Capítulo 33 Emboscada

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Eurípides dijo: "cuando un hombre bueno es lastimado, todos los que llamaríamos buenos deben sufrir con él".

El auto huele a loción después de afeitar. Lyonya se ha estado arreglando en la estación, esboza una leve sonrisa. Aún sigue con los ojos hinchados. Mejor no transitar por el centro a esta hora, veo varios autos patrulla que se dirigen a distintos accidentes, en la radio se escucha un caos, por lo que el coordinador de turno envía las direcciones. El PDA comienza a sonar sobre la pantalla de la computadora de viaje del auto puedo ver el número de Aleksander Sokolov.

— Por un momento creí que no te comunicarías — respondí.

— Estuve haciendo mi trabajo.

— Tienes algo para mí.

— No te llamaría si no lo tuviera, te veo en el muelle seis.

— ¿Que hay en el muelle seis? — pregunta Lyonya mientras me observa.

— Es un viejo astillero que le pertenece a Aleksander y a sus hombres, suelen reunirse en ese lugar cuando no desean ser interrumpidos.

— ¿Confías en Aleksander?

— Por el momento es la mejor opción que tenemos.

La pesada puerta de acero del astillero está abierta, los coches de Aleksander están aparcados delante de un depósito. Una gaviota está posada sobre un poste que está a un lado de la entrada. Lyonya cruza la puerta de acceso.

— Atrapamos a un sujeto en el bar, lo escuchamos alardear acerca de un asesinato.

— ¡¿Qué te hace creer que es el asesino de Ninochka?!

— Describió con lujo de detalles cómo lo realizó y las únicas personas que sabemos somos tú y yo.

— ¿Puedes decirme donde lo tienen? Tengo unas preguntas que hacerle.

El sospechoso se encuentra sentado sobre una silla de acero, sus pies y manos están atados. En su rostro se ven señales de golpe, pequeños cortes en su pómulo izquierdo y sangre en su nariz. Un joven intenta ayudar, pero estorba. Vladimir y Dmitry conversan sobre el juego de anoche. Tiene los brazos musculosos y buenos pectorales. Un corte le ha dividido la ceja derecha con precisión. Aleksander toma una manopla y lo golpea de nuevo.

— ¡No fue sencillo someterlo, el sujeto se mantiene en forma! — exclama Vladimir.

Asiento con la cabeza.

Dmitry ofrece un cigarrillo.

— ¡Así es como suelen resolver sus casos los detectives! — exclama el sospechoso.

— ¿Sabes por qué te encuentras aquí? — pregunto.

— Por un trabajo mal realizado — afirma con un tono de sarcasmo.

— Hacerte el gracioso no te hará salir de aquí con vida.

— ¡Que importa! el venir a este lugar ya garantiza mi propia muerte.

— Creo que puedo ayudarte con eso, pero antes ¿puedes observar una fotografía? — pregunto mientras saco mi PDA del bolsillo.

— ¿Que fotografía quieres que vea?

— Reconoces a la persona que aparece en pantalla.

— Me parece haberla visto en industrias Unsun, trabajé ahí y me encargaba de la seguridad o más bien de trabajos sucios.

— ¿Qué clase de trabajos realizabas?

— Cosas que empresarios como él no querían realizar, me encargó asesinarla. Decía que representaba un peligro para la organización, me negué a hacer el trabajo, por eso envió a uno de mis hombres y después me despidió.

PROVIDENCIA EL SEÑOR DE LA GUERRA Y LA REBELIÓN DE HUNTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora