Hablándole a la luna de ti.Hoy, sábado de junio,
no pude verte por obvias razones.
Era sábado y en el bar no se trabaja,
además que era el cumpleaños del jefe.Pero fui al natatorio,
para no recordar tu mirada.
Aunque pasó algo que era común
en estos tiempos. Sin embargo, como mujer, un tanto liberal, lo repudio con desagrado.Un joven, no tan bajo, ni tan alto, se acerca con una especie de regla amarilla. Yo confundida le pregunto que necesitaba y el muchacho, muy confiado de su hablar, me mira, reflejando obviedad y me dice...
-Señorita, si me permite, debo medir su traje de baño.
Aun con mi semblante confundido,
se me fue la moral al suelo prácticamente ¿Dónde queda nuestra dignidad?
¿Nuestro orgullo?Le niego rotundamente.
-Joven, son reglas del lugar. Las señoritas no pueden ir por ahí con sus trajes de baños con medidas incorrectamente establecidas y mostrando de más, insinuando provocaciones a nuestros muchachos,
las reglas están dadas, y debo hacer mi trabajo.Y me deje.
No me pude negar,
todos estaban observando la escena.
El muy pordiosero se salió con la suya.
Mis mejillas estaban coloradas y mi vista baja, mientras tanto el media desde mi rodilla hasta donde estaba mi traje azul.No podía más de la vergüenza,
las mujeres no teníamos
que pasar por esto.-Muy bien señorita, vio que no fue tan difícil-Murmuró como si fuera lo más normal del mundo.
Aquí estoy, sentada
junto a la ventana,
recordando mi más vergüenza.Eva.
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Hablándole a la luna de ti ©
Teen Fiction«Cuando la luna este acompañandote por tu jardín, imagina que también estaré yo, a tu lado. Cuidare tu caminar y te deseare las buenas noches, mi querida...» Una historia radicada en 1940 en la excéntrica ciudad de Buenos Aires. El otoño sabía agrid...