VIII. FIESTA DE TÉ

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EN UNOS DIAS DOMINIC CUMPLIA DOCE AÑOS, y si se lo preguntaban, se sentía más grande e imponente que nunca.

Una mezcla de emociones la acompañaba; la tristeza de no poder pasar su cumpleaños junto a sus padres por primera vez, y la felicidad de pasarlo junto a los amigos que había hecho. Era como lo que había sentido en navidad y año nuevo. Extraño.

Faltaba poco por terminar su primer año en Hogwarts y eso la hacía soltar una sonrisa llena de incredulidad. No podía creer lo rápido que habían pasado esos meses en el castillo; y aunque en la mayoría de clases desearía estar en su cómoda cama, amaba sentir como cada vez sabía más sobre la magia y el poder que contenía, como el movimiento de la varita se sentía más natural, era parecido a conocer más sobre si misma y lo que era capaz. Su madre le había contado, antes de entrar a Hogwarts, algunos de los temas que vería en primer año, y no esperaba el momento de llegar a ca#a y preguntarle más, preguntarle que vería en los siguientes años.

(...)

No le había contado a ninguno de sus amigos cuando cumplía años, así que el diecisiete de Abril, el día en el se hacían doce años desde que había nacido, parecía un día cualquier otro.

—Desearía que mis padres estuvieran aquí.—dijo Dominic rompiendo el silencio en el medio del desayuno.

—¿Por qué?—pregunto Peter con la boca llena de cereales.

—Nunca había pasado un cumpleaños sin ellos, y es rarisimo.

Todos sus amigos —incluidas Lily y Marlene— casi escupieron de su boca lo sea que estaban desayunando al oír eso.

—¿Hoy es tu cumpleaños?—preguntó Remus sorprendido limpiandose la boca.

—Si.— respondió Dom avergonzada, tragando con fuerza el un trozo de manzana verde que estaba comiendo.

—¡¿Por qué no nos dijiste nada?!—exclamó indignada Lily Evans.—No tengo nada preparado para regalarte.

—Y te hubiéramos hecho un cartel de celebración.—agregó Marlene.

—No puede ser, Domi no confía en nosotros.—dijo Sirius fingiendo limpiarse unas lágrimas de su rostro.

—Si confío en ustedes, no sean tontos, solo que... ¿Lo olvide, si?

—No te creo, y de cualquier manera, te tenemos que regalar algo, aunque soy un detalle muy, muy pequeñito.—hablo James.

Todos asintieron de acuerdo y Dominic se llevó sus pequeñas manos a la sienes, sabiendo que no podría convencer al el grupo de lo contrario.

(...)

Sus amigos le insistieron a Dom que permaneciera en la biblioteca toda la tarde, hasta que ellos tengan lista su sorpresa; ella al principio pensó que sería divertido, como mucho estaría allí una hora, pero cuando las horas seguían pasando y hacia cuatro horas se encontraba allí creía volverse loca.

—Siento que ya recorrí este pasillo siete veces...—susurro para si misma mirando las largas estanterías.

La puerta de la biblioteca golpeó con fuerza al abrirse, ganándose una advertencia furiosa de la cuidadora de aquel lugar. Un apenado Peter pidió disculpas y corrió hasta donde estaba su amiga.

—El regalo... esta listo—dijo recuperando aire.

—Dios, pensé que perdería la cabeza. Vamos, Peter, ya quiero verlo.

Ambos chicos salieron a paso rápido del ligar y Peter la guió hacia un pequeño patio que había en el colegio; le indicó que se volteara, quedando justo frente a una pared, y que hasta que el no le dijera lo contrario, que no se de la vuelta.

Dominic hizo caso a sus órdenes y escucho como varios pasos se y objetos se movían detrás de ella; también oyó un quejido de Sirius y como Remus lo callaba rápidamente.

—¿Ya me puedo dar la vuelta?

—No te atrevas a girarte, Dom—aviso Lily.

La cumpleañera suspiro frustrada y siguió esperando, al pasar unos minutos —que sintió como años— finalmente Peter hablo:

—Listo... ya te puedes voltear.

Al girar abrió la boca en sorpresa y soltó una carcajada, fascinada por lo que veía.

Todos los chicos tenían una camiseta amarilla arriba del uniforme, formando la palabra "DOM", el cuarto joven, siendo Remus, tenía en un corazón rojo. Lily y Marlene se encontraban a su lado, la pelirroja con una jarra de té, llena de diseño de flores, y la rubia con siete tazas de té apiladas en sus brazos.

—Feliz cumpleaños, Domi—gritó Sirius alargando la 'i', con sus amigos copiandolo a lo segundos.

—Creo que esto fue de los mejores regalos de mi vida, ni las tartas de mi mamá llegan a esto, algún día tienen que probarlas.

Evans río divertida y exclamó con fuerza.—¡Hora de la fiesta de té!

remus lupin, luna compartida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora