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-¿podes dejar de hacer escenas mauro?- preguntó, irritada, sin mirarlo cuándo notó que era él quién había entrado a la habitación en la que ella se encontraba, buscando el enchufe detrás de la mesa de la luz que su amigo, nicolás, le había mencionado cuándo pidió prestado su cargador.

la situación era realmente incómoda. nadie sabía sobre la pelea entre mauro y sofía y, aunque ella desconocía el motivo por el cuál el mayor estaba enojado, podía sentir con claridad como evadía su mirada, evitaba intercambiar palabras con ella y tiraba comentarios hirientes que no eran normales en él, y menos dirigidos hacia la morocha.
el ambiente cada vez se iba tornando más tenso al punto de que los demás invitados a la reunión comenzaban a notarlo y la incomodidad brotaba cuando los temas de conversación se terminaban abruptamente después de algún remate mal intencionado.

sofía, cansada de ceder ante mauro, se había propuesto no pedirle perdón ni buscarlo para solucionar el problema, porque después de todo era él el que se entretenía jugando con sus sentimientos y no ella la que lo confundía cuándo tenía oportunidad.

el chico ni siquiera la miró, pero se sentó en la cama, cerca de ella, en lugar de huir de la habitación cómo sofia pensaba que iba a reaccionar.
la morocha dejó de buscar el enchufe y suspiró mientras se incorporaba, quedando sentada a la par de mauro, ambos con la mirada perdida en el armario con la puerta entreabierta y la mente revuelta de pensamientos similares.
sofía fue la primera que puso en palabras la pregunta que rondaba la cabeza de los dos.
-¿qué nos pasó?- habló bajo, era un momento íntimo y mauro sintió como se le iba agrandando el agujero en el corazón, expandiéndose incontrolable mientras se preguntaba para sí lo mismo.
él tenía la respuesta, el amor no correspondido era lo que los estaba destruyendo, rompiendo el vínculo que los unía, destrozando las salidas, los chistes, las risas y las lágrimas, dejándolos únicamente con las memorias grises y los recuerdos tenues, casi invisibles entre tantos sentimientos muriéndose por dejar de ser silenciados.

505; dukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora