La adrenalina se disparó por todo mi cuerpo y solté mis tenis, con mis manos libres traté de alcanzar el rostro del desconocido para enterrar mis pulgares en sus ojos, pero él mantuvo la distancia.
El aire comenzó a faltarme y supe que tenía que actuar rápido. Eché mi cabeza hacia atrás con fuerza, golpeándolo en alguna parte del rostro, que esperaba fuera la nariz. Él ahogó un quejido de dolor y aprovechando que aflojó su agarre sobre mi garganta, con mi talón, pateé su espinilla. Sin embargo, él me dio un golpe en la parte de atrás de mi rodilla haciéndome perder el equilibrio y provocando que cayera sobre la arena.
Sin perder el tiempo, rodé sobre mi espalda y me levanté con rapidez. El hombre —que vestía unos jeans y una sudadera con capucha— aprisionó mi cabeza con sus dos brazos, presionándome contra su cintura. Sostuve la muñeca del brazo que estaba por encima de mi cuello, tomé impulso y me zafé de su agarre. Pasé su brazo por detrás de su espalda, lo pateé del mismo modo en que lo hizo conmigo y cayó de rodillas. Presioné mi pie sobre su espalda y jalé más su brazo, escuchando sus quejidos de dolor y obligándolo a recostarse por completo sobre la arena.
Nos quedamos en esa posición unos segundos mientras intentaba estabilizar mi respiración.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres? —inquirí, desafiante, arqueando más su brazo.
Si no me respondía, estaba dispuesta a rompérselo.
De pronto, lo escuché emitir un sonido bajo que, al principio, no supe interpretar debido al ruido de las olas del mar chocando contra la arena, hasta que agudicé mi oído y lo pude percibir levemente: se estaba riendo.
—¿Qué es tan gracioso? —gruñí, molesta.
Guardó silencio unos segundos.
—Debo dejar de subestimarte, ¿no es así?
Sentí cómo mi corazón se detuvo por un segundo al escuchar su voz. Por un momento, no pude respirar, hablar, ni parpadear. Me quedé allí, mirando su espalda y el brazo que estaba sosteniendo tras de sí.
—De verdad creí que podía ganarte esta vez —agregó y soltó una risa que hizo mi corazón acelerarse—. Fue una mala idea.
Dejé salir el aire que estaba conteniendo, mientras sentía mis ojos abiertos de par en par. Tragué duro y me quedé quieta, sin saber qué hacer.
Aprovechando mi distracción, rodó sobre su espalda y golpeó mis piernas, haciéndome caer. Se posicionó encima de mí, con sus manos a cada lado de mi cara y contuve la respiración una vez más. Debido a la poca luz en el lugar, no podía detallarlo bien, pero había algo que sobresalía por completo: sus preciosos ojos azules.
—Miles —pronuncié en un susurro, incrédula.
Él me observó en silencio, detallando mi rostro.
—Jeann —musitó, en voz baja.
Sentía mi corazón latiendo rápidamente contra mi pecho. Sentía un revoltijo en mi estómago, presagiando que en cualquier momento me pondría a vomitar.
—¿Qué...? ¿Cómo...? —balbuceé, torpemente, buscando alguna explicación de su presencia.
Él esbozó una sonrisa ladina.
—¿De verdad creíste que podrías esconderte de mí?
Honestamente, sí.
Guardé silencio, intentando controlar mi respiración. Él mantuvo su mirada fija en mi rostro, escudriñándolo, hasta que sus ojos bajaron hasta mi pecho, donde parpadeó, sorprendido. Alzó su mano y sus dedos rozaron mi piel, erizándola al instante; tomó el collar entre su dedo índice y el de en medio, observándolo.
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Atrápame si puedes (Completa✔️)
AcciónDos mentes brillantes. Ella para el crimen. Él para la justicia. Esto se convertirá en una guerra de inteligencia y estrategias. Solo habrá un ganador. ¡Bienvenido al juego!