Capítulo 14 Un nuevo aliado

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La soledad, si bien puede ser silenciosa como la luz, es, al igual que la luz, uno de los más poderosos agentes, pues la soledad es esencial al hombre. Todos los hombres vienen a este mundo solos y solos lo abandonan.

― Thomas De Quincey

— ¿Quién eres? — preguntó Himeko.

— Mi nombre es Claudius.

— ¿Por qué estás aquí?

— Me han enviado para protegerte.

— ¿De quién?

— De un antiguo enemigo de Elysium y Providencia.

— ¿Por qué me busca a mí?

— Porque eres la clave para detener la guerra que se avecina.

— Para qué Elysium enviaría a uno de sus guardias para protegerme...

— Hay algunas cosas que debes de saber a su tiempo, por el momento subamos al auto

— respondió Claudius mientras abría la portezuela del auto.

Himeko se encuentra sentada en el asiento del copiloto con las piernas apoyadas sobre el tablero. El clima se torna fresco con la caída de la lluvia. Dibuja figuras sobre el cristal de la ventanilla del auto. Las calles se encuentran vacías y algunas personas corren tratando de cubrirse de la lluvia.

— ¿Venías siguiéndonos desde que salimos de Providencia?

— A decir verdad, comencé a seguirlos desde que abordaron el tren en Ciudad Central.

— Y nos venías siguiendo en el vehículo, supongo.

— Al principio no creí que estuvieras a bordo del Chevelle, hasta que el sistema del vehículo dejó de funcionar. Debo de darte el crédito porque lograste entrar al sistema del vehículo y dejarlo inhabilitado

Las calles están casi desiertas. Claudius conduce rápido. Los faros brillan con intermitencia, sobre las ventanillas de los otros coches.

— ¿Qué ha pasado en realidad? — Himeko se peina el flequillo con la mano. Claudius hace un breve resumen de la situación. Plantea un par de preguntas más, recibe unas respuestas más. Entretanto, la voz de Zeox se escucha por el comunicador: — La raíz ha comenzado a seguir nuestro rastro.

Justo lo que imaginaba.

— Zeox, continua el seguimiento de su posición e infórmame si detectas algún cambio.

Lanzó una mirada afligida hacia Himeko.

Ella se encoje de hombros.

— ¡Será mejor que busquemos un lugar en donde pasar la noche! — exclama Claudius.

El reloj digital del auto marca la una y treinta de la madrugada. Claudius conduce por el camino hasta encontrarse dentro del aparcamiento de un hotel y al bajar del auto nos dirigimos dentro. Entramos al living de la recepción. El gerente después de registramos nos entrega las llaves de nuestras habitaciones. Dentro de la habitación se encuentra un frigo bar, dos cómodas, un gran ventanal y una espaciosa cama.

— Montaré guardia, mañana nos iremos a primera hora — comenta Claudius.

— Vi una máquina expendedora en el corredor, Himeko ¿quieres algo para comer?

— Iré al restaurante a conseguir algo que comer.

— Te alcanzaré en un momento — respondí mientras salía de la habitación.

PROVIDENCIA EL SEÑOR DE LA GUERRA Y LA REBELIÓN DE HUNTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora