, pues me percaté de que justo en ese momento me sentía celosa de la mujer que hacía reír a Christian.
Mi padre se alejó de nosotras y, aunque el pasillo estaba lleno de gente, no podía evitar fijar mi vista en las risas que esas dos personas compartían. Mi madre me tomó del brazo y me invitó a seguir caminando.
Avancé lentamente, no quería interrumpir aquel momento, no porque no quisiera apartarle de él, sino porque hasta ahora no había visto a Christian interactuar con otra mujer que no fuera mi madre, y eso me intrigaba.
Se veía feliz, tenía esa sonrisa tan natural dibujada en su rostro... Esa sonrisa con la que se le iluminaba su faz. Me miró de soslayo e inmediatamente se puso de pie; lo vi despedirse de aquella enfermera dándole un beso en la mejilla y se acercó a nosotras.
—¿Todo bien? —indagó viéndome a los ojos.
—El doctor dijo que quería tenerla en observación pero parece que es más necia que una cabra.
Se sonrió y me tomó del brazo. Mi madre me soltó con el pretexto de ir a buscar a papá.
—¿Estás segura de esto? —cuestionó Christian.
—No quiero estar aquí, no me gustan los hospitales —me sentía un poco incómoda. Estaba reaccionando como una idiota.
Mis padres nos llevaron a casa y decidí que prefería pasar esa noche ahí. Tenía que pensar seriamente en lo que estaba pasando. El tumor, las convulsiones, mis celos, Christian, Sam... En fin, mi cabeza estaba hecha un lío.
ESTÁS LEYENDO
I'll follow you
ChickLitSienna es una mujer que ha vivido los últimos diez años de su vida enamorada de Samuel. Cuando un diagnóstico desafortunado la hace cuestionarse sobre el rumbo que va tomando su vida vuelve a casa en donde conocerá a Christian quien la ayuda a repla...