Capítulo 25

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Keira.

Habían pasado cinco días desde la última vez que vi a Miles en la Estación de Policía. No había aparecido en la cafetería y tampoco me había llamado o mensajeado. Por supuesto, yo no lo busqué tampoco.

Su ausencia había causado en mí un extraño sentimiento que logré ignorar con la ayuda de Luna, pues habíamos estado saliendo juntas más tiempo. Sin embargo, había una parte de mí que seguía resintiendo el hecho de no saber nada de él.

Y me odiaba por ello.

—Disculpa, yo te pedí un café descafeinado.

—Y yo un té verde.

Detuve mi camino de vuelta a la cocina al escuchar la voz de los clientes que estaban en la mesa que acababa de pasar.

—Lo siento —dije, apenada—. Enseguida se los traigo.

Apresuré el paso y entré en la cocina directamente, pero al abrir la puerta, golpeé a alguien que estaba a punto de salir.

—¡Lo siento!

—¡Joder, Keira! —Cole se sobó la frente—. Ten cuidado.

Murmuré un «lo siento» de nuevo.

—Necesito un café descafeinado y un té verde, por favor —le dije a una de las chicas que se encargaban de las bebidas.

Cole frunció el ceño, confundido.

—¿Por qué no dejaste una nota con la orden?

—Porque me urge —respondí, dejando la bandeja vacía sobre la mesa—. Ya me lo habían pedido, pero se me olvidó.

Enarcó una ceja.

—¿Se te olvidó? —preguntó, incrédulo—. ¿A ti?

—Ya sé, ya sé —rodé los ojos—. Es que hay más gente de lo normal.

—Concuerdo —asintió, poniéndose una bolsa de hielo en la frente—. Para ser sábado, hay mucha gente —suspiró—. En fin, vuelvo a lo mío. No golpees a más gente, por favor.

—¿Bromeas? Es mi pasatiempo favorito.

Rodó los ojos y volvió a cocinar. Esperé a que estuviera listo el pedido y salí de nuevo.

—Lamento la tardanza, de verdad —dije al depositar las bebidas sobre la mesa.

Ambos murmuraron un «no te preocupes» muy poco convincente que decidí tomarme muy en serio. Estaba limpiando las mesas desocupadas y recogiendo la basura de las mismas cuando escuché la campana de entrada. Como ya era costumbre mía, volví mi vista hacia la puerta y me quedé en seco por unos breves instantes que sentí eternos.

Miles abrió la puerta con una sonrisa que podría haber derritido al mismo sol, pero no fue eso lo que me dejó sorprendida, sino la chica a la que le sostenía la puerta para que pudiera pasar; la reconocí al instante como la recepcionista de la Estación de Policía.

Ambos entraron riendo y se sentaron en una de las mesas que estaban en la esquina, del otro lado del local. Ella le estaba contando algo y él se limitaba a asentir, divertido.

Una sensación extraña me recorrió el cuerpo por completo. De pronto, me sentía de mal humor y no tenía idea del porqué. Tomé una profunda respiración, intentando disipar lo que sea que estaba sintiendo y caminé en su dirección. Al pasar por el mostrador, Luna me tomó del brazo, deteniéndome.

—¿Y esa quién es? —chilló en voz baja. Su expresión cambió de indignación a sorpresa al mirarme a los ojos—. ¿Por qué tienes esa mirada? ¿Estás celosa?

Atrápame si puedes (Completa✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora