Prólogo.
Mackenzie había crecido en clan Murray. Se conocía cada centímetro de tierra a su alrededor y cada árbol del bosque. Conocía el nombre de todos los habitantes y todos le caían bien excepto ese muchacho pelirrojo, Boyd.
Boyd era solo un año mayor que ella y le llegaba por el hombro. Era el único de todo el clan que parecía tener un problema con la falta de sangre escocesa de las muchachas.
A Mackenzie no le importaba lo que dijera la gente, pero a su hermana, Davina, sí. Mack la había escuchado llorar y preguntarle a su madre por qué ser diferente estaba mal.
Mack había sentido una furia que nunca había sentido antes y solamente quería ir y pegarle un puñetazo, pero eso solo traería problemas. Estaba andando por el bosque cuando vio a su padre entrenando con los guerreros.
—¡Papá! —William White bajó la espada para alzar a su pequeña en un abrazo.
—¿Qué le pasa a mi estrella?
—¿Me enseñas? —William observó sorprendido como su hija señalaba a la espada. Una sonrisa se dibujo en su rostro.
—Por supuesto. —Mackenzie soltó un gritito emocionada. —¿Esto tiene que ver con ese chico que os molesta?
—Papá, soy una sassenach. Y estoy orgullosa de serlo.
Su padre la abrazó una vez más antes de empezar a enseñarla. Enseñarla a luchar, a cazar, a esconderse y lo más importante, a moverse por el bosque.
—Corre. —Nathair resopló a sus espaldas. —Más rápido, demonio.
—¿Por qué... —Nathair tropezó con una de las ramas, pero siguió corriendo. —siempre terminamos... —Se golpeó con un arbusto, casi cayendo al suelo. —huyendo de hombres... —Jadeó cuando Mackenzie tiró de él para esconderlo detrás de una roca y le tapó la boca con la mano.
—¿Dónde han ido? —Los pasos se acercaron a ellos.
—Por allí. —Los hombres pasaron de largo haciendo que ambos chicos soltasen un suspiro.
—¿Por qué siempre terminamos huyendo de hombres enfadados? Esa es mi pregunta y aún más importante ¿por qué yo soy el demonio de esta amistad?
Mackenzie rio y se dejó caer sobre las hojas que cubrían el suelo del bosque.
—Porque yo soy un angelito.
—El angelito de la maldad. —Nathair se dejó caer junto a ella. Ambos suspiraron todavía cansados por la carrera. —¿Por qué has decidido cabrear a esos hombres?
—Por nada. —Mackenzie notó la mirada escrutadora de Nathair en ella. —¿¡Qué!?
—Yo creo que tu razón para esconderte en el bosque tiene el pelo oscuro, ojos grises y ¿cómo era? Ah sí, una voz que te invita a pecar.
—¡Cállate!
—Palabras tuyas, no mías.
—Estaba borracha. No sabía lo que decía. Los borrachos siempre quieren pecar.
—Y tú estás más que dispuesta a hacerlo con él. —Nathair soltó una carcajada cuando la chica giró y comenzó a pegarle en el pecho.
—Demonio.
—Ángel.
Mackenzie se quedó a su lado recostando la cabeza en su hombro.
—¿Tienes que irte?
—Debo volver. —Nathair hizo una mueca de disgusto. —Pero volveré tan pronto como pueda escaparme.
Mackenzie suspiró y le abrazó con fuerza. No había nada romántico entre los dos chicos, solo un lazo que los unía con fuerza, un lazo que los volvía familia.
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Sassenach | Highlanders II
General FictionCualquiera que conozca a Mackenzie dirá que es la rebelde de las hermanas White. Dirán que es hermosa a la par que peligrosa. También dirán que parece no temerle a nada. Pero la verdad sobre Mackenzie es que el temor siempre le acompaña, el temor a...