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El viaje a Sirio había terminado, Ares y yo regresamos mejor que nunca, técnicamente estábamos casados y sin duda, nos unimos el uno al otro de muchas maneras en aquella aventura

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El viaje a Sirio había terminado, Ares y yo regresamos mejor que nunca, técnicamente estábamos casados y sin duda, nos unimos el uno al otro de muchas maneras en aquella aventura. Estábamos regresando a Miranda, las coronas, la riqueza y el poder, volvía a mi vida. Llegamos al castillo, era el medio día y los reyes estaban en casa, Peter había regresado y Ares quería hablar con él.

—Bienvenidos— nos saludó el rey, cuando estábamos entrando al salón familiar.

—Buenas tardes, padre—ambos se dieron la mano y el rey se acercó a mí para darme un beso en la mejilla, yo sonreí levemente y saludé a los reyes.

—Seguro deben venir cansados ¿Por qué no comen algo y descansan?

—Eso haremos, pero ¿En dónde está Peter? – pregunto Ares.

—Está en su habitación, regreso esta mañana.

—Bien, gracias, nos retiramos, iremos a descansar.

—Mañana quiero hablar contigo Ares, en mi oficina a las diez de la mañana—Ares asintió, salimos del salón y llegamos hasta las escaleras.

—Ve a darte una ducha, descansa un poco, te buscaré, luego— me dio un suave beso en la frente y subí las escaleras.

ARES

Encontré a la ayudante de Peter en las escaleras.

—Lea—la llamé —dile a Peter que lo espero en el jardín – la chica asintió y con una reverencia se despidió.

Yo salí al jardín, la seguridad había aumentado un poco más y realmente no me quejaba, me mantenía tranquilo, cientos de personas que mis padres habían solicitado, tan solo para cuidar a mi princesa. Esperé por algunos minutos, con las manos en mis bolsillos y el aire fresco golpeando mis rizos, estaba feliz, sonreía sin darme cuenta con solo pensar en ella, la felicidad era demasiada, que tenía miedo de perderla. Me senté en una banca blanca.

—¿A dónde tan feliz? – me pregunto sarcásticamente Peter interrumpiendo mis pensamientos.

—Quiero hablar contigo—el rostro del menor cambio, llevaba el pijama, tenía los ojos entrecerrados y las manos dentro de sus bolsillos. Tomó asiento a mi lado.

—¿El regalo?— cuestionó con una sonrisa ladina.

—Solo dime que no es un anillo de compromiso— mi voz sonaba como una súplica, algo extraño, pero mi mente no podía ocultar que tenía miedo sobre las decisiones de mi hermano.

—Ares...

—Nunca voy a negarte nada y lo sabes, lo que más quiero es que seas feliz, pero ni siquiera sabes si lo de Selene y lo mío funcionara—Peter me veía a los ojos, serio y con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Sabes por qué estoy haciendo esto? – negué – porque tengo la certeza, de que ustedes, ya no son solamente amigos. La amas, ella te ama, el universo los unió por una razón y yo no tengo nada más que hacer acá. El anillo es un anillo de promesa, porque con Michelle... desde que éramos pequeños le prometí que la convertiría en mi esposa y el anillo, es solo una promesa, ella sabe que con esto nuestra boda está cerca— Peter hablaba con tanta madurez y seriedad, que sorprendería a cualquiera, mi hermano había crecido, ya no era aquel niño gracioso e irónico de siempre, estaba tomando las riendas de su camino, él quería irse del castillo y vivir con Michelle en Miranda o quizás en Sirio—Y tú, por lo visto, te me adelantaste – su mirada bajó hasta el anillo de fantasía en mi mano.

—Estoy orgulloso de ti y te apoyaré en todo, me alegra que seas feliz y confíes en mí—confesé.

—¿Te casaste con ella?

—En Sirio—sonreí.

—¿En una de esas capillas? – pregunto emocionado.

—Si, en una de esas capillas.

—Épico— alzó las cejas y rio.

—Solo espero que este anillo, algún día, pueda cambiar por uno real.

—Lo hará, te lo aseguro, es cuestión de tiempo para que ustedes se comprometan, su amor es fuerte y me sorprende lo que han logrado en poco tiempo, pero lo han ido construyendo bien, con confianza, cariño y no solo en palabras, también en actos— nos levantamos y nos dimos un abrazo, con un par de palmadas.

—¿Un paseo a caballo?

—Pongámonos el traje—ambos corrimos a nuestras habitaciones, como lo hacíamos de niños, nos colocamos el traje de equitación y bajamos hasta los establos, tomamos a nuestros caballos, el de Peter era blanco y el mío negro, nos miramos riendo y negando con la cabeza.

—Al bosque— y la carrera comenzó.

Sabía que mi hermano había crecido, ya no era el pequeño al que cuidaba por las noches cuando nuestros padres no estaban. Peter era bastante divertido y sarcástico, pero solo yo conocía todo de él, lo vi llorar y al mismo tiempo reír, lo acompañé cuando no se sentía bien y le di el abrazo que necesitaba.

A Peter no le gustaba que lo abrazaran, muy pocas personas podían hacerlo, pero conmigo, era el pequeño de ojos verdes que le tenía miedo a muchas cosas. Desde siempre fue un tanto rebelde, yo lo cuidaba, no le gustaba estar con nuestras nanas, y nuestros padres visitaban el castillo solamente un par de veces. Ambos nos criamos el uno al otro, solo nos teníamos a nosotros, yo aprendía de él y Peter se aferraba a mí.

Peter llegó a considerarme su padre, la confianza y el cariño sincero que siempre espero, se lo di yo. Los reyes nos querían, obviamente, hicieron todo para darnos lo mejor, pero no estuvieron cuando más los necesitábamos. Yo le enseñé a Peter cosas sobre la vida, fui fuerte por él y me agrada que, por primera vez, sea tan feliz. Selene fue quien me dio una razón para seguir, aquella chica de Capella, movió el mundo de todos, pero en especial el mío.


SELENE

Veía a Ares y a Peter dando vueltas por todo el jardín, pasando frente a mi ventana con sus caballos, riendo y gritando. Ary llegó y cerré la ventana.

—¿Cómo fue todo? – preguntó emocionada.

—De maravilla, mira—dije mostrándole el anillo de fantasía, la pequeña salto de la emoción.

—¡Se casaron! – grito emocionada.

—Legalmente no, pero si—sonreí — nos casamos en Sirio, resulta que existen capillas para hacerlo, es genial, Ares y yo ya no somos solamente amigos, desde el primer día acá, ha hecho todo por hacerme feliz y eso me atrapo, es tierno—una sonrisa apareció en mi rostro.

—¿Si te gusta verdad? – me preguntó Ary poniéndose seria y sentándose sobre la cama.

—Si, pero tengo miedo de que esto no llegue a funcionar, él es tan lindo, que he llegado a creer que no lo merezco.

—Selene, llevó en este castillo doce años, conozco al príncipe Ares desde que era pequeño, soy un año mayor que Peter y te juro, que el príncipe Ares, tiene un corazón magnífico y sincero, lo vi cuidar a su hermano, intentar cambiar el reino, pero lo han silenciado, sus padres saben que tiene un espíritu revolucionario, todos los trabajadores de este castillo lo aman, así que querida, déjame decirte, que el hombre correcto está a tu lado—me abrazó—y si tienes miedo, háblalo con él, dile lo que sientes, él te ayudara, de eso se trata tener una relación.

Ary tenía razón, hablaría con Ares, pero estaba cansada y necesitaba dormir.

Ary tenía razón, hablaría con Ares, pero estaba cansada y necesitaba dormir

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Gracias por leer.
—Val. Xx

Saturno, el reino de leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora