Perspectiva

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—Buenos días a todos —saludó Peter abriendo las puertas del salón dramáticamente

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—Buenos días a todos —saludó Peter abriendo las puertas del salón dramáticamente.

—¿Puedes dejar de hacer eso en las mañanas? —lo regaño Lilith un poco harta.

—Es divertido, así que no — Peter sonrió irónicamente— y ustedes ni siquiera están acá para notarlo— dijo en un hilo de voz.

—Hoy vendrán con nosotros a las visitas de caridad—nos avisó Lilith mientras le daba una mordida al pan, me estaba sirviendo el desayuno y mi rostro cambió.

—¿Y si no quiero?

—Pues no me interesa, vas a ir – dijo con su típica sonrisa sarcástica, Peter rio – y tú ni te burles que también iras—hizo una mueca.

—No quiero ir, Capella y Alhena son sucios y violentos—alegó Peter con un gesto de desagrado intentando convencerlos. Le dediqué una mirada de desaprobación ante su comentario, a pesar de que sabía que lo decía en broma.

—No digas eso— lo regañé en voz baja y Peter sonrío.

—Lo harán y no se habla más del tema – volteé los ojos y terminamos de desayunar en silencio. Me retiré sin decir nada, no quería ir a las ciudades de Saturno, quería quedarme en casa y dar un paseo a caballo, pero no tenía opción y lo sabía, subí a mi habitación y comencé a arreglarme.

—¿Estás listo? —preguntó Peter apoyado en el marco de mi puerta mientras me colocaba una corbata gris.

—En un minuto— estaba dándole las últimas vueltas a la misma y me desordené el cabello con los dedos.

—Siempre dices eso y tu minuto terminan siendo diez—juzgó— ¿De verdad debes ser tan perfeccionista en todo? — bromeó.

—Ya está, no te quejes, andando— dije dándole un ligero golpe en la nuca que provoco que hiciera una mueca de dolor.

Caminamos hacia el auto, era una hora y media de camino hasta Capella, llegaríamos a las 10 de la mañana y luego iríamos a Alhena.

Teníamos ese tiempo para organizar el plan y encontrar a mi alma gemela.

—No hay que mentir y en realidad no tengo ni una sola idea, esto me parece imposible— opinó Peter acomodando su cabeza en el frío vidrio.

—¡Ten fe, por favor! — alegué, aunque mis palabras eran en vano, ni siquiera yo tenía fe en aquel plan.

—¡Ares, ve la realidad! Encontrar a tu alma gemela en una población de aproximadamente veinte millones de personas me parece algo imposible— alzó los hombros y relamió sus labios.

— ¿En serio sabes cuantos habitantes hay en todo Saturno? — pregunté a punto de reírme, pero no lo culpaba, no es como que saliéramos mucho del castillo y lo único que hacíamos era leer.

—¡Por supuesto! Es cultura— vio mi risa aproximarse y gruñó— ni siquiera intentes reírte— amenazó con los ojos entrecerrados.

—Creo que no la buscaré, tú tienes más porte de rey que yo— bromeé y reímos. Peter era, en pocas palabras, mi mejor amigo, en ocasiones tenía ojeras, aunque dormía mucho, sin embargo, era mi único aliado en todo esto.

Saturno, el reino de leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora