Parte 8

669 94 0
                                    

☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇

Ducado Shinmon.

Castillo de Asakusa.

Ala oeste.

◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆◇☆

-Mi señor, ¿Qué asuntos lo traen al ala oeste? - le dije respetuosamente en cuanto puede darme cuenta de su presencia.

-Me sentía algo aprisionado en mi despacho, salí a dar un paseo por el castillo.

-Entiendo... ¿quisiera que... le tocara alguna canción de su prefencia...?

- ¿De dónde es la canción que estabas cantando?

-La escuche de un señor, era un viajero, él me la enseñó. Él decía que era una canción de esos pueblos ahora olvidados, y que en su tiempo se las enseñaban a las niñas, esos pueblos creían fervientemente en los espíritus.

-Es una canción un tanto peculiar... ¿Cuál es el final?

-No tiene un final.

Benimaru mi miró serio, era como si creyera que le estaba gastando una broma de mal gusto.

-Es verdad mi señor, esta canción no tiene un final. "La canción fue hecha para no tener un destino" fue lo que me dijo aquel viajero, le dieron a las niñas una estrofa para que las siguientes palabras las añadieran ellas según el destino de sus propias vidas, si sus amores eran malos las canciones eran tristes, furiosas por lo contrario si eran buenos amores solo quedan felicidad en las letras añadidas.

- ¿Y tú?

- ¿Yo mi señor?

- ¿Haz añadido algunas palabras a la canción?

-No mi señor, lo que he cantado tan solo es la estrofa que les dan a las niñas, además, lo más cercano a una relación que he tenido es mi matrimonio con usted.

-Añade algo.

- ¿Es una orden?

-Es una petición.

_________ dio la vuelta a su cuerpo para poder dirigirse y quedar frente a frente con el piano. Sus dedos se movieron con tanta facilidad que cualquiera podría haber dicho que era muy fácil, las palabras volvieron a salir de su boca siendo las mismas palabras correspondiente a la estrofa fijada y en el último verso de aquella estrofa sus palabras se volvieron un poco temerosas y sus labios temblaban ligeramente, luego canto nuevas palabras.

¡Oh destino!

¡Oh amor!

Dejen un poco de felicidad en el ambiente

Dejen que aquellas pequeñas luces

Que iluminan el cielo de noche

Enseñe bien los caminos para llegar donde este el alma.

Una vez terminada nos quedamos inconscientemente mirándonos fijamente, en mis ojos no parecía que habría otra cosa en esta habitación o tal vez en el mundo que me hiciera mirar hacia otro lugar.

- ¿Quisiera tomar algún refrigerio conmigo en el patio? Disfruto de los últimos rayos del sol pintando a los árboles del bosque. - dije cuando las palabras volvieron a mi cabeza.

-Está bien.

En ese mismo instante llego Ayaka, quien había estado esperando pacientemente afuera del cuarto como los militares.

~ La Segunda Esposa ~ Benimaru X Lectora ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora