Capítulo X: Hambre
Al despertar Mackenzie no supo donde estaba por un momento. Pronto sus ojos se acostumbraron a la luz y se sorprendió al ver que su fuerte de almohadas había sido destruido y que los brazos de Alastair la rodeaban aprisionándola contra su cuerpo.
—Highlander. —El guerrero murmuró algo en sueños, pero no despertó. —¡Alastair!
Mackenzie al ver que no se despertaba le dio un suave golpe en la mejilla, pero el guerrero tampoco despertaba. Finalmente cogió una almohada y le golpeó en el rostro.
—Auch. — Alastair poco a poco abrió los ojos y al ver el ceño fruncido de la chica y la posición en la que estaban esbozó una sonrisa adormilada. —Buenos días.
—Tienes tendencia abrazarme cuando duermes. —Mack intentó salir del agarre del chico, pero este se hizo incluso más fuerte. Se sorprendió cuando Alastair suspiró enterrando la cara en la curva de su hombro.
—O tú tienes tendencia a venir a mis brazos.
—Quita. —Mackenzie le sorprendió cuando lo empujó y por fin logró salir de su agarre. —Tenemos un largo día por delante.
Alastair sonrió al ver que estaba de buen humor. Volvió a tumbarse en la cama cerrando los ojos por unos segundos. Su sonrisa se borró cuando volvió a sentir una almohada impactar contra su rostro. Al levantar la mirada solo pudo ver a Mackenzie riendo sin ningún tipo de disimulo.
—Corre, Sassenach —la chica no entendió lo que decía hasta que fue muy tarde y los brazos del guerrero ya la habían aprisionado de nuevo y sus manos le hacían cosquillas.
—Por favor, para.
—¡Ah claro! Ahora pides piedad. —Lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Mackenzie mientras se retorcía bajo el cuerpo de Alastair. Alastair decidió apiadarse de ella y dejó sus manos quietas.
La posición en la que estaban era comprometida y las respiraciones de ambos estaban descontroladas. Peor fue cuando Trevor abrió la puerta sin siquiera llamar y soltó una carcajada al verlos y cerró la puerta rápidamente. Alastair soltó una carcajada mientras Mackenzie se sonrojaba y lo insultaba.
***
Hace 22 años...
William tiraba de la mano de Isabela arrastrándola por todo el bosque.
—¡Nos vas a tirar! —Isabela protestó entre carcajadas.
—No puedo esperar a que mi madre te conozca. —De pronto el muchacho paró de golpe. —Esto es una mala idea, no podemos ir allí. —subió la vista hacia Isabela preocupado. —Nos casaremos porque queremos, no tengo por que decírselo.
Isabela interrumpió el torrente de preocupación del chico acariciando su mejilla.
—Son tus padres.
—Mi padre no lo entenderá. —Isabela sonrió con ternura y dejó un beso en la mejilla del muchacho.
—Pues le haremos entenderlo.
Pero, aunque los sentimientos de ambos eran puros y la intención era buena a ojos del Conde de White era inadmisible aquellos. En palabras suyas una ofensa hacia su persona y su condado. Los insultos que le siguieron a esa declaración tales como salvaje, cazafortunas o desecho social y la posterior comparación con la "magnífica" señorita Hamilton fueron más de lo que William podía soportar.
—¡Basta ya! No voy a permitir que hables así de mi futura esposa. —Isabela le cogió del brazo para impedir que el chico pelease con su padre, pero el esfuerzo fue en vano. —La amo y eso es lo que debería importarte como padre, pero a ti nunca te he importado yo. Lo único que te importa es la imagen que tenga la gente de esta disfuncional familia. Así que padre puedes quedarte con la aburrida señorita Hamilton y con tu impecable reputación. Renunció al título, renunció a esta casa y te digo en este instante que nadie va a impedir que me case con la mujer más maravillosa que he conocido alguna vez en mi vida.
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Sassenach | Highlanders II
General FictionCualquiera que conozca a Mackenzie dirá que es la rebelde de las hermanas White. Dirán que es hermosa a la par que peligrosa. También dirán que parece no temerle a nada. Pero la verdad sobre Mackenzie es que el temor siempre le acompaña, el temor a...