Capítulo XII: Ceremonia del renacimiento

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Capítulo XII: Ceremonia del renacimiento. 

Estúpida. Eso es todo lo que Mackenzie podía pensar mientras corría entre los árboles del bosque. Habitualmente cuando esto pasaba era su culpa, se metía en problemas para encontrar algo de adrenalina, pero esta vez no había hecho nada. 

—¡Ven aquí preciosa! —Mackenzie gruñó mientras seguía huyendo.

—Como vaya ahí, te corto la lengua.

¿Cómo había podido olvidarse la espada en la habitación? Miró hacia atrás para ver cómo de cerca estaban los hombres que la perseguían, pero eso fue un grave error cuando tropezó con una rama. Cerró los ojos y se tapó la cara con los brazos a la espera del golpe.

Pero el golpe nunca llegó. Unos brazos la sujetaron y antes de poder pensarlo, por instinto, Mackenzie le pegó un golpe en la cabeza a la persona que la sujetaba. El chico soltó un quejido.

—¡Auch!

Conocía esa voz y conocía ese olor. Mack se paró en seco y se giró para ver a su supuesto agresor. Alastair la miraba con los ojos entrecerrados mientras sobaba su cabeza. No parecía demasiado contento. 

—¡No era que no ibas a huir!

Mackenzie vio que el guerrero llevaba en su mano su espada. Sin responderle cogió la espada y se giró hacia sus perseguidores que en ese momento entraban al claro. Alastair no entendía nada, pero sacó su espada imitando a la chica.

Los perseguidores les rodearon, pero ellos no parecían muy preocupados. Eran unos cinco hombres que se veían seguros de su victoria. Mackenzie y Alastair se pusieron espalda con espalda.

—¿Me cubres las espaldas?

—Eso siempre, Highlander.

Ambos se concentraron en la pelea en cuanto los hombres atacaron. Mackenzie alzó la espada golpeando a todo aquel que intentaba acercarse. Cuando vio que uno se acercaba a ellos por el lado, giró su cuerpo haciendo que Alastair también girase y atacó de lleno con la espada.

Pronto los cinco hombres estaban en el suelo doloridos y humillados.

—¿Tienes cuerda? —Alastair sonrió y dramáticamente sacó una cuerda que llevaba atada entorno a la cintura.

—La duda ofende.

Ataron a los cinco hombres contra un árbol y se dirigieron hacia donde el guerrero había dejado los caballos.

—Creí que te habías ido.

—Te dije que no iba a hacerlo.

—No sería la primera vez. —Masculló entre dientes el guerrero. Alastair señaló a los hombres que se quejaban y suplicaban que nos les dejasen ahí. —¿Como has acabado en esa situación?

Mackenzie se sonrojó ligeramente. Esa mañana se había despertado entre los brazos de Alastair. Tras pasarse unos segundos viéndole dormir y delinear su rostro con sus dedos, decidió salir a coger unas flores. 

—Estaba buscando flores para ti. —Alastair que procedía a subirse al caballo paró en seco.

—¿Para mí? —La chica se encogió de hombros restándole importancia. Alastair sonrió negando con la cabeza y luego tiró de su brazo para acercarla y besarla. —¿Ahora a donde, Sassenach?

—Me parece que deberíamos hacerle otra visita a nuestra amiga del bosque. 

***

Llegaron al mismo punto en el que habían estado el día anterior. Los mismo cuatro árboles que marcaban una puerta hacia el acantilado. Esta vez Mackenzie no se atrevió ni a sacar el libro que llevaba a buen recaudo en su bolsa. Al igual que el día anterior, Alastair preguntó.

Sassenach | Highlanders IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora