-Sami – se oía que alguien trataba de despertarme – ¿Lista?
Me senté en la cama y refregué mis ojos para ver con claridad a la persona que estaba en frente.
-¿Para qué?
-Para ir a la iglesia – dijo Ana
Al parecer los días habían pasado y ya era domingo, todo fue en una abrir y cerrar de ojos. Le había prometido a Ana que hiramos a la iglesia que tanto anhelaba ella. Supuestamente dicen que con Dios todo se soluciona. Estaría bueno probar esa teoría y ver con mis propios ojos. Tal vez, las cosas se solucionen. Me levanté de la cama para ir directo al baño, me encerré en él y observé en el espejo mi rostro. Mis ojos estaban hinchados y con ojeras, sin recordar los días anteriores. Ya tenía una idea de lo ocurrido, pero era mejor estar así, sin recordar un poco. Salí hacia el comedor y me vi en otro espejo que estaba pegado en la pared. En él podía ver todo mi cuerpo y noté algo raro y asqueroso. Por primera vez me dio asco mi propio cuerpo, me veía gorda y delgada a la vez. Ana me observaba ocultando la mitad de su cuerpo detrás de una cortina.
-¿Estás bien?
-¿No notas mi cuerpo? Luce distinto – dije levantando mi remera mostrando la panza
-No lo sé. Pero… creo que tus muñecas están muy delgadas.
Observé lo que ella dijo y simplemente tenía razón.
Dejamos de lado esa conversación, pero Ana parecía estar asombrada, y nos dirigimos a la iglesia. Me vestí normal, no me preocupó en verme bien. Era una iglesia normal, común y corriente. Pero era grande y con muchas personas. Todas esas personas iba con una alegre sonrisa en sus rostro mientras yo los miraba atentamente, ¿porqué yo no tengo esa sonrisa?
Ana sabía por lo que estaba pasando así que me dijo que me sentara en donde yo quisiera, pero que al finalizar me acercara hacia delante para que pudiesen orarme. Nos sentamos en unas grandes sillas de plástico duro. La iglesia se veía muy lujosa por dentro y por fuera. Un hombre joven entra a la iglesia caminando por el largo pasillo que había entre las sillas, aquel hombre estaba vestido con un jean, una camisa blanca y corbata. Pasaban los minutos y todo me parecía aburrido. Tenía sueño y las pestañas me pesaban, quería dormir pero ya pasaría la raya durmiendo en una iglesia.
-Dios nos mandó para un propósito, por algún motivo. Ese motivo tenemos que averiguarlo nosotros mismos buscando de él para que el mismo pueda ayudar de nosotros como lo hace cada día. – Dijo el pastor mientras acomodaba su corbata – Ah, y recuerden: Usted es la pieza clave de Dios. – Agregó con una sonrisa – Muchos dicen que Dios no existe, pero sí. Nuestro Dios si existe. Conozco una pequeña historia que les contaré: Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y entabló una conversación con la persona que le atendió. De pronto, tocaron el tema de Dios.
- El barbero dijo: Yo no creo que Dios exista, como usted dice.
- ¿Por qué dice usted eso? - pregunto el cliente.
- Es muy fácil, al salir a la calle se da cuenta de que Dios no existe. O... dígame, acaso si Dios existiera, ¿habría tantos enfermos? ¿Habría niños abandonados? Si Dios existiera, no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. No puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.El cliente se quedo pensando, y no quiso responder para evitar una discusión. Al terminar su trabajo, el cliente salió del negocio y vio a un hombre con la barba y el cabello largo. Entro de nuevo a la barbería y le dijo al barbero.
- ¿Sabe una cosa? Los barberos no existen.
- ¿Cómo? Si aquí estoy yo. – dijo el barbero- No – dijo el cliente – No existen, si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de este hombre.
- Los barberos si existen, es que esas personas no vienen hacia mí.
- ¡Exacto! – dijo el cliente.
Este es un ejemplo para la fe de Dios, tenemos que encontrarlo nosotros mismos, no podemos esperar a que el venga a nosotros, pero lo que si, el nunca nos dará la espalda. – dijo el pastor terminando de contar su ‘’historia’’Mire a Ana y ella me sonrió, pero yo estaba totalmente seria sin entender. ¿A qué se referiría con eso? Supongo que tengo que averiguarlo. Yo, Sasha, fui a la iglesia y puedo decir, que sigo igual que antes.
¡Qué vida tan aburrida!, miro por la ventana y no veo nada, solo una estúpida avenida con edificios cercanos. Siempre hago la misma rutina que todos los días. Estar acostada viendo por la maldita ventana, como hoy que visité la iglesia. Siempre sola en esta oscura casa. Trinidad se fue a comprar el diario hace dos horas sarcásticamente, mi madre está en la casa de la tía Pancha y mi padre, como siempre en el trabajo. Casa sola para mí. Fui a buscar algo de refresco para tomar, aunque hacia frio. Pasé por el comedor y quedé observando mi cuerpo una vez más. Me vi obesa.
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Un paso a la realidad
RomanceEncontrar una persona que piense igual que yo, seria fabuloso. ¿Que pasaría si todo cambiara? Sin mi existencia. Los problemas son para aprender, son pruebas. La amistad es algo que no tiene precio, y el amor, bueno... el amor es algo hermoso. Mucho...