Epílogo

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En 2014, Brittany Maynard acaparó los medios de comunicación porque tuvo que mudarse al estado de Oregón para morir con "dignidad". Para los que se oponen a eso, la dignidad humana probablemente no sea sinónimo de salud emocional, pero para mí lo era.

Apenas unos días después de la reunión con mi familia tuve que ver a un médico porque ya empezaba a tener problemas para recordar lo que había hecho, incluso a pocas horas de haberlo hecho. Según él, pronto tendría que hacerme a la idea de usar pañales para adulto porque mi control de esfínteres podría verse comprometido.

Tenía que decidir cómo quería terminar con mi vida antes de que las circunstancias decidieran que pasaría mis últimos días postrada en una cama aguardando el momento en que mi cerebro decidiera olvidar cómo usar mis pulmones o corazón.

La noticia fue devastadora. Mi madre no paraba de llorar diciendo que perdería a su "bebita", y para mí era muy importante poder marcharme en mis propios términos. Había llegado el momento de los abogados y diagnósticos que avalasen que mi condición ameritaba una muerte asistida. Eso implicaba pasar al menos un par de días en mi lugar favorito: el hospital.

Como era de esperar Nicole quiso estar a mi lado asegurándose de que estuviera consciente de lo que pasaba a mí alrededor y de que nadie decidiera por mí. El padre de Sam vino a visitarme, pues ya tenía conocimiento de cómo se habían dado las cosas entre su hijo y yo la última vez que nos habíamos visto. Si bien cuando sugirió que Samuel debía "indemnizarme" por todos nuestros años juntos me sonó ofensivo, la realidad es que su dinero sería muy útil con los gastos legales y funerarios que mis padres tendrían que afrontar. En palabras de mi madre había gente tan pobre que lo único que tenían era dinero; pero a mí ya no me importaba mucho lo que pudiera pasar con los Ackermann.

Mi madre sólo estaba dolida porque en los últimos diez años había pasado más tiempo con ellos de lo que le había dedicado a mi propia familia, y la actitud del señor le hacía sentir que nunca me consideró parte de su familia. Eso me generaba arrepentimiento porque si lo ponía en perspectiva mi familia debería haber sido mi prioridad. Pero había vivido la vida que escogí con mis decisiones y el viaje no había sido nada malo.

Me quedaría con las sonrisas y los abrazos. Los bonitos lugares que jamás habría conocido de no ser por los Ackermann y las deliciosas comidas de mi madre. Los consejos de papá, y las manos de Christian Kavanaugh recorriendo mi cuerpo aunque fuera a la hora de la ducha. Volvería a ver a mi hermano y mi perro, y si las historias de reencarnación eran ciertas, seguro volvería en algo que pudiese estar cerca de mis padres.

Al menos las agujas ya no eran un problema gracias a la pérdida de sensibilidad y me permitían comer lo que quisiera porque ya nadie estaba hablando de mi "recuperación".

Christian estuvo conmigo en todo momento y era el único que no se alarmaba cuando decía cosas que no tenían ningún sentido para los presentes. Era como si mis recuerdos no coincidieran con la versión de los demás. En cambio me ayudaba a recordar lo que en realidad había sucedido y me acompañaba a ver películas que yo juraba que amaba aunque terminaba sin encontrarles sentido.

Mi cuerpo y mi mente se habían dividido, a veces pensaba en cosas que mi boca no mencionaba porque terminaba diciendo algo completamente diferente; era realmente fastidioso. ¡Ya ni hablar de leer o escribir!

Pasaba las noches con los dedos de Christian enredándose en mi cabello y acariciando mis brazos y espalda, me hubiera gustado corresponder pero mi cuerpo estaba muy pesado; se había hecho casi imposible moverlo. En mis momentos de cordura le recordaba que lo amaba y le daba las gracias por ser el "tardío amor de mi vida". Siempre besaba mi frente antes de besar mis labios.

Había llegado tarde a su vida; pero había llegado y por eso valía la pena todo lo acontecido.

Sería en una cama de hospital de la mano de mis padres y Christian. Él y yo nos llevaríamos a la tumba su secreto y lo ocurrido en Phoenix. Y le pedí que pusiera aquella canción con la que bailamos en esa habitación para que pudiera escucharla cuando todo hubiera llegado a su fin.

Nicole renunció a su puesto en "primera fila" porque en sus términos estaría apoyándome todo el tiempo con mis decisiones pero no quería ver cómo ocurría. A mí me bastaba con saber que estaría acompañándome al otro lado de la puerta.

Mi padre dijo que JC Chasez se lo había perdido, no pude evitar reír; aun en medio de su propio dolor buscaba hacerme reír. Eran las personas más hermosas y valiosas a mis ojos. No tuve miedo, porque me resultaba más aterrador imaginar mi breve futuro en estas condiciones.

Los labios de Christian se posaron una última vez sobre mi frente y pude irme así, con la mano de mi madre tomando la mía con fuerza y los más hermosos ojos verdes que había visto viendo los míos.

Me llevaba el petricor y las luciérnagas, la música y el amor de toda la gente a la que yo también había amado.

Había sido un buen viaje.

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