XV

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El viaje sería más largo que dos días, Christian pensó que sería divertido ir a Las Vegas y apostar un poco. Yo siempre había sido mala para eso y por lo que pude ver él también apestaba para los juegos de cartas.

No estuvimos mucho tiempo en el casino, pero me llevó a recorrer algunas tiendas y me contó cómo había conocido a algunas bandas buenas ahí en lo que llamó su "incipiente" carrera musical.

Tomamos unas sodas en un pequeño bar en el que parecían no haber recibido a un par de sujetos que no desearan beber alcohol. Y por la noche salimos a recorrer las calles para presenciar los espectáculos de los artistas urbanos, en su mayoría "magos" e ilusionistas. Por la expresión facial de mi acompañante supe que ese tipo de cosas le fascinaban. Le arruiné el momento preguntándole si sabía que todos eran un fraude y se dedicaban a engañar a la gente. No le dio mucha importancia y respondió que no era un fraude siempre que el espectador creyera en la magia.

Se tardó bastante en el baño antes de dormir, había entrado a bañarse después de que yo hiciera lo mismo y fingí estar dormida cuando él salió. Se había metido ahí con su ropa y la pequeña maleta negra.

Por la mañana tomamos un ligero desayuno y abordamos el auto, según él estaríamos en Dallas antes de la noche pero eso no pasó, al menos logramos llegar a Texas. Christian era una de esas personas que cuando encontraba un lugar que le parecía "lindo" tenía que detener el auto para "respirar" el aire que había ahí. Yo pensaba que él estaba más loco que yo. Hasta ahora no había tenido mareos ni nauseas. Empezaba a pensar que Dios, o lo que fuera había decidido ayudarme y le guiñaba un ojo al cielo en agradecimiento cada vez que pensaba que Christian no me estaba viendo.

Habíamos estado comiendo en los pequeños restaurantes locales que nos encontrábamos al pie de la carretera y Christian insistía en ir a probar al menos algo entre los dos, si es que había muchos autos estacionados frente a los locales. Según él así es como se sabe si un lugar tiene buena comida.

Se burló de mi gusto por los Backstreet boys y *NSYNC, me dijo que era de esperarse de una chica con cara de snob y lo obligué a escuchar la música de mi iPod hasta que reconoció que "Larger than life" era de hecho una buena canción. A cambio escuché la música que lo había convertido en músico y le confesé que yo también había amado a Freddie Mercury aunque sabía que era gay. Bromeó conmigo diciendo que tal vez por eso le había gustado a él.

Nickelback es una de esas bandas que amas u odias y te llevan del cielo al infierno porque, o tienen letras grotescas con muy buena música, o letras hermosas con música que podría mejorarse; pero en carretera parecían tener todo un escenario diferente y disfruté de cada nota y de cada canción.

Estábamos en un lugar llamado Abilene, nos hospedamos en un hotel llamado Sleep Inn. Según Christian el nombre sonaba a un buen descanso. Un bonito y colorido lugar, nada ostentoso y lo suficiente para descansar en un ambiente confortable.

Había tenido una ligera sensación de adormecimiento en las piernas durante las últimas horas, pero quería pensar que era debido a todas las horas que había pasado sentada en el auto.

Christian parecía agotado, cuando salí del baño él ya estaba dormido, seguía usando la ropa con la que había venido conduciendo y no se había quitado las botas. No se percató de cuando le quité el calzado y lo acomodé sobre la cama.

La pequeña maleta negra estaba sobre la mesita de noche, tenía doble cierre y Christian había juntado ambos con un candado. Pensé en la pequeña llave que colgaba de su cuello. Algo no me gustaba del todo.

Me recosté y caí dormida, estaba realmente agotada.

Cuando tenía siete años me caí en la piscina de Sally Carmichael, era su fiesta de cumpleaños y yo no sabía nadar; al principio me angustié, había luchado tanto contra el agua en un intento inútil por no hundirme que terminé descendiendo de forma más violenta. Creo que nadie se percató del incidente porque la música estaba muy fuerte, y todos estaban muy divertidos en el jardín. Después de todo su madre había decidido que nadie entraría a la piscina hasta que no hubieran terminado con el protocolo del pastel y yo jugando a las escondidas había terminado tropezando con la escalinata frente a la alberca y caí. Después de un momento me había rendido y abrí los ojos sólo para ver la luz del sol colarse a través del agua, me había parecido una vista hermosa y tranquilizadora en medio de toda esa angustia. Mi hermano Chris fue quien me sacó de la alberca y unos días después ya estaba tomando clases de natación. Mi padre creía que una niña de Santa Mónica tenía que aprender a nadar sí o sí.

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