35. Un cambio necesario

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¿Don Mario, le gustan estas? _Decía a gritos mientras mostraba unos capachos de maíz.

_No, mija, esos no, esta niña todavía no aprende.

Don Mario era el dueño de una floristería artesanal en un pueblo llamado San Gil, el cual proveía las flores artesanales hechas en capachos de maíz a un hotel de Bucaramanga.

Estaba preocupado porque unos gusanos habían llegado a los cultivos de maíz.

_Vamos que tener que ir a Bucaramanga, para traer los químicos y de paso pasamos por el hotel a llevar los arreglos florales, y de paso... ya sabes que Mendoza está enamorado de ti _La miro para ver su expresión_

Porque le enfadaba que alguien la cortejara o que le dijeran que había alguien enamorado de ella, eso era lo último en lo que Emily pensaba.

En la casa sentada en una mecedora, tomando una taza de chocolate caliente, ya eran pasada las siete de la noche y ese día había sido particularmente frio, repasaba las cosas que iba a llevar, cuando tomo una agenda y de ella cayó al suelo una tarjeta de presentación que Park le había entregado.

Han pasado seis meses desde la última vez que vio a Park, fue el día que firmo unos documentos, el cual estaba escrito en coreano.

_ ¿No lo vas a leer? _Pregunto algo preocupada_ ¿Estas segura, después no digas que te estafamos o te engañamos? _La miraba de manera interrogante y esa  sonrisa en el rostro de Park que la molestaba, ella siempre pensó que eran amigas, pero parece que no fue así.

_No, quiero terminar pronto. _Dijo cortante_ Me voy, si eso es todo, me voy.

_Si, por ahora, luego te hago llegar a tu cuenta el dinero faltante _Extendió su mano y le entrego una tarjeta de presentación. _Por si necesitas algo, cuenta conmigo.

La miraba detenidamente, cuantas veces estuvo tentada a llamarla para preguntarle por él, de manera casual, pero no, el dolor no le permitió dar ese paso.

Ahora estaba bastante mejor gracias que Ana en sus aventuras conoció a don Mario un señor como de unos cincuenta y tantos años, muy querido que necesitaba ayuda en sus negocios, Ana aviso a Margarita para que enviara a Emily con ella y así pudiera olvidar su fracaso.

Margarita al enterarse del enredo en el que se encontraba su hija, casada, divorciada y ella sin enterarse, decidió que era mejor alejarla de esa ciudad, porque al estar ella allá siempre lo iba a recordar, y no le gustaba verla todos los días caminando como un muerto, los ojos hinchados de tanto llorar y cada vez más delgada. Su amada hija estaba sufriendo mucho.

Ya pasado el tiempo, se sentía más segura, más tranquila y también ya lo había olvidado.

Comenzar de nuevo no fue fácil, siempre terminaba llorando, o de mal genio, gritaba por todo, era insoportable, pero eso ya paso y quedo en el olvido.

Tomo la tarjeta y la rompió en muchos papelitos.

Eran las siete de la mañana cuando llegaron al hotel, este era de estilo campestre, en la entra había unos jardines muy grandes y hermosos, también cabañas, y habitaciones, parque de juegos y una gran cancha de tenis, era especialmente bella y lo que más le gustaba estaba lejos de la ciudad lo que le daba esa particular tranquilidad, que tanto ella deseaba.

Al  entrar había una sala de estar con unos sillones ordenados en forma de círculo, donde ella se sentó muy cerca de la recepción a espera a don Mario, que se había ido a buscar al administrador el señor Mendoza para hacerle la entrega de las flores.

En la recepción se encontraba Mary una joven muy carismática y bastante conversadora, al verla fue a saludarla.

Emily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora