Desperté al rato, estaba en mi habitación con las ventanas y las cortinas cerradas por la cálida lluvia que caía desde el cielo, después de un día tan caluroso, y soleado, todo se volvió gris. Me asusté al no ver a nadie, todo estaba oscuro. Intenté levantarme pero no tenía fuerzas, apenas, con muy pocas fuerzas, logré sentarme en la cama. Veía todo borroso, el suelo se movía y tenía un impresionante dolor de cabeza. Me quedé sentada por unos segundos agarrándome la cabeza. Luego pude pararme, caminé sosteniéndome de la pared, y en un abrir y cerrar de ojos, caí. Comencé a llorar, y a gritar, los truenos de la tormenta solo me acompañaban. *Estas sola* dijo mi mente. Comencé a gritar más y mas, hasta que escucho unos pasos de alguien que venía corriendo, quien quiera que sea, se merecía el cielo.
-¡¡SAMI!! ¡¿Qué haces levantada?! – era Benjamín, nombrándome por el pequeño apodo de mi hermana.
No podía controlarme, yo lloraba al recordar ese estúpido sueño. Eso me daba más miedo al pensar que me pudieran perder. Benjamín me rodeó con sus brazos formando un abrazo, tratando de calmarme pero yo no podía. Me ayudó a levantarme pero no tenía fuerzas, yo sin decir nada solo mis lagrimas caían una detrás de otra. Como si fuese que los truenos me hacían llorar más, pero solo era miedo, desde chica odié a los malditos truenos y las tormentas fuertes. No me reconocía, ¿por qué lloraba tanto?
Benjamín me alzó en sus brazos mientras yo me sujetaba de su cuello rodeándolo con los míos. Me acostó en mi cama, me cubrió como una simple sabana suave, cuando de repente sonó un sutil trueno y grité una vez más.
-¡Tranquila, todo estará bien! – dijo sentado al lado mío mientras me acariciaba el pelo
Luego se levantó mirando hacia la puerta
-No te vayas, por favor. Quédate conmigo – le dije empapada en lagrimas – mientras le hacia un lugar en mi cama
El solo quedó mirándome unos segundos y se acomodó al lado mío, poniendo mi cabeza en su pecho mientras me abrazaba y me acariciaba, con su mano derecha, mi pelo. Nos tapó a ambos con esa suave sabana. Mi cabeza estaba en su pecho, sentía su corazón el cual latía despacio, y su rico aroma. Mis pestañas volvieron a pesarme provocándome un sueño profundo.
Me volví a despertar a las 03:00 am. Otra puta vez.
Al despertarme, Benjamín no estaba, lo llamé desesperada y viene rápidamente del baño.
-¡¿Qué sucede?! – dijo sentado agarrándome de la mano
-Nada, creí que te habías ido – suspiré
-Nunca, Sami. Estaré aquí hasta que despiertes – dijo sonriéndome
-¿Sami? ¿Hace cuando tiempo no he escuchado ese apodo? – reí – ve a terminar de cagar como lo estabas haciendo hace un instante
-Hace años – dijo – ese apodo te lo pusimos con tu hermana, recuerdo cuando jugábamos los tres juntos, lindos recuerdos, hasta que crecimos. Es que justo que me llamaste ya había terminado – reímos
-Sí, hasta que crecimos y te fuiste.
-No era mi intensión dejarte sola…
-¿No lo era? – dije algo molesta
-¿Quieres saber la verdad? – dijo levantándome el tono de voz
-Pues, dime si tienes el valor… – me interrumpió
-Mi madre, Elizabeth. Murió cuando solo tenía 14 años
-Benjamín… yo no sabía. Perdón. – dije lamentándolo
-¿Y qué? ¿Querías saberlo? Pues, ya lo sabes – dijo mientras sus lagrimas se deslizaban por su rostro - ¡No te das una idea de lo mal que lo pasé! ¿Por qué me has hecho esa pregunta?
-Yo…
-No, mejor no me contestes – se puso de pié y comenzó a golpear la pared con su puño lo cual logró hacerse daño mientras su sangre corría – ¡No me contestes, no me contestes!
Me quedé sin palabra alguna, me di cuenta lo bastarda que fui. No sabía que había pasado eso, ni tampoco me lo había imaginado. Agarré su cara con mis manos.
-¡Benjamín, tranquilo! – le dije mientras el comenzaba a llorar desconsoladamente. Limpié sus lágrimas, luego le di un abrazo muy fuerte mientras él respondió a mi abrazo. Luego de unos minutos se tranquilizó. Se sentó en mi cama, para que yo vaya a buscar el botiquín. No lo encontraba. Una vez que lo encontré fui rápidamente a mi habitación en donde se encontraba Benjamín. Me puse de rodillas junto a él y cubrí su mano en una gasa fina, con cuidado y despacio, tenía miedo a que lo lastimara otra vez. El sangrado se detuvo, no le dolía tanto. Mis lágrimas caían, ya hice suficiente daño a muchas personas, y no quería lastimarlo a él. Levantó mi cara con sus manos, y con su dedo pulgar secó mi lágrima. Me miró fijamente a los ojos y me dijo: Lo siento.
Se levantó, mientras yo lo seguía con la mirada, agarró su abrigo y se fue hacia la puerta de entrada. Fui tras él…
-¡¿A dónde vas?!
-Me iré lejos para no hacerte daño – dijo mirando hacia fuera
-¡No, no puedes irte!
-Sí, debo. - susurrando
-Dijiste que cuando despertara otra vez, estarías a mi lado – giró su cabeza para mirarme y me abrazó – por favor…
-De acuerdo
Fuimos a mi habitación, agachó su cabeza, la agarré de la mandíbula y la levanté – Te eché de menos…
-Igual yo – dijo mientras me sonreía
-Ah, y por cierto… ¿Cómo entraste? ¿Y Trinidad? ¿Dónde está? me olvidé de mi hermana ¡por Dios!
-¡Wow!, cuantas preguntas Sami. Tranquila, ella está bien. Habíamos quedado en que yo vendría a la tarde a pasar un rato por tu casa. Golpee dos veces y nadie contestaba hasta que finalmente me atendió Trinidad secándose las lagrimas, me preguntó quién era, le dije Benjamín y ella asistió a darme un abrazo. Pregunte qué sucedió, e hizo que pasara rápidamente y te vi en el piso, desvanecida. Corrí a levantarte en mis brazos y traerte hasta tu habitación. Ella solo lloraba, no quiso a llamar a tus padres por el motivo en que se preocuparían. Tu madre todavía no ha vuelto ni tu padre, pero aquí estoy, al frente tuyo sano y salvo como la primera vez – me dijo mirándome a los ojos – Trinidad está descansando, no tuvo un bueno día, ni menos cuando te vio tirada en el piso
Por los gritos de Benjamín enfurecido, pareció no despertarse.
Mis ojos se pusieron húmedos, a punto de derramar unas cuantas lágrimas, hasta que finalmente eché una lágrima
-Tranquila Sami, todo estará más que bien en la mañana, lo prometo. – dijo acariciando mi mejilla
-¿Lo prometes?
-Lo prometo
Me dio un abrazo muy profundo y con unas simples palabras me dijo: Duerme, cuando despiertes estaré aquí.
Yo solo le sonreí.
Me acosté haciendo espacio para que él se acostara. Le di la espalda y el solamente me abrazó dándome un beso en la mejilla.
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•6to capitulo. Gracias por leer mi novela. Se los agradezco (':
•Muchísimas gracias :)
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Un paso a la realidad
RomanceEncontrar una persona que piense igual que yo, seria fabuloso. ¿Que pasaría si todo cambiara? Sin mi existencia. Los problemas son para aprender, son pruebas. La amistad es algo que no tiene precio, y el amor, bueno... el amor es algo hermoso. Mucho...