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-¿quién es?.- preguntó mirando la hora en el reloj suavemente apoyado en su desordenada mesa de luz.
eran las tres de la mañana y no había podido dormir ni siquiera unos minutos.
contemplaba en la oscuridad y el silencio el frasco que la llamaba desde un rincón del mueble, pero sentía que cada vez dependía más del estúpido medicamento, y eso a fin de cuentas le hacía peor por lo que se había decidido a dejar de consumirlo de a poco.
-sofi.- fue lo único que escuchó del otro lado. aquella voz que tanto conocía sonaba tan rota que sintió su corazón partirse en dos.

tres semanas habían pasado desde el día que se despertó con él a su lado. desde ese momento no habían vuelto a hablar y aunque sofía realmente lo necesitaba, se obligaba a no buscarlo para evitar causarle cualquier molestia.
sabía que estaba ocupado, veía en sus historias de instagram que frecuentaba cada vez más el estudio y eso la ponía feliz, estaba cumpliendo lo que tantas veces le había prometido a ella y a sí mismo.
pero también sabía que se la pasaba yendo a fiestas, consumiendo droga, conociendo gente prejudicial para él y no podía evitar sentir que era su responsabilidad, porque ella le estaba soltando la mano y mauro se estaba perdiendo en el ambiente al que tanto había querido entrar y del que no podía escapar.

-¿qué pasó mau?.- preguntó mientras se incorporaba en la cama y bajaba los pies al piso, tanteando, intentando encontrar las pantuflas que habían dejado ahí la noche anterior.

-estoy afuera.

se extrañó y no dijeron nada más mientras ella cruzaba el living con dirección a la puerta. hacía frío y solo tenía una remera cubriéndola, pero no tenía tiempo para preocuparse por eso si en todo lo que podía pensar era en que mauro jamás hacía esas cosas de aparecerse sorpresivamente a las 3 de la mañana, menos si hacía semanas que no tenían ningún tipo de contacto.

abrió con miedo y lo encontró del otro lado perdido. estaba totalmente ido, con los ojos rojos, la mirada avergonzada, el pelo despeinado hacia un costado y la nariz a penas colorada.
se quedaron viéndose el uno al otro por un tiempo, casi como un reencuentro, como esas escenas en los aeropuertos en las que es difícil reconocer a alguien después de mucho tiempo sin haberlo visto.
sólo que sin abrazos, sin lágrimas, sin euforia ni alegría.
y es que sofía ya no podía reconocer a mauro.

505; dukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora