Tercera estrella: Miedo

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—Hora de irnos —les indicó Dainsleif, dándose media vuelta y haciendo su camino fuera del cementerio.

Aether aún estaba arrodillado en el suelo, mirando el montón de tierra fresca que cubría los ataúdes de sus padres. Lumine lloraba desconsoladamente en el hombro de su mellizo, sin intención de levantarse pronto.

Por un momento, Aether odió la poca empatía que podía sentir su hermano mayor en momentos como estos. Los tres acababan de perder a dos de las personas más importantes en sus vidas, ¿por qué Dainsleif no podía mostrar un poco de  respeto por su luto? ¿Por qué su frialdad gobernaba cada maldito momento difícil que solían atravesar sus hermanos pequeños?

Lumine percibió la rabia recorrer el cuerpo de su gemelo, casi como si ella misma se estuviera enfureciendo. Una vibración, luego un arranque de ira.

—Adelántate, podemos irnos por nuestra cuenta —declaró Aether, su ceño frunciéndose a cada instante —Nosotros no tenemos ninguna prisa.

—No estoy para soportar una de tus pataletas, Aether. Levántense, tenemos que solucionar el asunto de la tutela y su mudanza a Khaenri'ah en el menor tiempo posible.

—¿Mudanza? ¿En serio crees que nos iremos como si nada contigo? —replicó, teniendo que separarse de Lumine para confrontar a su hermano —Te has comportado como un imbécil desde el primer segundo que pisaste nuestra casa, ¿de verdad crees que nos iremos contigo sabiendo cuánto nos odias?

La voz profunda de Dainsleif apenas se hizo escuchar entre la ventisca.

—No tienen otra opción.

Aether chasqueó la lengua, cada segundo sintiéndose más enfurecido.

—Sólo déjanos aquí —el tono de reproche fue evidente, Lumine intentó hacerlo entre en razón con un tirón en la camisa, pero eso no fue suficiente para detenerlo —Ya lo hiciste en el pasado, ¿qué te impide hacerlo ahora?

Las facciones del mayor se suavizaron, su voz incluso se apagó.

—Son apenas unos niños.

—Podemos hacernos cargo de nosotros mismos, no te necesitamos...

—Aether...

—¡No necesitamos a nadie! ¡A nadie! ¡No te necesitamos en nuestras vidas! ¡Lárgate! —el chico finalmente se derrumbó, Lumine fue quien tuvo que sostenerlo entre sus brazos para que no chocara súbitamente con el suelo bajo sus rodillas.

La rubia pudo notar un deje de culpabilidad en la mirada de Dainsleif, eran bastante obvias las diferencias que habían tenido en sus crianzas: él era tan desapegado a todo y los gemelos solían amar incondicionalmente cada pequeña cosa que llegaba a sus vidas.  Pero Lumine tenía la certeza de que Dainsleif había amado a sus padres como ellos mismos los amaron y que simplemente tampoco sabía como lidiar con su dolor.

—Detente, Aether. Hablemos de esto después ¿quieren? Todos estamos demasiado sensibles y no llegaremos a ninguna parte— quiso intervenir, sus propias lágrimas a punto de desbordarse otra vez— Estamos frente a la tumba de nuestros padres... t-tengan un poco de respeto, se los suplico.

Nadie dijo nada más, Aether lloró por un par de minutos hasta que logró reincorporarse del pasto y dirigir su camino a la salida, sin esperar a nadie.

Lumine quiso ir tras él, pero las facciones entristecidas de su otro hermano la detuvieron en seco. Dainsleif no derramó ni una sola lágrima en el funeral, mantuvo su característico gesto endurecido y respondió con monosílabos a todas las personas que le dedicaron su pésame; es por ello que la más pequeña no entendió de donde provenía la solitaria gota que descendió por su mejilla izquierda.

I destroyed our constellation | Genshin Impact AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora