Keira.
—Esto está delicioso —dije al probar lo que los chicos habían cocinado.
—¿Lo ves? Te dije que era buena idea dejarlos hacer todo —Allison bromeó.
—Claro, porque tú no eres capaz de servirte ni cereal sin quemar la cocina —John se burló.
—No es necesario que yo cocine, siempre puedo tener a alguien más que lo haga por mí —le guiñó el ojo y se llevó el tenedor a la boca.
John rodó los ojos y reprimió una sonrisa.
Esperen un momento.
¿Ellos...?
Por el rabillo del ojo miré a Miles, quien era ajeno —o fingía serlo— a la conversación, pues estaba ocupado escribiendo un mensaje.
—Entonces, ¿tú trabajas en la Estación de policía? —Allison me preguntó.
—Oh, no —reí sin gracia—. No es lo mío.
—¿De qué trabajas, entonces?
—Soy mesera en una cafetería.
Ella alzó las cejas, sorprendida.
—¿De verdad?
Asentí.
—Ya veo... Debo suponer que tú y Miles se conocieron allí.
Él y yo compartimos miradas al mismo tiempo; sus labios tiraron ligeramente hacia arriba en una sonrisa reprimida, al igual que los míos.
—¿Qué es lo divertido? —preguntó, curiosa.
—En realidad...
—Es una larga historia.
—Me encantan las historias largas —John nos miró, interesado.
Le di un trago al vaso de jugo que tenía frente a mí y Miles me miró, esperando a que yo hablara, sin embargo, lo ignoré categóricamente y continué degustando mi comida.
—Bueno —se aclaró la garganta—, en realidad, nos conocimos en un bar, la primera noche que llegué aquí —pasó su lengua delicadamente por sus labios y sonrió de lado—. La vi someter a un idiota que le doblaba la altura; fue divertido.
—Ahora todo tiene sentido —intervino John—. Miles vio eso y fue amor a primera vista.
El pelinegro rodó los ojos y yo reí en voz baja.
—Después, coincidimos en la cafetería —añadió, ignorando el comentario de su amigo—. Digamos que allí nos conocimos oficialmente.
Allison frunció ligeramente el ceño.
—¡Vaya! Qué coincidencias, ¿no?
Lo gracioso es que sí fue coincidencia.
—Y, dime... ¿Cómo es que pudiste someter a un chico que te doblaba la altura?
—Fui a clases de defensa personal —me encogí de hombros.
—Qué curioso. No es algo que se suela hacer.
—Cuando vives en un vecindario como el mío, sí.
Miles rio.
El tono acusatorio que Allison estaba usando al hablar, me puso alerta al instante. Ella se inclinó sobre la mesa y nos observó, interesada.
—Tiene toda la razón —Miles sonrió, ajeno a las palabras malintencionadas de la pelirroja—. Ni Dios pasa por ese lugar.
—Idiota —murmuré, riendo bajo.
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Atrápame si puedes (Completa✔️)
AcciónDos mentes brillantes. Ella para el crimen. Él para la justicia. Esto se convertirá en una guerra de inteligencia y estrategias. Solo habrá un ganador. ¡Bienvenido al juego!