Parte 14

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—Señora— dijo Ayaka.

—¿Qué paso, Ayaka?— dije volteándome hacia ella, me encontrada sentada en el columpio rustico del árbol que había en el patio de mi disfrute.

—El duque ha solicitado verla en su recamara— dijo haciendo una breve pausa— ¿tendríamos que prepararla...?

—Ese pensamiento seria considerada un insulto si alguien que no fuera del ala oeste te escuchara Ayaka—dije levantándome del columpio para comenzar a entrar al castillo— entiendo bien la costumbre de favorecer a su señor, en este caso soy yo, pero, las heridas no desaparecen solo por ponerle una venda encima, y aun así curadas tan solo verlas causa dolor nostálgico.

—Disculpeme, mi señora.

—No te preocupes Ayaka, como te dije te entiendo.

Ya terminada la conversación nos encontramos en mi recámara, donde me cambie de ropa a elegí un vestuario en casual, sencillo para que no se mal interpretarán las cosas camino al ala norte.

Una vez lista me fui con Ayaka al ala norte en donde al inicio de esta misma me esperaba Konro, el nos dirigió por el ala norte, pues solo había estado en su despacho y quedaba cerca del inicio de dicha ala. Antes de llegar Konro dejo a Ayaka en una habitación para que me esperara en lo que duraba la visita al duque.

Una vez puesta en frente de la puerta, Konro se marchó y mis nervios vinieron a mi.

Toque la puerta.

—Entra, ________.

Una vez adentro, me quedé un poco deslumbrada por la habitación, era la mejor de la casa que hasta ahora había visto. Antes creía que era la Annaisha por su rango de duquesa y nunca me puse a fantasear sobre la habitación del duque. Su recamara en comparación de las nuestras era elegante, ordenada y daba la sensación acogedora sin tener la brillantez de las cosas hermosas que suelen caracterizar a las mujeres.

—Estoy aquí mi señor.

Estaba sentado en unos muebles junto la ventana, y junto a él había una mesita con unos bocadillos, salados me suponía, había oído a Annaisha que a Benimaru no le gustaban las cosas dulces.

Cada vez sentía que nuestro error era hablar, porque nos habíamos quedado en blanco, el silencio era demasiado incómodo.

—¿Por qué estás aquí?

—Soy su esposa.

—No me refiero a eso.

—Entonces... ¿por qué me casé con usted?

—Si.

—Es algo difícil de decir, ni yo se porque acepte casarme con usted... tal vez porque esperaba amor.

—¿Y lo has encontrado?

—¿Y usted, mi señor?

—¿Cómo te debería amar, _______?

—No busque a Annaisha en mi... y amar no es algo que se debería tomar a la ligera.

—_________, no se que es lo que quería Annaisha, sin embargo, nunca he amado. Vi el amor de lejos y jamás lo intente. Nunca me interesó. Ella era mi amiga y quería que sintiera lo que jamás pude sentir. La vi sufrir y eso me basto para seguir con mi vida.

—¿Por qué nunca intentaste amarla?

—No podía hacerme eso, ni hacerle eso a ella.

—¿A qué te refieres?

—No podíamos debilitarnos a estas alturas de nuestra vida, a diferencia de mi yo la vi perder muchas cosas: familia, amigos, amor... ella derramó muchas lágrimas por eso, pero por quien más lloro fue por su amor. Si habría intentado amarla, no la hubiera entendido. Se tragaba sus lágrima y cuando sus dolencias empezaron era como verla con una soga al cuello, mientras que su dolor la jalaba de las piernas. Por eso decidí no amarla ni causarle sufrimiento y ella en secreto me lo agradeció. Decidí respetarla y eso mejoro nuestra relación. No la intente amar porque la respeto, la respeto porque la quiero.

—Usted y Annaisha, fueron los más grandes amigos que alguna vez pude ver. Cada día lamento la muerte de Annaisha, y cada día veo el vacío que dejo en usted, usted solo se valía de las relaciones amistosas, pero conmigo es difícil saber el rumbo de las cosas, para mi también lo es, no busco amistad Benimaru, ya la tuve y la sigo teniendo. Usted me gusta mi señor, pero no es suficiente.

—Tu me gustabas, pero ahora no sé dónde se fueron esos sentimientos.

...

—Intentemos estar juntos— dijo él.

~ La Segunda Esposa ~ Benimaru X Lectora ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora