cap 6

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El ardor de mi pecho era casi suficiente para distraerme del lío que tenía en la

cabeza. Pero solo « casi» .

Aumenté la inclinación de la cinta de correr y me obligué a exigirme más.

Los pies golpeando, los músculos ardiendo... eso siempre funcionaba. Así es

como yo vivía mi vida. No había nada que no pudiera lograr si me exigía lo

suficiente: los estudios, la carrera, la familia, las mujeres.

Mierda: mujeres.

Agobiado sacudí la cabeza y subí el volumen de mi iPod, esperando que eso

pudiera distraerme lo suficiente para conseguir un poco de paz.

Debería haber sabido que no iba a funcionar. No importaba cuánto lo

intentara, ella siempre estaba allí. Cerraba los ojos y todo volvía: tumbado sobre

ella, sintiéndola envolviéndome, sudoroso, excitado, queriendo parar pero incapaz

de hacerlo. Estar dentro de ella era la tortura más perfecta. Saciaba el hambre

que sentía en ese momento, pero como un yonqui, me encontraba consumido por

la necesidad de más droga en cuanto dejaba de tenerla. Era aterrador, pero

cuando estaba con ella era capaz de hacer cualquier cosa que me pidiera. Y esa

sensación estaba empezando a penetrar en momentos como ese también, en los

que ni siquiera estaba a su lado pero seguía queriendo ser lo que ella necesitaba.

Ridículo.

Alguien me quitó uno de los auriculares de un tirón y yo me volví hacia la

fuente de la distracción.

-¿Qué? -pregunté mirando a mi hermano.

-Si sigues subiendo eso, vamos a tener que despegarte del suelo en cualquier

momento, Alex -me respondió-. ¿Qué ha hecho ella estaba vez para fastidiarte

tanto?

-¿Quién?

Él puso los ojos en blanco.

-Lucia.

Sentí que se me tensaba el estómago al oír su nombre y volví a centrar mi

atención en la cinta de correr.

-¿Y qué te hace pensar que esto tiene algo que ver con ella?

Él rió sacudiendo la cabeza.

-No conozco a ninguna otra persona que produzca esta reacción en ti. Y

sabes por qué es, ¿verdad?

Él había apagado su máquina y ahora tenía toda su atención centrada en mí.

Mentiría si dijera que no me estaba poniendo un poco nervioso. Mi hermano era

perceptivo, demasiado, a veces. Y si había algo que yo quería ocultarle era
precisamente eso.

Mantuve la mirada fija adelante mientras seguía corriendo, intentando no

cruzar la mirada con él.

-Ilumíname.

-Porque vosotros dos os parecéis bastante -dijo con aire de suficiencia.

-¿Qué? -Varias personas se volvieron para ver por qué estaba gritando en

Hermoso desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora