Capítulo 1

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10 de Julio 2018

Bronx, New York.
9:11 p.m.

Keira.

Abrí la puerta de la Farmacia de una patada haciendo que el chico que estaba detrás del mostrador, ahogara un chillido y soltara la revista que estaba leyendo.

Lo apunté directamente con la pistola.

—¡N-no me hagas d-daño! —rogó alzando sus manos en señal de rendición.

Cargué la pistola y lo vi cerrar los ojos con fuerza esperando el impacto.

Casi me reí.

Me giré hacia las cámaras de seguridad y disparé a las cuatro que rodeaban todo la tienda.

Me acerqué a pasos firmes hasta el mostrador, salté detrás del mismo y le di un empujón al chico, quien me miraba asustado, llevándolo a la bodega.

Lo apunté con la pistola y le señalé la caja fuerte para que la abriera.

—P-por favor, n-no me hagas daño —balbuceó torpemente— No... No me sé la clave, yo...

Disparé a un lado de él como advertencia y la entendió perfectamente, pues abrió la caja en un dos por tres dejándome ver los montones de billetes en la misma.

¡Bingo!

Comencé a meter el dinero en la mochila que llevaba colgada. El chico sollozaba y le temblaban las manos.

Una vez que terminé, lo guié con la pistola en la espalda hasta la caja registradora y la señalé para que la abriera también. Estaba a punto de hacerlo, cuando el ruido de la campana de entrada resonó en la tienda.

Me miró rápidamente y abrió la boca para gritar, pero fui más rápida y le di un golpe en la nuca con la parte de atrás de la pistola haciendo que cayera al suelo desmayado.

—¡Hey!

Alcé mi mirada en dirección a la entrada; un señor de unos 40 años, aproximadamente, me miraba envalentonado.

—¡La policía viene en camino! —advirtió.

Bufé con molestia.

Le apunté al estante a su lado y disparé provocando que él se tirara al piso asustado.

Sin mucha prisa, salté nuevamente sobre el mostrador y caminé por el pasillo hacia la salida.

Para mi sorpresa, el señor se levantó y me tomó del brazo con fuerza.

Señor, ¿acaso no valora su vida?

—No te irás tan fácil.

Señor, por favor, tengo un arma.
¿No tiene familia? ¿Hijos?

Intenté darle un golpe con la pistola y me detuvo el otro brazo.

¡Ah! ¿Quiere jugar?

Sonreí abiertamente.

Solté la pistola y él me miró confundido. Estrellé mi rodilla sobre su abdmonen haciendo que aflojara el agarre sobre mi brazo; aproveché y giré mi muñeca hacia la izquierda logrando zafarme por completo y con esa misma mano, le di un puñetazo en la cara.

Cayó de bruces al suelo y le di una patada en la ingle para evitar que se levantara de nuevo.

Lo oí quejarse y maldecirme con más insultos de los que alguna vez había escuchado en una sola oración haciéndome sonreír.

Recogí la pistola y salí tranquilamente del lugar hacia el callejón oscuro donde había dejado mi moto.

La gran ventaja de esta zona era que, después de las 8 de la noche, había escasas personas rondando por las calles.

Atrápame si puedes (Completa✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora