El ardor de mi pecho era casi suficiente para distraerme del lío que tenía en la
cabeza. Pero solo « casi» .
Aumenté la inclinación de la cinta de correr y me obligué a exigirme más.
Los pies golpeando, los músculos ardiendo... eso siempre funcionaba. Así es
como yo vivía mi vida. No había nada que no pudiera lograr si me exigía lo
suficiente: los estudios, la carrera, la familia, las mujeres.
Mierda: mujeres.
Agobiado sacudí la cabeza y subí el volumen de mi iPod, esperando que eso
pudiera distraerme lo suficiente para conseguir un poco de paz.
Debería haber sabido que no iba a funcionar. No importaba cuánto lo
intentara, ella siempre estaba allí. Cerraba los ojos y todo volvía: tumbado sobre
ella, sintiéndola envolviéndome, sudoroso, excitado, queriendo parar pero incapaz
de hacerlo. Estar dentro de ella era la tortura más perfecta. Saciaba el hambre
que sentía en ese momento, pero como un yonqui, me encontraba consumido por
la necesidad de más droga en cuanto dejaba de tenerla. Era aterrador, pero
cuando estaba con ella era capaz de hacer cualquier cosa que me pidiera. Y esa
sensación estaba empezando a penetrar en momentos como ese también, en los
que ni siquiera estaba a su lado pero seguía queriendo ser lo que ella necesitaba.
Ridículo.
Alguien me quitó uno de los auriculares de un tirón y yo me volví hacia la
fuente de la distracción.
-¿Qué? -pregunté mirando a mi hermano.
-Si sigues subiendo eso, vamos a tener que despegarte del suelo en cualquier
momento, Alex -me respondió-. ¿Qué ha hecho ella estaba vez para fastidiarte
tanto?
-¿Quién?
Él puso los ojos en blanco.
-Lucia.
Sentí que se me tensaba el estómago al oír su nombre y volví a centrar mi
atención en la cinta de correr.
-¿Y qué te hace pensar que esto tiene algo que ver con ella?
Él rió sacudiendo la cabeza.
-No conozco a ninguna otra persona que produzca esta reacción en ti. Y
sabes por qué es, ¿verdad?
Él había apagado su máquina y ahora tenía toda su atención centrada en mí.
Mentiría si dijera que no me estaba poniendo un poco nervioso. Mi hermano era
perceptivo, demasiado, a veces. Y si había algo que yo quería ocultarle era
precisamente eso.Mantuve la mirada fija adelante mientras seguía corriendo, intentando no
cruzar la mirada con él.
-Ilumíname.
-Porque vosotros dos os parecéis bastante -dijo con aire de suficiencia.
-¿Qué? -Varias personas se volvieron para ver por qué estaba gritando en
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Hermoso desastre
Fiksi PenggemarLucia Sandoval se ha relacionado con los Rivera desde que era una mocosa, así que cuando necesita una beca para finalizar su tesis en empresariales enseguida recurre a la Compañía Rivera Media. Lo que no se imaginaba es que tendría que trabajar para...