Hablándole a la luna de ti.
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Han pasado solamente nueve horas desde que estoy sentada en mi cama, mirando un punto fijo, como si estuviera media loca y con mil preguntas en mi cabeza que no paraban de insistir en resolverlas. Pero como obtendría tantas respuestas. Creo que el mismo ceño fruncido que tenia anoche cuando vi esa escena, lo sigo teniendo intacto en mi, junto con el asombro que sigo sintiendo.
Acaso, ¿Fausto y Ramiro estarian saliendo?
¿Están saliendo de verdad o solo fue una paranoia mia?
¿Y si solo se iban a una clase de fiesta y yo solo estoy divagando?
¿Por qué Ramiro me estaría ocultando esto?
Si lo más bonito que habría en este débil mundo, es la más grande demostración de amor de dos personas. La felicidad de tener a alguien como acompañante, de tener a esa persona para contarle desde como te fue en el día hasta de tus secretos más escondidos.
Pero claro, de igual manera no podrían hacerlo público, si es que cabe la posibilidad de que estuvieran saliendo y no algo raro que yo estoy pensando, aún así no saldrían juntos a la calle. No podrían.
Todavía sigue habiendo gente muy mal de la cabeza, gente que vive en el milenio y no quieren salir del molde en el que viven. Ven raro este tipo de cosas, lo encuentran un tipo de abominación, algo no aceptado por Dios, según ellos y que si lo haces, serás una clase de demonio que querés mal influenciar a los niños. No se paran a pensar, que quizás una familia no solo se trata de una mujer y un hombre.
Se trata de sobrevivir a este mundo con un acompañante, no importa de que clase social sea, de que nivel de aires de grandeza tenga o cuantas estancias a su nombre estén. Muchos se casan solo para preservar la familia y continuar el legajo de su apellido. Por plata, otros para no sentirse solos y otros por mera obligación. No hay sentimientos, no hay felicidad, no hay compromiso.
No hay amor.
No hay nada.
Discuten por que el primer hijo tiene que ser si o si varón. El macho alfa, el poderoso, al que se le dará armas de juguetes y camioncitos, al qué se le enseñará que una mujer es un objeto y no un acompañante. Es el que sacara a la familia adelante, el que traera la comida al hogar.
Él, él, él y el.
Mientras tanto se le deja de lado a la niña, menospreciandola, le dan bebés para que aprendan a ser madres, las educan para que sean maestras, por que es el unico trabajo aceptable después de criada o ama de casa. Y cuando sea un poco más grande se le enseñará a mantener la casa, a limpiar, a cocinar. Y sobre todo a mantener entre sus garras a un marido feliz y contento, con su barriga hinchada de alcohol y maní. Mientras este, posiblemente, se de revolcones con alguna mujerzuela de por ahí.
No quieren una pareja totalmente funcional. Quieren a una mujer que siga empoderando al hombre, mientras este viene cansado de su trabajo sin tiempo para su esposa.
Estamos perdidos, en un mundo raro qué no sabe amar y aceptar el amor de otros.
Y ahí es donde entiendo, quizás, por que mi hermano no tendría la libertad o confianza de contarmelo. En un mundo de hombres es difícil la comunicación, el decir sus sentimientos por miedo de verse débiles. Al tener que ser los fuertes, los "Yo no le tengo miedo a nada". Sin duda, lo entiendo. Cargar con el peso de ser el varón en esta sociedad es meramente castigador, tienen una coraza dura e irrompible que según para ellos nadie puede pasar.
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Hablándole a la luna de ti ©
Teen Fiction«Cuando la luna este acompañandote por tu jardín, imagina que también estaré yo, a tu lado. Cuidare tu caminar y te deseare las buenas noches, mi querida...» Una historia radicada en 1940 en la excéntrica ciudad de Buenos Aires. El otoño sabía agrid...