Capitulo 7.

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Las semanas siguientes me la pase siendo mimada por todos los empleados de la casa de mi padre. Ellos eran mi familia no convencional. Había guardado la carta de mi padre junto a mis diarios íntimos y allí se había quedado, junto a todas las páginas que no me animaba leer.

Mi madre en menos de lo que canta un gallo volvió a ser ella, a ir a su club a jugar el tenis y tomar su té con las amigas de siempre. Cada tanto me insistía que la acompañara a sus reuniones, para que saliera de mi cuarto, pero yo estaba tranquila dentro de esas paredes, comiendo rico y con Señor acostado junto a mí.

No lo sabía aun, pero este lunes iba a cambiar bastante mi rutina. Me levante a las 12 como siempre, ya que tenía los horarios completamente cambiados. Siempre me daba una ducha y luego bajaba a la cocina con Sonia para buscar algo de comer y charlar un rato, para luego volver a encerrarme en mi cuarto. Mientras abría la heladera encimada en mi mundo, aproveche para decirle a Sonia:

- ¡Sonia querida! ¿Alguna vez te dije que tus platos me llevan al paraíso? – me encantaba halagar a Sonia cada vez que la veía. No había mejor comida que la realizada por ella, y la torta de chocolate que tenía en mis manos, merecía toda mi adulación.

- A Sonia no sé, pero a mi seguro que no – me dijo una voz que me sonaba vagamente familiar, pero a la vez desconocida.

Me gire asustada y me encontré sentado en la isla de la cocina, al cantante argentino de moda, como si de su casa se tratara ¿Qué hacía en mi casa Ian Shaff? Tenía una canguro negro, un jogging gris y como si eso fuera poco unas pantuflas. Estaba claro que Ian había dormido aquí, aunque la pregunta era ¿Por qué?

- ¿Disculpa, que haces tú en mi casa? – pregunte yo poniendo mis brazos sobre mis pechos tratando de ocultarme un poco, porque tengo que admitir que mi pijama era bastante revelador.

- Hace unos 4 días estoy viviendo aquí, hasta que encuentre un buen lugar... mi nombre es Ian... tú debes ser Marie Ann ¿verdad?

- Sé muy bien quien sos – todo el mundo sabía quién era el, su cara salía en cada publicidad, revista o medio de comunicación. Era la sensación – Lo que sigo sin entender quién te dio permiso para estar en mi casa y sobre todo como sabes quién sos.

- ¡Que humor chiquita!

- ¡Que imbécil chiquito! – le dije yo perdiendo mi paciencia, pero él en cambio de enojarse, se rio mucho y me dijo :

- ¡Nos vamos a llevar bien Marie Ann! – su risa era contagiosa y tuve que hacer un esfuerzo para no reírme con él.

- La base para una relación sana es la confianza – le dije yo sonriendo, y luego agregue – así que te escucho ¿Qué hace Ian Shaff en mi casa?

El sacó como si de su casa se tratara un tenedor y se sentó a mi frente. Tomo la torta de chocolate que había elegido de mi heladera y la colocó entre medio de los dos y con una sonrisa jodidamente perfecta se comió un trozo. El cual imite, Sonia y su torta vuelvo a repetir, eran perfectas.

- Básicamente soy tu empleado – me dijo él de sopetón, mi cara seguro le dio la pista que no tenía ni la más mínima idea a que se refería – Me contrataron para conducir un Late Nigth Show en tu canal

- No es mi canal – dije yo muy brusca, pero era la verdad, el canal de mi padre siempre lo sentí como un rival y a la vez algo a lo que no podía acceder.

Es increíble cómo siendo la hija del dueño de un canal de televisión, nunca tuve la oportunidad de sentir ese ambiente como mío. Ahora que lo recuerdo, era mi padre quien me mantenía alejada. Aunque no lo puedan creer nunca jamás visité el canal ni pise algún set de grabación. Cuando era más chica soñaba con el dia que mi padre tocara la puerta y me dijera: "Marie Ann, hoy es el dia para aprender el oficio familiar", para luego llevarme a conocer cada recoveco de aquel lugar donde él pasaba la mayor parte del tiempo. El canal fue su mayor tesoro y como un buen avaro, nunca lo quiso compartir con nadie, ni con su propia hija.

UNA ULTIMA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora