Atrápame si puedes (Completa✔️)

Capítulo 9

Miles.

—Feliz aniversario.

Extendí la botella de vino que había traído hacia Dan.

—Gracias, Miles —me estrechó en un abrazo paternal—. Lucy, este es el chico que te conté.

—Un gusto conocerte, Miles —me sonrió.

—El gusto es mío —sonreí también—. Felicidades.

—Gracias —le dio un ligero apretón a mi mano—. Ponte cómodo —señaló uno de los sofás y se encaminó a la cocina.

Observé a las pocas personas en la habitación: el señor Gray hablaba con un par de compañeros de la Estación y desconocí completamente a los otros dos que estaban platicando entre ellos.
Miré la hora en mi reloj y fruncí el ceño.

¿Dónde estaba Keira? Ya debería estar aquí.

Me habría ofrecido a traerla, pero ella estaba de tan mal humor que preferí mantener mi integridad física.
Era curioso. Esa mañana, había intentado ocultar el enojo que estaba sintiendo, pero casi podías percibir cómo emanaba de su ser. Después de eso, hice una nota de mental de no hacerla enojar.

Claro que pareció más animada con la llegada de aquel chico... Seguramente, ese era el tal "Zach", apostaba mi trasero a que sí.

Bueno, como sea, no es algo que me importe.

Ajá, sí.

Oh, cállate.

Vi a Dan acercarse con los platos y ponerlos sobre la mesa.

—¿Te ayudo?

—No, está bien, yo lo hago —sonrió.

El timbre sonó y sentí el impulso de correr hacia a ella para ver si era Keira... Así, al menos, tendría a alguien a quien molestar y dejaría de estar tan aburrido.

—¿Puedes abrir la puerta?

Asentí, gustoso.

Caminé hacia a ella y, al abrirla, mis ojos se encontraron con una sonriente Keira sosteniendo un ramo de flores. Su sonrisa se borró al instante en que se percató de que no era ninguno de los anfitriones.

—¿Tú qué haces aquí? —frunció el ceño.

—Oww, ¿Cómo sabías que me gustan las flores?

Hice un ademán de tomarlas, pero me dio un manotazo en la mano haciendo que la retrocediera.

Sonreí, divertido.

De verdad me hacía gracia que siempre estaba a la defensiva conmigo.

—No son para ti —gruñó—. Quítate.

Abrí la puerta completamente y extendí mi brazo, indicando que pasara. Antes de entrar, me miró de arriba a abajo con cautela, y siguió su camino hacia la sala. Me fue inevitable no darle un repaso con la mirada a su atuendo casual, pero que en ella lucía jodidamente increíble.

—¡Keira, querida, qué gusto verte! —Lucy exclamó, entusiasmada.

—Feliz aniversario —sonrió, dándole las flores.

—¡Son preciosas, gracias! —la abrazó—. ¡Mira, Dan!

Me crucé de brazos, indignado.

El vino era mejor que las flores, pero ellos no estaban listos para esa conversación.

—¿Necesitan que les ayude con algo? —se ofreció.

—No, ya está todo listo, gracias —le acarició el brazo—. Puedes tomar asiento.