Capítulo 42 Todo

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Esa es la chica del molino y tan linda, tan linda se hizo, que quisiera yo ser el pendiente
que en la oreja le tiembla: pues, oculto en sus bucles noche y día, rozaría su cuello tibio y blanco.

- Alfred Lord Tennyson

Los líderes de escuadrón se habían reunido dentro de la sala de crisis alrededor de una mesa redonda. La concejal Dagmar se encontraba sentada en un extremo. Hank observó el monitor ubicado en el centro de la habitación. ¿Podremos detener una posible crisis? Pensó sobresaltado. ¿Seremos capaces de detener una posible guerra?

Hiroshi tocó su hombro y preguntó: — ¿Hay alguna noticia sobre el estado de Silvana?

— Estamos en medio de una crisis, y sólo te preocupas por Silvana. Verónica se encuentra con ella — respondió, aunque nada podía estar más lejos de mejorar. Observo el monitor — sólo me pregunto si podremos lidiar con esta nueva crisis sin el apoyo de Eckard o Silvana.

Hiroshi se encogió de hombros.

— Supongo que podremos resolverlo nosotros mismos.

— Imagino que ustedes dos están aprovechando el mejor momento para ponerse al día — respondió Annika lanzando una mirada acusatoria.

— ¿No es cierto? — repuso Hiroshi con una leve carcajada que sonó a un resoplido.

— ¡En serio! son unos pesados.

— Sólo estamos evaluando las opciones — respondió Hank mientras daba un codazo en las costillas de Hiroshi.

— ¡Me alegra que se estén divirtiendo en este momento de crisis! — exclamó la concejal Dagmar, dando un golpe sobre la mesa.

Hank se encogió de hombros.

— Si no hay nada más que agregar daremos por terminado esta reunión — repuso la concejal Dagmar. — Hank, antes de que te retires hay algo de que debo de hablar contigo.

— ¿Sobre qué quiere hablarme?

— Es sobre Merick.

Hank miró atentamente a la concejal Dagmar, se acercó a ella; había algo de incredulidad en su mirada.

— Tal vez el saber esta información sobre Merick te ayudará a comprenderlo mejor — contestó e hizo una breve pausa — no siempre fue malo; al perder a su prometida y a su hija, se convirtió en ese ser malvado que es ahora, sin embargo, el rechazo de su familia por nacer maldito también contribuyó.

— No logró comprender lo que intenta decir señora concejal ¿a qué maldición se refiere?

— Hablo de su habilidad de controlar la mente y la realidad.

— ¿Qué relación guarda conmigo? — preguntó Hank con rostro de incredulidad.

— Más de la que tu puedas creer, tú naciste dentro de la antigua orden de Providencia, dejaste a la persona que más amaste para asumir la identidad de Hank, y a Merick le arrebataron lo que más amaba, pero el sólo busca venganza.

— Yo no deseaba asumir la identidad de Hank — murmuró.

— Sabes, Hank es más que solo un nombre, Hank es un símbolo de esperanza— contestó la concejal Dagmar echándole una mirada — cualquiera puede ser Hank, tú o yo, puede haber uno bueno o uno malo.

Hank continúo observando en silencio.

— Tal vez te estés preguntando por qué te estoy diciendo todo esto; para ganar esta guerra será necesario que hagas el sacrificio más grande que hayas echo.

PROVIDENCIA EL SEÑOR DE LA GUERRA Y LA REBELIÓN DE HUNTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora