XV. NAVIDAD CON LOS MURPHY

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ㅤDOMINIC TOMO EL PRIMER TREN DE REGRESO, y abrazo con fuerza a su madre al llegar, quien la esperaba en la parada.

—Mi pequeña Sophie, te he extrañado demasiado

—Yo igual mamá, me hicieron mucha falta. Ya quiero ver a papá

—Se quedó cocinando la cena en casa, volvamos rápido antes de que incendie algo.—apresuró Kiara sonriendo, haciendo reír a su pequeña de ojos azules.

(...)

Luego de haberse acomodado en su habitación bajo las escaleras, encontrándose con la mesa hecha, llena de varios tipos de comida.

—Wow, es demasiado.

—Tu mamá hizo más de la cuenta para el almuerzo navideño de mañana...—murmuro cómplice su papá.

—¡Todo es para Dominic! Mira lo pequeña que esta.

—¡Mamá! Los duendes hacen muchísima comida en Hogwarts, te aseguro que no paso nada de hambre.

—Pero nada como la comida de mamá ¿No?

Dominic asintió rápidamente, sabiendo que si decía lo contrario la furia de la mujer loba se pondría sobre ella.—Comencemos a comer.

Ya todos sentados en la mesa comenzaron a hablar, Dom mayormente contando anécdotas con sus amigos —exceptuando las vergonzosas, mayormente por culpa de el tema de los primeros besos— y preguntó si en algún momento podría invitarlos a su casa.

—¡Claro que si!—hablo emocionada su madre— antes de eso me tienes que decir su comida favorita.

—Y no te olvides que tiene que ser un fin de semana en donde no trabaje, ¡Yo también quiero conocer a los chicos de los que tanto habla mi hija!—dijo John.

—Por dios, no hagas como si fueras un papá celoso...—murmuro avergonzada su hija.

—¡Pero si lo soy!

—Amor, nadie te cree—dijo Kiara tocándole el hombro riendo.

Luego de terminar la cena —que hizo aceptar a Dominic cuanto extrañaba las comidas de su madre— se dirigio a su habitación, preparándose para irse a dormir y con mucha emoción, ya que al despertar ya seria navidad.

Soltó un suspiro al acostarse en su cama, casi había olvidado lo que sentía tener una habitación propia y no compartirla con nadie. Giro su vista los cuadros colgados en la pared de enfrente, viendo fotos familiares, las cuales ella sabía muy bien que tapaban garras grabadas en la pared.

Muchas veces sentía que la licantropia la rodeaba, la absorbía; la sentía siempre con ella, y no como algo bueno, si no más bien como si la licantropia fuera parte de ella y su parte humana sea la invitada, que pronto será echada.

Un escalofrío la recorrió por ese pensamiento y clavo sus cortas uñas en su brazo, obligando a calmarse. Cerró sus ojos con fuerza y obligó a dormirse, sabiendo que si se mantenía despierta continuaría pensando demasiado, y eso nunca era bueno para ella.

(...)

Dom refrego sus ojos con fuerza al despertarse por culpa de un grito—¡Feliz navidad!

—Papá, son las seis de la mañana. Y navidad es al anochecer.

—¡Toma tu regalo adelantado!—dijo su padre ignorando el comentario anterior, haciendo entrega de un paquete envuelto, acompañado por un lazo rosado.

Dominic tomó el regalo con las mejillas sonrojadas y una sonrisa, aún media dormida. Agarro la caja y la abrio, soltando un grito al ver al interior, echándose para atrás y soltando el regalo.

—¿P-Papá? ¿Qué es esa cosa?

John frunció el ceño y respondió confundido.—Una mascota, hija. Siempre sentí que te sentiste algo sola, nos tenias a mi y a mamá pero, faltaba algo.

—Papá, eso es muy dulce pero... ¿Una rana como mascota?

—¡Escuche que puedes llevarla a Hogwarts! Así que es un compañero perfecto para ti. ¿Te gusta?—preguntó ilusionado con una sonrisa.

—Si... me encanta.

—¡Me alegra tanto eso! Te dejo para que vayas al baño y pienses un nombre—dijo su papá retirándose de su habitación.

Dominic tomó a la rana en sus manos, haciendo una mueca,—¿Y ahora que haré contigo?

Se vestido rápidamente, luciendo un suéter rojo y haciéndose dos trenzas, decoradas por lazos de color vino, destacando así en su cabello negro. Bajo las escaleras —luego de guardar en una caja a su nuevo amigo— emocionada, observando como ya su mamá había agarrado la cámara, lista para grabar, como todos los años, su reacción a los regalos navideños.

Tomo los dos paquetes que tenían su nombre y los abrió, topandose con prendas de ropa y algo de maquillaje.

—Dios, mi niña ya es toda una adolescente... ya usa maquillaje, luego llega con pareja—murmuraba John negando levemente con su cabeza; haciendo poner los ojos en blanco a su esposa e hija.

Luego de abrazar a sus padres y ver como ellos abrían sus regalos desayunaron todos juntos, a la vez que escribía una carta para cada uno de sus amigos, contándoles sobre sus regalos, nombrando lo mucho que los extrañaba y deseándoles una bonita navidad.

—Dominic, ¿Como vas llevando las transformaciones en Hogwarts?—preguntó su mamá, cortando un poco el momento alegre y poniéndose sería.

—Bien... como siempre—respondió haciéndose una mueca; algo que detestaba que hiciera su madre era romper momentos lindos con preguntas así. Dom sabía que era algo común —al menos entre ellas— pero igualmente le incomodaba hablar del tema.

—¿Duran una noche, como siempre? ¿Duelen más de lo normal?—continuo preguntando Kiara, apretando la mano de su hija.

Dominic se removió en su asiento, dejando de escribir y suspirando. Entendía bien el porque de las preguntas, no recordaba mucho pero alrededor de los ocho años hubo una luna llena donde, inexplicable, en vez de estar transformada solo unas horas, había estado una semana —catalogada por sus padres como la peor semana de su vida— Desde ese momento el tema de la licantropia de su hija era, si era posible, aún más delicado.

—Dije que si, no te preocupes—respondio algo brusca, guardándo las cartas en los sobres y dejándola arriba de la mesa, lista para enviarlas.

Amaba mucho a sus padres, pero a veces se sentía mucho más cómoda en Hogwarts, con sus amigos.

remus lupin, luna compartida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora