II. LOS LOBOS NO ESTAN EN SLYTHERIN

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ㅤDOM PODRÍA ESTAR EMOCIONADA, pero la emoción por entrar al gran comedor era opacada por el frío que sentía, si le decían que se le habían congelado hasta los huesos lo creería

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ㅤDOM PODRÍA ESTAR EMOCIONADA, pero la emoción por entrar al gran comedor era opacada por el frío que sentía, si le decían que se le habían congelado hasta los huesos lo creería. Una vez que había terminado el viaje en el tren se habían subido en el mismo bote los cinco, estaban molestándose entre Dominic y Sirius cuando Dom lo empujo y el chico Black casi se cae del bote, Sirius, tomando venganza, la empujo igualmente, pero no había medido su fuerza y la tiro del bote.

Dom juraba que había visto su corta vida  pasar enfrente de sus ojos, ya que no era muy buena nadadora. Las risas habían parado sustituyéndolas por los gritos preocupados      —de sus ahora amigos— pero el señor que manejaba el bote con un simple movimiento de varita la había sacado de la fría agua, pero como ya casi llegaban él no se molesto en lo absoluto en hacer un hechizo para que se secara, solo le tiro una manta que había en el piso en la cabeza. Sirius se paso todo el viaje pidiéndole disculpas hasta el punto de hartar, y Dominic algo que no tenia era paciencia, así que lo resolvió de una manera igual de pacífica que el, tirándolo de él bote también.

Ahí estaban los dos, Sirius atrás de Dom y Dom atrás de James siguiendo la fila de los de primer año, tiritando y con una sucia manta encima; Dominic de vez en cuando volteaba a ver a Sirius y se burlaba de el, mientras que el chico Black la mataba con su mirada, porque —palabras textuales de él— "Había arruinado su hermoso cabello."

La pelea casi pasaba a golpes, porque Dom había respondido a ello de la siguiente manera:

"Tu pelo parece la cola de un caballo."

Pero antes que empezaran los golpes Remus los había separado y se había puesto detrás de Dom. Ella seguía caminado tranquilamente con una sonrisa burlesca por las maldiciones que susurraba Sirius para si mismo cuando unas grandes puertas se abrieron frente a ellos.

La sonrisa burlesca desapareció de su cara y la sustituyo una sonrisa fascinada, la cual mientras iban entrado se iba desvaneciendo por la imagen del techo, había unas cuantas estrellas esparcidas, iguales a las de afuera, y en una esquina una brillante luna cuarto creciente que para ella y aunque no lo sabia, también para Remus, arruinaba toda la escena.

Siguieron caminando, hasta que la profesora que los había guiado hasta allí, la cual se había presentado como Minerva Mcgonagall, paro, los estudiantes se miraron confundidos hasta que un señor con una barba del largo que a Dom le recordaba a la época donde duro sin cortarse el cabello cinco años, pero que su  récord se rompio cuando sin querer su papa le había pegado un chicle, por este cómico pensamiento Dom no presto atención a lo que decían hasta que escucho un nombre conocido:

—¡Black, Sirius!— Sirius formo su clásica sonrisa arrogante y seguro de si mismo se sentó en el taburete.

hubo unos segundos en silencio hasta que el sombrero —con sus inexistentes cuerdas vocales— grito —¡GRYFFINDOR!— el gran comedor empezó a susurrar eufóricamente hasta que la mesa de Gryffindor comenzó a aplaudir, Sirius, el cual ya había eliminado su sonrisa arrogante para sustituirla por una preocupada tomo asiento en la mesa, dudoso.

remus lupin, luna compartida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora