Capítulo 2 Crimen y conspiración

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Y tal vez podría purgar mi corazón, para la inminente caída, oh sí, te diré lo que podríamos hacer, sé yo por un tiempo y yo seré tú.

-Paul Westerberg

Antes de que la guerra terminara y los refugios quedarán como un recuerdo claustrofóbico, había desconfianza entre las naciones y la fricción que existía se convirtió en un combate, y en medio del caos surgió el orden, se creó el gran Concejo para resolver los conflictos de una manera diplomática y gobernar a las naciones aliadas, también se estableció a la Tesella como una única moneda. En cambio, cada nación aliada debía crear ministerios y nombrar a un agente concejal para ser los vigías de los concejales e impartir justicia. Finalmente, la guerra que había durado seis años llegó a su fin.

Armand, el hermano menor de Alik, se había convertido en su mano derecha, pero quería gobernar, y no se detendría hasta lograrlo, aunque lo llevara a derrocar a su propio hermano para conseguirlo. Su ambición por el poder lo llevó a provocar un golpe de estado junto con el ministro de defensa Hedeon y dos de sus cómplices.

— ¡Alik, se te acusa por crímenes de conspiración! — exclamó Armand, mientras entraba a la sala.

Los ministros permanecieron atónitos mirando a Armand, esperando que dijera que su acusación era una broma. Finalmente, el ministro Barend se incorporó y rompió el silencio:

— ¡Eso es absurdo! — Exclamó, dirigiéndose a Alik y señalando a Armand, que se había sentado.

— Se te debería expulsar por decir semejante estupidez.

Cualquier clase de lástima que hubiera sentido Alik por su hermano Armand desapareció por completo ante esa acusación. Alik se sintió aterrorizado — ¿Por qué Armand lo habría dicho?— se preguntó. Volvió a levantar la cabeza, ordenó que guardaran silencio, poco a poco se restauró el silencio y todos los asistentes se sentaron de nuevo.

— Armand, soy el gobernante de Providencia. ¿Cómo puedo cometer actos de conspiración en contra mía? debería ordenar que te arresten por interrumpir una reunión con los ministros.

— Ha llegado el tiempo de un nuevo cambio, es momento de que asuma el poder y tú hermano mío, te retires.

— Mí gobierno ha sido justo, no me retiraré y tú no asumirás el poder, tus ambiciones llevarán al borde de la destrucción a Providencia.

— Has sido débil, yo me he encargado de controlar revueltas y arreglar los asuntos que tú no has querido atender — repuso Armand con un tono de enfado.

— Los ministros no te permitirán gobernar Providencia, son leales a mí.

— Alik, mira a tu alrededor. Tus ministros serán detenidos y ejecutados, tus ministerios serán destruidos y tu corte de justicia, de la cual te enorgulleces, la disolveré — agregó Armand en un tonó sepulcral — Solamente dejaré al escuadron de la muerte para imponer el orden.

— ¡Se trata de una conspiración en contra mía!

— Por esa razón te acuso de los cargos.

— Hermano, ¿por qué lo haces?

— Quiero el poder, ya me cansé de ser tu sombra.

— ¡Eres mí segundo al mando!

— ¡Deseo el poder absoluto! — exclamó Armand mirando a su alrededor.

— Qué te he hecho para que quieras provocar un golpe de estado en contra mía, de tu propio hermano...

— Durante este tiempo te he estado envidiando.

PROVIDENCIA EL SEÑOR DE LA GUERRA Y LA REBELIÓN DE HUNTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora