Capítulo III: ¡Oh Dios mío!
Hace 22 años...
Condado de White
William fingió agacharse a recoger su servilleta para ocultar un gran bostezo. Los padres de la señorita Hamilton estaban cenando en su casa y eso incluía una aburrida conversación y un gran dolor de cabeza.
Solamente quería escabullirse a la biblioteca y perderse entre las páginas. También quería volver al bosque y encontrar a aquella misteriosa chica. Isabela. Había vuelto dos veces desde entonces y en ninguna de ellas había conseguido encontrarla. Solamente esperaba que el destino volviese a ponerla en su camino.
—El bosque es peligroso. —Su atención volvió a la conversación. —Dicen que allí viven comunidades de brujas.
William soltó una pequeña risa sin poder contenerse. Su padre le lanzó una mala mirada.
—¿Qué es tan gracioso, hijo?
—¿Brujas? ¿De verdad creéis que hay brujas en el bosque?
—¿Acaso vos no creéis en la existencia de las brujas? —La señorita Hamilton batió sus pestañas repetidamente hacia él.
—Lo único que hay en el bosque son animales.
La conversación tomó un nuevo rumbo volviendo a ser una vez más aburrida. Pero William podía sentir la mirada de su madre sobre él. Cuando la velada terminó y los Hamilton se despidieron con una cantidad innecesaria de halagos, William fue por fin a su tan amada biblioteca, pero su silencio se vio interrumpido por su madre.
—¿Por qué continúas yendo al bosque? Es peligroso.
—Porque allí me siento libre, madre. Porque allí puedo ser yo sin decepcionar a alguien constantemente.
—Tu padre te quiere. Solo quiere lo mejor para ti.
—Tiene una curiosa forma de mostrar sus sentimientos. —Su madre suspiró y se sentó a su lado. William la miró con una pequeña sonrisa. —He conocido a una chica. —Su madre le miró evaluándole.
—Una chica que te gusta.
—Solo la he visto una vez, pero sí. Me gusta. Aunque si se la presentase a papá probablemente se desmayaría. No es inglesa.
Su madre alzó una ceja, pero no dijo nada.
—¿Alguna vez has conocido a alguien a quien no te has podido sacar de la cabeza? —La mirada de su madre pareció perderse entre recuerdos un momento, y con una sonrisa triste asintió.
—Cualquier mujer que ocupe tus pensamientos y gane tu corazón será afortunada. Nunca olvides quien eres William, y nunca dejes que nadie diga por quien late tu corazón.
Con un beso en la mejilla su madre salió de la habitación dejándole solo. William se acercó a la ventana para observar el paisaje.
—¿Dónde estás Isabela?
***
Tiempo presente
Todo estaba preparado para el camino. En medio día llegarían al clan Mackinnon de White y después sería la boda. Evander llevaba sobre sus hombros a Duncan que iba dando en la cabeza a todo el que pasase a su lado con la espada de madera.
—¡Auch! —Elliot se quejó cuando Duncan golpeó su frente. —Mira por donde vas enano.
Davina se acercó y llevó a su hijo al carruaje. Mackenzie estaba en su caballo absolutamente aburrida, en sus manos jugaba con las dagas que una vez le había regalado Alastair.
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Sassenach | Highlanders II
General FictionCualquiera que conozca a Mackenzie dirá que es la rebelde de las hermanas White. Dirán que es hermosa a la par que peligrosa. También dirán que parece no temerle a nada. Pero la verdad sobre Mackenzie es que el temor siempre le acompaña, el temor a...