Epílogo
Mackenzie miraba desde el balcón de su habitación. Su habitación, casi sonaba como un sueño. Desde allí podía ver el patio del castillo y el círculo de entrenamiento en que Alastair entrenaba con sus guerreros.
El grito del pequeño Duncan delató a su hermana antes de que pudiera alcanzarla. Davina se apoyó con cuidado en el balcón y siguió su mirada.
—La Señora del clan MacLean. —Mackenzie sonrió al escuchar a su hermana.
—¿Quién iba a pensarlo, eh?
—Te llaman el ángel guerrero. —En ese momento Alastair levantó la mirada hacia ella y la apuntó con la espada, después le guiñó un ojo y volvió al entrenamiento. Mackenzie soltó una carcajada.
—Ángel guerrero o no, no veo que nos vayamos a aburrir.
Las dos hermanas se quedaron en silencio observando el clan. Hasta que la suave voz de Davina lo interrumpió.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—No quería que fuese real y si lo decía... —Mack dejó de hablar, realmente no tenía ninguna explicación. Si se lo hubiese dicho, su hermana no habría dudado un segundo antes de ayudarla.
—Lo entiendo.
Mack miró a su hermana que le sonreía con cariño. Duncan en sus brazos tenía un ojo a medio cerrar y aunque un gran bostezo salió de su boca se resistía a caer en el sueño profundo.
—Quizás nos podrías leer otra de esas leyendas.
Mackenzie entró en la habitación y se sentó en la cama. Su hermana la siguió y dejó a Duncan con cuidado sobre la cama.
Mackenzie abrió el libro y comenzó a leer.
El secreto revelado del sur
A los dieciocho de la dama
La guerra empezó pronto
La reina se unirá a la batalla
Captiva encontrará su camino
Descongelando el corazón helado
Todas seguirán un destino
En el que convergerán los caminos.
Mackenzie leyó esa novela y más y cuando Duncan por fin cerró los ojos volvió a mirar el libro antes de cerrarlo. Un jadeo de sorpresa salió de sus labios. Davina se asomó para leer lo que había sorprendido a su hermana, el nombre de la siguiente leyenda.
Dallas, el Laird protector.
Mackenzie sonrió y acarició el nombre. ¿Podría ser aquello una señal del destino? Davina le miró sin entender la sorpresa de la chica, pero cuando vio la felicidad de su hermana se limitó a abrazarla feliz de que estuviese por fin en casa.
***
Alastair se sentó en el jardín. A lo lejos Mackenzie jugaba con los niños de la aldea corriendo por todos lados. Archie se sentó junto a él y aclaró la garganta. Alastair le dio toda su atención.
—Me caes bien. Pero si le haces daño, cogeré la espada y te atravesaré las tripas.
Alastair le miró sorprendido, pero luego soltó una carcajada. Extendió una mano hacia el pequeño guerrero que tenía delante.
—Me parece bien.
Archie asintió estrechando su mano. Después su atención se desvió a la pequeña pelinegra que cruzaba el jardín. Pisaba tan fuerte que podría hacer agujeros en el suelo.
—¡Yvaine! —Yvaine se giró para mirarle y frunció su ceño. Después elevó su barbilla y le sacó la lengua para seguir su camino. Alastair reprimió una carcajada al ver el ceño fruncido del rostro de Archie. —Sigue enfadada. —Dijo el chico con un suspiro.
—¿Por qué está enfadada?
—Se cayó al agua y me reí en vez de ayudarla. —Archie se cruzó de brazos enfurruñándose en su sitio. —La última vez me caí yo en el barro y ella se rio y yo no me enfadé.
—Ve tras ella.
—¿Y qué hago para que me perdone?
—Pídele perdón y hazla reír.
Archie se permitió un segundo de pensar si merecía la pena hacerle caso o no y después salió corriendo hacia donde la pelinegra se había ido.
Alastair no se sobresaltó cuando unos brazos le rodearon desde atrás y un beso se posó en su espalda.
—Hola esposo. —La sonrisa del guerrero creció y giró para poder besarla en condiciones. Mackenzie suspiró al sentir sus labios.
—Hola esposa. ¿Cansada de jugar con los niños?
—Son como una jauría.
Alastair rio y tiró de ella para sentarla sobre sus piernas. Mackenzie se recostó en su hombro.
—¿Te gustaría tener alguno?
Alastair la miró y dejó suaves besos por toda su cara hasta llegar a sus labios.
—Contigo, me gustaría tener un ejercito.
—No te emociones Highlander, pasito a pasito.
—Pasito a pasito.
Mackenzie se inclinó a besarle, con su mente todavía en Dallas. Acarició su tripa disimuladamente, ¿podría ser? Unas semanas más tarde empezarían los vómitos y unos meses más tarde Dallas MacLean estaría en brazos de sus padres.
***
Unos meses más tarde
—¿Todo el mundo preparado?
—Akira está en posición.
—¿Nathair? —Evander negó con la cabeza ligeramente.
—Sigue buscando a Kam.
En ese momento un muy agitado Elliot llegó corriendo a la tienda. En su mano agitaba una carta que entregó a su mujer. Nimue soltó un jadeo.
—Es de Effie.
Todos se acercaron a leer la carta. Mackenzie acarició su vientre y miró a Alastair, la mirada de Alastair estaba cubierta de cariño, pero fundamentalmente de preocupación. Mackenzie le apretó la mano y dejó un beso sobre ella.
—Podemos con esto, Highlander.
Alastair se giró a mirar al resto. Todos parecían preocupados, pero todos estaban listos para la batalla.
—Esta será la primera de muchas batallas, el Laird Mackinnon no atacará con todo lo que tiene. La nieve los retrasará, pero aún así tenemos que estar preparados.
Evander se acercó a la mesa y se colocó junto a Alastair.
—Este es el plan.
En esa tienda de campaña comenzó la preparación, con un aviso de la cautiva, un amigo en paradero desconocido y un secreto esperando en el sur. La guerra se olía en el aire y pronto el cielo se llenó de los gritos del fragor de la batalla.
Hola a todos. Este es el epílogo de Sassenach, pero no es el final del viaje. Después de verano, espero, podréis empezar a leer la siguiente historia Highlanders III.
Gracias por leer. Espero que os haya gustado.
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Sassenach | Highlanders II
General FictionCualquiera que conozca a Mackenzie dirá que es la rebelde de las hermanas White. Dirán que es hermosa a la par que peligrosa. También dirán que parece no temerle a nada. Pero la verdad sobre Mackenzie es que el temor siempre le acompaña, el temor a...