26

217 13 0
                                    

se sentía el rey del mundo con ella entre sus brazos.
las horas habían pasado, tenían demasiado por hablar pero poco les importaba. estaban desesperados por disfrutar unos pocos minutos de calma después de tanto tiempo conviviendo con el ruido ensordecedor de los sentimientos ocultos.
de vez en cuando se encontraban mirándose intensamente, sintiéndose ajenos a los ruidosos bocinazos, las sirenas de patrulleros, las gotas del aire acondicionado golpeando sutilmente el ventanal descubierto.

y ese era su lugar. el departamento 505 con sólo la luz del velador prendida, cada uno de su lado de la cama con los ojos radiantes y los pies entrelazados, buscando hábilmente el calor que tanto habían necesitado.

sus besos parecían resonar por todo el edificio y sus risas tontas contrastaban en el silencio de la noche melancólica. solo eran ellos dos, no existía lola, ni agustín, no existía un mañana y menos un futuro juntos, pero atesoraban el sonido de sus respiraciones mimetizándose inconscientemente.

-te amo.- susurró intranquilo. necesitaba una certeza, imploraba que algo le indicara que no era una fantasía más, que existía una oportunidad para ellos a pesar de haberse lastimado tanto.
-yo también te amo mauro.-contestó sofía abriendo un poco los ojos para observarlo, inquieto y nervioso.- ¿qué pasa?
-me preocupa no saber como va a resultar esto.- se sinceró sabiendo que ella lo conocía demasiado como para poder mentirle con éxito.- sos la primera persona con la que me importa en serio no hacer las cosas mal. no te quiero lastimar, pero siempre parece que termino arruinando todo.

la vió por el rabillo del ojo y supo que ella también había pensado en eso. le dolió verla tan insegura y supo que el lo había ocasionado con sus idas y vueltas, sofia ya no confiaba en él.
-siempre pudimos recomponernos de lo malo mauro.- respondió después de una pausa larga, más para convencerse así misma que al morocho.-sólo tenes que prometer que no me vas a dejar sola, que vamos a enfrentar juntos lo que se venga.

-lo prometo.- se apresuró a contestar, queriendo transmitir algo de confianza en sus temblorosas palabras. sabía que se venían cosas complicadas, pero nada importaba si la tenía acostada al lado suyo, en el departamento 505, con los ojos brillando en la oscuridad de la noche y sintiendo que por fin las canciones de amor tenían sentido, las madrugadas se volvían trágicamente románticas y las palabras en su cabeza se amontonaban solas, creando versos interminables dedicados a ese pelo negro.

505; dukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora